CIENCIA
Domingo de Pascuas

Visiones, alucinaciones y contradicciones: la resurrección de Jesús explicada por la ciencia

Este domingo, los cristianos celebran el día en que el Mesías volvió de entre los muertos. Pero los fundamentos científicos tienen una explicación diferente de lo que sucedió de la que ofrece la Biblia.

La resurrección de Cristo 20230403
La resurrección de Cristo. | shutterstock

La fe cristiana, en sus diferentes vertientes, es la más numerosa de la humanidad y en estos días se celebra la Pascua de Resurrección, en el día en que según la creencia Jesucristo resucitó de entre los muertos al tercer día de ser crucificado.

La Santa Pascua se celebra en todo el mundo de diferentes maneras según los usos y costumbres, y es una de las celebraciones más importantes, junto con la Navidad, para la fe cristiana.

Pero ¿qué dice la ciencia de aquella resurrección? ¿Cómo pudo aquel profeta judío, que se decía hijo de Dios, haber resucitado de entre los muertos, volver a hablar con sus apóstoles y finalmente ascender a los cielos? El libro de los milagros - Lo que realmente sabemos acerca de los sorprendentes fenómenos de la religión, escrito por el investigador y periodista Carlos Orsi y publicado por Eudeba, intenta develar estos misterios y encontrarle una explicación científica, que probablemente escandalice a los creyentes, pero echa un manto de claridad a las contradicciones que relata la Biblia.

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El libro de los milagros 20230403
El libro de los milagros

La resurrección de Jesús según la ciencia

Del capítulo 5, titulado “La resurrección”, anticipamos un fragmento que explica científicamente qué pasó aquel domingo, cuando Cristo, según la leyenda, pudo mover la piedra de su sepulcro y se presentó ante sus apóstoles.

(…) Los relatos de la resurrección, teniendo en cuenta la Carta de Pablo y los cuatro Evangelios canónicos, son casi tan contradictorios entre sí como los de la Navidad. No hay acuerdo sobre si la tumba estaba abierta o cerrada; si Jesús apareció primero ante una o más mujeres, ante los discípulos o ante Pedro. Ni hay consenso sobre la primera aparición ante los apóstoles: si ocurrió en Jerusalén (Lucas y Juan) o en Galilea (Mateo y, en consecuencia, Marcos). Tampoco se sabe si el Cristo resucitado era un cuerpo de carne y hueso, que necesitaba abrir la tumba –o hacer que un ángel la abriese– o un ser espiritual, capaz de atravesar la piedra.

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En 2004, el teólogo e historiador alemán Gerd Lüdemann publicó los resultados de una extensa investigación, The resurrection of Christ: a historical inquiry (La resurrección de Cristo: una indagación histórica). Lüdemann analizó no solo los textos canónicos, sino también otros documentos de los comienzos del cristianismo que solo sobrevivieron en forma de fragmentos, como el llamado Evangelio de Pedro. Y concluyó que la “tradición de las apariciones”, en las que el Cristo resucitado es visto por apóstoles u otros fieles y que pueden ser comparadas a la visita de un ángel o de un fantasma, y la “tradición de la tumba vacía”, que cuenta el descubrimiento de la tumba desocupada, surgieron de forma independiente una de la otra.

“Con el tiempo, las tradiciones de la tumba y de las apariciones fueron tornándose cada vez más cercanas, hasta que la naturaleza de los relatos originales de las apariciones se volvió irreconocible”, escribe Lüdemann. El historiador continúa diciendo que los registros remanentes sugieren que las apariciones eran, originalmente, experiencias subjetivas, como visiones o alucinaciones.

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Lüdemann concluye que las visiones de Cristo después de la crucifixión ocurrieron originalmente en Galilea, no cerca de la tumba o en la ciudad de Jerusalén, y que probablemente comenzaron como una reacción psicológica de Pedro a la muerte de Jesús, en una mezcla de tristeza y culpa por haber negado al maestro –como se describe, por ejemplo, en Marcos 14:72 y Mateo 26:34–. El investigador compara la experiencia con la de los viudos que muchas veces todavía imaginan ver u oír la voz del cónyuge muerto, pero en un contexto de shock y sorpresa mucho más fuerte.

Gerd Lüdemann sostiene que la muerte de Jesús no solo habría sido abrupta e inesperada para sus discípulos –que contaban con la llegada inminente del Reino de Dios–, sino que los habría privado de una fuente incalculable de estabilidad emocional y de apoyo psicológico: al final de cuentas, para seguir a Jesús, los apóstoles habían abandonado a su familia, su profesión, la religión –la forma ortodoxa del judaísmo– y la propia sociedad en la que vivían. De repente, se encontraron cara a cara con la dura realidad de la cruz y fueron obligados a gestionar el impacto emocional provocado por la muerte de Cristo, además de encontrar una interpretación aceptable para los hechos del Calvario. (…)