Ciencia, ficción, fantasía y superhéroes son cuatro elementos culturales de alto rating: así lo muestran las películas más taquilleras como Star Wars; sagas literarias que son best-sellers y cómics convertidos en íconos globales. A tal punto llega esa atracción, que muchos expertos no pueden resistirse a analizar y explicar algunas de las reglas físicas que rigen a los personajes de fantasía. Y es sorprendente que con el paso del tiempo, la ciencia va acortando los lazos con la ficción.
“Yo siempre fui fan de cómics y de películas de sci-fi, y mi parte “nerd” me preguntaba cómo relacionarlos con explicaciones de la física tradicional. Empecé preparando una charla para estudiantes de secundaria sobre Magneto, uno de los protagonistas de X-Men”, le contó a PERFIL el licenciado en Física Germán Dima. “Este personaje no sólo puede manipular campos magnéticos, sino que hasta logra levitar con magnetismo”.
Dima junto a otros científicos develarán esta tarde algunos de esos misterios en una conferencia en el Centro Cultural de la Ciencia. Sin recurrir a fórmulas ni a la matemática, promete analizar si es posible hacer volar a una persona usando sólo los campos magnéticos.
¿Es posible? De hecho, sí, aunque no con una persona: en 1997, un grupo de científicos hizo levitar a una ranita, algo que llegó a los libros de texto de la física y que se puede ver en videos de YouTube. ¿Por qué no a una persona? “El problema es la intensidad del campo magnético”, explicó Dima. Un imán de heladera tiene 0,005 tesla. Para la ranita se necesitó un campo de 13 teslas y el récord actual de la física son 45 teslas. Para hacer levitar a un ser humano se necesitan 70 teslas. Pero no sólo no tenemos la tecnología, sino que un campo así generaría efectos catastróficos sobre la salud, incluyendo anomalías cardíacas y terribles tics musculares”.
Otro personaje popular es el Hombre Araña, y suele repetirse la pregunta de si es posible que una persona pueda trepar por las paredes de los rascacielos tal como Peter Parker.
“Esto también lo probó la ciencia: en 2014 un investigador de la Universidad de Stanford demostró que era posible que una persona trepara por una pared de vidrio, al estilo Spider-Man, aunque con mucha menos agilidad que en el cómic. Usó un par de guantes cuidadosamente diseñados y fabricados con un polímero cuya textura emula los pelos presentes en las patas del gecko, que aprovecha las fuerzas de atracción y repulsión entre moléculas, conocidas como fuerzas de Van der Waals. Aunque éstas son muy débiles, el efecto se multiplica por los millones de pelos microscópicos que cubren las patas del gecko –y del guante– y le permiten aferrarse a una superficie vertical.
Algo parecido comentó otro expositor, el doctor Hernán Grecco, profesor de la UBA e investigador del Conicet. “En las charlas analizamos el sable láser que usan los jedis en Star Wars y la gente pregunta si puede fabricarse”. Su respuesta es sí pero no. “El láser se conoce desde 1960, pero el problema para tener una espada así, capaz de cortar cabezas, es que consumiría tanta energía que no sería portátil”. De hecho, en diversas industrias se usan láseres para agujerear placas metálicas de varios milímetros de espesor. “Pero es una herramienta que consume la electricidad equivalente a una decena de equipos de aire acondicionado. Tendría que ser una espada con cable para enchufarla”. Además, la hoja sería infinita, porque los fotones no se detienen.
Grecco también repasa películas como Armagedón, analizando cuánta energía se necesita para destruir un asteroide cuya órbita lo lleva a la Tierra. “De ahí pasamos a ver si es posible fabricar la Death Star, la nave insignia de Star Wars, capaz de destruir un planeta como la Tierra. Los cálculos muestran que para generar un rayo que en segundos logre desintegrar un planeta de este tamaño se necesitaría acumular el equivalente a la energía que emite el Sol durante semanas. Algo que, afortunadamente, está muy lejos de nuestro desarrollo tecnológico”.