Martín Morgenstern, en diálogo con Canal E, alertó sobre la desintegración del sistema sanitario y la falta de estrategias preventivas en Argentina.
Un sistema fragmentado y sin rumbo
Para Morgenstern, el diagnóstico es contundente. Según destacó, “no hay campañas de prevención y hace muchos años que no las hay”, lo que representa solo la punta de un problema mucho más profundo: un sistema sanitario que perdió su objetivo central.
Explicó que Argentina carece de un modelo coordinado: “Antes había tres subsistemas claros, hoy cada uno está atomizado”, señaló. Para el especialista, la pregunta clave es si el sistema trabaja para maximizar la salud de la población, y su respuesta es categórica: “Hoy no existe ninguna de esas maximizaciones”.
El entrevistado sostiene que los incentivos están desviados: intereses privados, lógicas espurias y decisiones que no se orientan al beneficio sanitario. Incluso a nivel global, mencionó que los países desarrollados también redujeron presupuestos postpandemia, pero Argentina quedó en una situación más crítica porque nunca recuperó su estructura preventiva.
A esto se suman indicadores preocupantes: aumento del sobrepeso infantil y adulto, crecimiento de adicciones y un rebrote de enfermedades venéreas. Morgenstern lo advierte sin rodeos: “Estamos de vuelta con sífilis y gonorrea por todos lados”.
Gasto sanitario alto, resultados bajos
Consultado sobre la inversión en salud, Morgenstern explicó que Argentina gasta entre el 10,3% y el 10,8% del PBI, pero sin obtener resultados acordes. “La pregunta no es cuánto se gasta, sino en qué y cómo”, remarcó, enfatizando que la productividad del sistema solo puede evaluarse comparando gasto y resultados.
Sin embargo, subrayó un punto crítico: el país no produce cuentas de salud, por lo que gran parte de las cifras se manejan por estimaciones. Esto impide transparencia y dificulta la toma de decisiones.
Morgenstern también observó un problema cultural: la salud como “bien negativo”, valorado solo cuando se pierde. A eso se suma el impacto de influencers y redes sociales, que —según dijo— no asumen responsabilidad para impulsar hábitos saludables.
El economista afirmó haber intentado, sin éxito, que los medios impulsen campañas públicas aun sin presupuesto estatal: “A todos les pareció buena idea, pero ninguno quiso hacerlo”. Frente a esta ausencia, propuso un rol activo de la ciudadanía: “Si los Estados no se ocupan, los ciudadanos tenemos que ocuparnos”.
Para Morgenstern, Europa demuestra que campañas efectivas pueden hacerse con pocos recursos: instituciones civiles y medios participan sin esperar financiamiento estatal. Argentina, en cambio, gasta lo mismo que otros países desarrollados, pero obtiene resultados “peores”, algo que él considera urgente explicar y visibilizar.