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IDEOLOGÍA

El ascenso del libertario

Para entender algo nuevo se debe construir una nueva categoría. Es lo que hará falta para la etapa que se inicia.

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El monstruo que yo inventé, Javier Milei. | Pablo Temes

Asume en Argentina el primer presidente libertario de la historia mundial. Con esa carga conceptual, el planeta estará prestando atención a la actuación de Javier Milei. Qué significa tener un presidente de esta identidad ideológica es una pregunta que se hace medio mundo, dirigentes, analistas, empresarios y ciudadanos de a pie.  

La irreal realidad. Immanuel Kant, a fines del siglo XVIII, planteó en su Crítica de la razón pura que solo podemos comprender el mundo a través de la construcción de categorías, y por lo tanto, para entender algo nuevo se debe construir una nueva categoría. En ese sentido, para observar los lineamientos de Milei, hay que ir a El manifiesto libertario, donde Murray Rothbard definió el credo libertario como aquel que “descansa sobre un axioma central: ningún hombre ni grupo de hombres puede cometer una agresión contra la persona o la propiedad de alguna otra persona” (pág. 39). Este planteo estricto construye una categoría bicéfala en la que la persona y la propiedad se encuentran en el mismo plano, contra la mayoría de las filosofías políticas de la modernidad, para continuar en términos polémicos que “el libertario, en suma, insiste en aplicar la ley moral general sobre todos, y no hace ninguna excepción especial para personas o grupos” (pág. 40).

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Sin embargo, vivimos en tiempos posmodernos, donde el pragmatismo desordena las categorías y las vuelven fluidas. Las antiguas formas de leer la realidad no se pueden formular como doctrinas fijas y sufren la adaptación permanente dependiendo el contexto. Quizá sea complejo de entender para quienes votaron con la biblia mileinista la composición del gabinete inicial, un composé que reúne a personas muy conocidas como Luis Caputo o Patricia Bullrich –participantes de la gestión de Mauricio Macri– con otras desconocidas, fuera de brújula, donde incluso Marco Lavagna seguiría a cargo del Indec. También, contra lo que se había sostenido en campaña, el monopolio de la fuerza del Estado (Seguridad y Defensa) descansará en manos de la fórmula presidencial del ex Juntos por el Cambio.

Unidos o separados. Mirando los números de la recomposición de la Cámara de Diputados, no pocos dirigentes de La Libertad Avanza se preguntan si sin ese apoyo de Macri “que parecía incondicional” no hubieran ganado igual el balotaje, Claro está que en el horizonte de esos días aparecía un escenario de paridad entre Sergio Massa y Javier Milei, y la historia no es un experimento de laboratorio que se pueda repetir cambiando las condiciones iniciales.  

La bancada de JxC se ha dividido en tres. Desde esta semana se ha constituido un pequeño bloque dirigido por dos pesos pesados de la fluidez política (debe leerse rosca) Miguel Ángel Pichetto y Emilio Monzó (Cambio Federal). Habrá que prestar mucha atención a este bloque, ya que desde allí pueden surgir los borradores de la renovación del peronismo derrotado. En otro de los bloques se abroquelaron los diputados radicales (que tendrían unos 35 miembros), dejando en soledad a los del PRO (unos 40) que habían apoyado al Pacto de Acasusso. Todos pasarán a mirar a partir de mañana la solidez del bloque de Unión por la Patria (101 diputados). Viendo la historia del peronismo en oposición, difícilmente permanezca unido.

Las expectativas sociales no estarán puestas tanto en las tensiones de la política, sino en el rumbo de la economía. La idea de que el gasto público debe reducirse al mínimo se ha instalado en una parte de la sociedad, incluyendo a los votantes del peronismo, pero no son del todo claros los caminos que pueden conducir a la reducción del Estado cuando gran parte de este gasto son intereses de la deuda y jubilaciones. Es claro que la alta inflación es una suerte de fiebre que multiplica al enojo social, y lleva a algunas voces a blandir una suerte de revancha. La necesidad del crecimiento de una economía largamente estancada y que permita relativizar el peso estatal no ha sido parte del debate electoral y tampoco es primordial, al menos para esta primera etapa del nuevo gobierno, ya que como el mismo Milei lo comentó no se espera otra cosa que una fuerte recesión para los próximos tiempos, y se puede suponer que la posible expansión de la economía se base más en la exportación que en el consumo.

Lo que vendrá. Queda para el cierre de esta nota la intriga sobre las características finas del (o los) proyecto de ley que el nuevo mandatario enviará al Congreso y que será parte de los anuncios proyectados para este mismo día de toma de los atributos presidenciales. Una ley ómnibus que presente todo al mismo tiempo será un juego de todo o nada y demandará largas negociaciones y un futuro incierto. Más allá de las versiones que circularon a lo largo de estas semanas, la arquitectura del plan será compleja y abarcará una cantidad de temas que generarán polémicas y reacciones diversas e incluiría medidas desde la eliminación de las primarias –que no puede salir por decreto– hasta la privatización de las empresas públicas (incluyendo Banco Nación), pasando por la liberalización de los mecanismos para compra de dólares vía MEP o contado con liqui.

Triunfo del anti-Estado

El posible pedido de delegación de poderes del Congreso al Poder Ejecutivo es unos de los temas que más resistencia levantarán entre los parlamentarios, aunque se ha hecho otras veces especialmente en cuestiones impositivas. Una cuestión que circuló en la semana es la eliminación de las elecciones de medio término, lo que implicaría un llamado a la reforma constitucional, lo que sería reiniciar el proceso electoral con pronóstico reservado. Es cierto que se evalúa que se incluyan medidas bien vistas por los sectores medios como la eliminación de los registros de propiedad automotor. Curiosamente estas oficinas “privadas” fueron creadas en 1988 y distribuidas gran parte en los revalorizados años menemistas, pero que se han multiplicado para llegar a más de 1.500 oficinas en todo el país.

Adiós a Alberto. Quedará para la historia evaluar al presidente que se va. Se retira con más rechazo que honra y, por más que no lo pueda admitir, sus cuatro años fueron determinantes para el ascenso del libertario.

*Sociólogo (@cfdeangelis)