En diálogo con Canal E, el tributarista Sebastián Mancuso sostuvo que el Gobierno ha cumplido “en parte” con su promesa de reducir la carga impositiva, destacando que las bajas se han dado “acompañadas de superávit fiscal”, lo que considera un mérito importante. No obstante, aclaró que “no fueron bajas vinculadas a una reforma tributaria integral, sino que fueron algunas disminuciones puntuales”.
Mancuso resaltó entre las principales reducciones al impuesto PAIS, que pasará del 17,5% a ser eliminado en diciembre de 2024. “Esa sí es una baja significativa, sobre todo para los productos importados, y repercute favorablemente en la baja de precios y en la lucha contra la inflación”, explicó.
También mencionó rebajas en impuestos internos, como en el sector automotor, donde algunas tasas bajaron del 20% al 0% o del 35% al 18%. Además, remarcó reducciones en aranceles de importación para bienes de capital y en celulares, cuya carga pasó del 18% al 6%.
Competencia desigual con la industria nacional
Pese a las bajas mencionadas, Mancuso advirtió que “los empresarios nacionales aún no tienen una reforma tributaria integral que haya tenido una baja significativa de impuestos”. Subrayó que esto genera una desventaja frente a los productos del exterior: “La producción nacional compite con una carga tributaria mucho más alta, lo que genera distorsiones”.
Para el tributarista, “la gran deuda pendiente es una reforma para después de octubre”, que contemple especialmente las necesidades de la industria local.
La presión fiscal sobre el consumo
Consultado sobre el impacto de los impuestos en los precios al consumidor, Mancuso fue categórico: “De cada prenda que uno compra, entre el 50 y el 60 por ciento representa impuestos”. Detalló que en ese porcentaje están incluidos el impuesto a las ganancias, ingresos brutos, cargas sociales y otros tributos que afectan a todas las etapas de producción y comercialización.
“Esa carga tributaria hace que una prenda nacional sea mucho más cara que una importada”, afirmó, lo que evidencia “la necesidad de bajar el costo fiscal argentino”.
Claves de una reforma tributaria necesaria
Mancuso propuso medidas concretas para aliviar la presión fiscal. Entre ellas, destacó:
- Reducir el impuesto a las ganancias para pymes.
- Eliminar el impuesto a los débitos y créditos bancarios.
Remarcó que bajar impuestos “no debe desfinanciar al Estado”, pero sí debe generar “un esquema más comparable al de otros países de la región” que permita a las empresas “invertir, producir mejor y ser competitivas”.
“Hoy primero se produjo una apertura de importaciones, pero falta acompañarla con una reforma para la industria nacional”, agregó.
Presión tributaria versus déficit cero
Frente al dilema entre bajar impuestos y mantener el superávit, Mancuso consideró que sí es posible compatibilizar ambas metas. “Si se baja la presión fiscal sobre el sector pyme, se genera mayor producción, más crecimiento económico y, por lo tanto, la recaudación se puede recuperar por el incremento del PBI”, sostuvo.
“Hay que encontrar un equilibrio: no desfinanciar al Estado, pero permitir a los empresarios competir en igualdad de condiciones”, sentenció.
El rol del tipo de cambio en el contexto impositivo
Si bien aclaró que no es economista, Mancuso opinó que la reciente suba del dólar oficial genera “un tipo de cambio más competitivo para las empresas exportadoras” y actúa como una “válvula de escape frente a la imposibilidad de bajar el costo argentino por vías tradicionales”.
Desde su experiencia con clientes y empresas, señaló que “el tipo de cambio actual está más cerca del equilibrio que los $1.000 o $1.100”, y añadió que “dividiendo por 1.300 los precios en pesos, Argentina es menos cara para la región y el mundo”.
Expectativas hacia fin de año
Mancuso expresó que, aunque los tiempos de la política no siempre coinciden con los de la economía, “este año, por lo menos a final de año, tiene que estar en agenda” la reforma tributaria. A su juicio, debe haber “algún consenso respecto a qué es lo que hay que bajar para que el empresario argentino pueda pensar en la producción y no en la asfixia fiscal”.