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Triunfo del anti-Estado

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Batalla cultural. El nuevo gobierno busca protagonismo del mercado. | cedoc

Voto bronca, venganza, desencanto, revancha, o un largo etcétera. Más allá de Murray Rothbard, la Escuela Austríaca y el enigmático libertarianismo, el 55% de los votantes encontró en Javier Milei un catalizador, una válvula de escape para ese gran continente de frustraciones en que se ha convertido Argentina. Un 30% de esa magnitud lo eligió de primera mano; el resto, como una alternativa al peronismo.

Estado de malestar. El principal rechazado en el balotaje del 19 de noviembre fue el Estado, específicamente el construido en su modalidad kirchnerista. Esto es particularmente difícil de interpretar para quienes enarbolaron el emblema del “Estado presente” o en su paroxismo “el Estado que te cuida” de Alberto Fernández proclamado durante la cuarentena. La lectura mayoritaria ahora es que aquel modelo de organización fue una suerte de “nomenklatura soviética” que puede decidir sobre la vida y los bienes de las personas. En esta clave ha sido interpretado cada acto de gobierno desde al menos 2008, en concurso con el conflicto de Cristina Kirchner con los sectores agropecuarios. No es coincidencia que el primer acto discursivo sea la pretensión de privatización de Canal 7 y Radio Nacional, dispositivos comunicacionales que vienen expresando esa mirada lejos de la pluralidad que se suele reclamar a los medios públicos.

El pacto de Acassuso con Milei es más problemático de lo que Milei pensó después de la primera vuelta

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El largo adiós. El Estado-Nación es un producto de las revoluciones burguesas europeas de los siglos XVIII y XIX. Estas revoluciones derribaron el modo feudal de producción y por ende la relación de vasallaje entre campesino y señor feudal. Una de las primeras tareas de las monarquías absolutistas (organizaciones políticas de transición hasta las naciones modernas) fue el establecimiento de sistemas impositivos extendidos en el territorio y unas fuerzas armadas centralizadas, fundamentales para las futuras tareas coloniales.

El muy actual Napoleón tuvo un rol fundamental en el proceso al aplastar con sus tropas al Ancien Regime en toda Europa, exportando el “espíritu absoluto” de la civilización en el Código Napoleónico. De aquí surge la famosa frase de Hegel: “He visto al espíritu montado a caballo” mientras terminaba su Fenomenología del espíritu en Jena, cuando los cañones napoleónicos derrumbaban al ejército prusiano comandado por Federico Guillermo III de Prusia. También en 1800 el autoproclamado emperador creaba el Banco de Francia, que comenzó a acuñar moneda (de oro, por supuesto), institución hoy subsumida en el Banco Central Europeo. Los tiempos actuales presencian el largo deterioro de los Estados nacionales fruto de la promesa de la globalización y del triunfo del sistema financiero internacional que fluye en las redes infocomunicacionales.

¿Quién es Milei? Observando el panorama mundial, resulta rara avis que se agrupe a Javier Milei en un conjunto de expresiones de la llamada nueva derecha mundial con Donald Trump, Giorgia Meloni o Santiago Abascal, cuando estos representan a la reacción antiglobalizadora de estilo neoconservador, mientras el presidente electo de la Argentina se ha expresado por la liberalización completa de toda la economía, incluso por la abolición completa en dos años de los aranceles a la importación. En esta línea, se puede encontrar una mayor proximidad de Milei con Jair Bolsonaro, en especial por lo realizado por el brasileño en las reformas de las leyes laborales, del sistema de jubilaciones y el alineamiento con los Estados Unidos, política que ha vuelto a modificarse con el retorno de Lula da Silva.

Transiciones. Javier Milei tendrá que superar diversas complicaciones en su camino presidencial. El primer problema que se ha generado en estos días posteriores a su triunfo electoral es la conformación de su gabinete. Como emerge la alianza con Mauricio Macri –o el Pacto de Acassuso–, es más problemática de lo que Milei planteó después de las generales sobre que el apoyo de Juntos por el Cambio era incondicional. El regreso de dos figuras claves entre 2015 y 2019 (Luis Caputo y Patricia Bullrich) muestra que el pliego de condiciones era más detallado. Las preocupaciones ciudadanas se anclan principalmente en la inflación y la seguridad, por lo cual el éxito de quienes ocupen los ministerios de Economía y Seguridad (o como se llamen finalmente) será lo que selle la suerte de la nueva gestión.

Rugidos en La Rosada

El vértigo de los nombramientos y desnombramientos en la semana que pasó señala tanto la necesidad de conformar una alianza estable como la lucha de sectores del establishment que buscan intervenir en el nuevo ciclo económico. En el primer sentido, el efímero nombramiento de Carolina Píparo a cargo de la Anses y su “reemplazo” por Osvaldo Giordano indican que se acepta sacrificar a alguien propio como la candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires para ampliar la alianza hacia Córdoba, ya que Giordano es el ministro de Finanzas del gobernador saliente, Juan Schiaretti. También se debe señalar que cambiar el sistema de jubilaciones sería una de las prioridades de la nueva gestión, pero no es claro cuáles serían los pasos a seguir. Las jubilaciones y pensiones ocupan aproximadamente el 47% del presupuesto nacional y la posible privatización del sistema restaría aun más recursos a las flacas arcas estatales.

En cambio, comprender la temprana baja de Emilio Ocampo del BCRA, padre de la nonata dolarización, será una tarea de más lenta asimilación, La presunta incorporación de Luis “Toto” Caputo, el Messi de las finanzas para Mauricio Macri, parece ser parte del acuerdo con el expresidente, aspecto que se puede predecir como problemático a un futuro muy próximo.

El regreso de la batalla cultural. La otra gran incógnita debe ser expresada en términos ontológicos sobre si es posible pasar de una cultura estatalista a otra basada en la competencia de mercado. El término estatalista es más amplio que el de las posturas estatistas. Por esto último se puede entender tener unas aerolíneas de bandera. En cambio, el término estatalista se refiere a la expectativa general de que el Estado debe resolver cada problema de la sociedad civil. Ejemplos hay miles, el más curioso es un país que palpite por la cotización del dólar, segmento en donde históricamente los distintos gobiernos decidieron intervenir por las vías más diversas para alegría de unos pocos que pudieron construir fortunas que empobrecieron al resto.

*Sociólogo (@cfdeangelis).