El próximo sábado, a partir de las 10, las calles céntricas de la ciudad de Washington desbordarán de científicos marchando. Ese día la capital de EE.UU. –y en otras 500 ciudades del mundo, incluyendo Buenos Aires– será sede de la primera convocatoria global “para defender el rol vital que deben tener la ciencia y el conocimiento en salud, seguridad, economía y gobierno”.
La Marcha por la Ciencia es convocada por decenas de organizaciones científicas, como la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia y la Academia de Ciencias de Nueva York, además de las revistas Nature y Science. También se suman grandes museos, universidades y ONGs. La idea de los organizadores es simple: lograr un movimiento a largo plazo y destacan que será “sin banderías políticas”, aunque sin dudas habrá referencias a la política de Donald Trump.
Desde el sitio web oficial explican que “la ciencia está bajo un ataque que se expresa en recortes de presupuesto, censura, ocultamiento de datos y amenazas de cerrar agencias dedicadas a la investigación. Eso pone en riesgo la salud, los alimentos, el aire, el agua, el clima y el trabajo”. Aunque las movilizaciones serán globales –con eventos en Europa, Chile, Brasil y Argentina–, el epicentro será EE.UU. Y numerosos científicos argentinos que trabajan regularmente en universidades estadounidenses tienen planeado sumarse.
“Apoyo la Marcha de la Ciencia aunque no sé si podré ir a Washington. Lo más probable es que participe de la que se hará en Urbana (Illinois)”, le dijo a PERFIL el doctor Eduardo Fradkin, director del Institute for Condensed Matter, en la universidad de ese estado. Y agregó: “Tanto yo como mis colegas estamos muy preocupados por el futuro inmediato de la financiación de la ciencia en este país, así como estoy preocupado por el mismo motivo en Argentina”. Para Fradkin, el gobierno de Trump “no parece interesarse ni en la ciencia ni en la cultura ni en la educación”. Y recordó que la flamante administración envió un presupuesto en el que se incrementa el gasto militar en más del 20% y se elimina la financiación para temas ambientales, energías alternativas y cambio climático.
Según el físico y músico Alberto Rojo, egresado del Instituto Balseiro y profesor en la Oakland University, “hay que participar de la marcha por el desprecio que el actual presidente tiene sobre las ideas científicas. Por ejemplo, su actitud ante el cambio climático y el conocimiento: uno de sus ministros no cree en la Evolución. Y sus recortes presupuestarios también incluyen a las artes y la educación”.
Compromiso. Por su parte, Hugo Berbery, profesor en el Centro de Investigación Interdisciplinaria del Sistema Terrestre de la Universidad de Maryland, contó que “desde los 70, el 22 de abril se celebra el Día de la Tierra para proteger el medio ambiente. La intención de realizar la Marcha por la Ciencia en esa fecha surge como respuesta al intento de reducir el apoyo a investigaciones que reconocen la influencia humana en el clima”. Berbery, que también es director adjunto del Instituto Cooperativo para el Clima y los Satélites, aseguró que “la marcha, que no es política, cuenta con el aval de las principales sociedades científicas dentro y fuera de EE.UU.”.
Algo parecido afirmó Mario Zaritzky, profesor asistente de radiología en la Universidad de Chicago. “Estaba pensando en asistir a la marcha en Chicago para defender la ciencia. Creo que es muy importante movilizarnos para instalar y concientizar a la sociedad sobre la importancia y la necesidad de la gente común de defender la investigación, sobre todo en estos tiempos y con las tendencias políticas que estamos viviendo en este país”.
Gustavo Stolovitzky, profesor adjunto de Ciencias Genómicas en la Icahn School of Medicine e investigador de IBM, le dijo a PERFIL que asistirá en Nueva York: “Marcharé porque es importante mostrar al resto de la sociedad el compromiso de los científicos con la búsqueda de la verdad, no sólo en los logros de ciencia básica, sino también con los problemas más urgentes del medio ambiente. La ciencia no es un lujo, sino que arroja luz en problemas que, sin científicos, se quedarían a oscuras”.