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Brindar con copas rotas

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Sonriente. Alberto F cierra 2021 envalentonado. | Juan Obregon

En medio de unas Fiestas nuevamente atravesadas por las alertas globales y locales de la pandemia, aunque con menos letalidad e impacto sanitario por las vacunas, la dirigencia política argentina encuentra motivos para levantar copas y brindar.

El más entusiasta parece ser el Presidente. Lo expuso tanto en su breve mensaje por cadena nacional pre Nochebuena como hace una semana en el amplio reportaje exclusivo de casi tres horas que le dio a PERFIL.

Para cimentar ese espíritu, Alberto Fernández elige pararse sobre todo en el rebote de la actividad económica 2021 y la masividad del plan vacunatorio. Salud y economía, como reza el eje discursivo gubernamental desde que hace veinte meses el covid trastocó todo.

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No lo dice, pero el jefe de Estado se siente además fortalecido tras los resultados electorales de noviembre, luego del cimbronazo que causaron en el FdT y en el Gobierno las PASO. Ganar perdiendo, otro eje oficialista enancado, además, en sucesivas movilizaciones masivas y en un Gabinete que no solo no se tocó: los ministerios más cuestionados desde el kirchnerismo recibieron el derrame del autoempoderamiento albertista. Cuánto durará es la pregunta que ronda dentro y fuera del poder.

Cristina Fernández de Kirchner encontró los mejores motivos para alzar su copa en los beneficios judiciales. A las absoluciones en las causas del dólar futuro y del memorándum con Irán (procesos que intentaron judicializar decisiones políticas, acertadas o erradas), se sumó Hotesur-Los Sauces. Este expediente, que se iba a exponer en juicio oral y público, por primera vez ahondaba en su patrimonio y en el de su hijo Máximo y su hija Florencia.

Alberto F, otra vez en modo empoderado

Pese a que esta historia no terminó, porque finalmente las apelaciones para que el juicio sí se haga llegarán a la Corte Suprema, la vicepresidenta gana mucho tiempo. Y acaso le ayude a paliar el sinsabor de haber perdido el control del Senado, donde el FdT ya no tiene quórum propio.

La oposición también expresa sus razones para celebrar. Triunfó en las legislativas y en el enclave peronista bonaerense. Sin embargo, se trenzó más rápido que nunca en las internas de cada uno de los partidos que integran la coalición, así como entre las fuerzas que componen el espacio. Eso sí, por ahora se abroquelan contra el Gobierno. Le voy a poner comillas para que se note: “por ahora”.

JxC no sería el primer caso político en la historia universal en el que el espanto une más que el amor. Esta cultura coalicionista tiene su antecedente cercano con la Alianza que venció a Duhalde, con el propio Cambiemos, que ganó en 2015 y con el actual oficialismo nacional. Por si hiciera falta decirlo: no somos Europa y su sistema parlamentario, sino Argentina y su presidencialismo.

Estos ejemplos deberían ser analizados por la oposición para evitar insistir en modelos convenientes para triunfar electoralmente, no para gestionar, en especial en crisis.

Porque el país está en una crisis profunda. Y nuestros brindis están algo rotos por la pobreza, la inequidad, la falta de oportunidades y muchos etcéteras. Con esas copas rotas, brindemos también por quienes ya no están, debido al covid o a lo que fuera. Los y las llevamos en nuestro corazón sobreviviente. Lo merecen.