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Feminismo

El fin de Barbie

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Película. Se acepta la muerte como el precio que hay que asumir. | prensa Warner

Hay una versión de la muñeca Barbie en silla de ruedas, como también se encuentra en las jugueterías otra con hiyab. No falta tampoco la Barbie transgénero, pero la serie que se comercializa es sin pene.

En un momento de la película Barbie, de Greta Gerwig, la versión hetero de la muñeca aclara a una pandilla de muchachos en el paseo de la playa de Venice, que ella carece de vagina y Ken de pene. No les dice que tampoco está dotada de pezones: sus pechos son una masa plástica cónica y en punta, siguiendo el criterio estético de los sujetadores femeninos de los años 50, cuando fue creada, y que Hollywood divulgaba en las figuras de Marilyn Monroe, Kim Novak o Ava Gardner.

Este el problema narrativo que Gerwig tiene que sortear para convertir a Barbie en un relato adulto. Sin deseo no hay relato, sin pulsión no hay movimiento. En El show de Truman, la película de Peter Weir, el protagonista poseía deseo, pero no lo podía proyectar en el mundo artificial que habitaba. Barbie no carece de mundo, porque ningún deseo la mueve, es funcional al presente que habita. El feliz hallazgo de la directora de la película es que presenta a Eros a través de Tanatos: el primer sentimiento de Barbie es percibir una condición impensable en el plástico, la finitud. No es el mal aliento lo que siente por primera vez una mañana: es el olor de la muerte.

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Las gotas de Rothko

Hay un antecedente del viaje de Barbie al mundo real y es el que realiza en el mediometraje de Todd Haynes, Superstar - The Karen Carpenter Story. En esta película experimental las muñecas y muñecos de la línea Barbie se mueven en casas de muñecas con insertos en blanco y negro de fragmentos documentales de los años setenta en Estados Unidos, Nixon y Vietnam mediante. En ese marco se narra la muerte de Karen Carpenter a la que llega padeciendo anorexia nerviosa, sin omitir la compañía tóxica de su familia en ese tránsito.

La compañía de juguetes Mattel siempre ha vigilado de cerca la imagen de su principal pieza comercial y en 1986 llevó a juicio –perdiéndolo–, a la cantante belga Lio que popularizó una canción, Barbie, en la que la muñeca acaba suicidándose.

Solo la muerte, al parecer, es la vía para alcanzar la carnalidad del personaje. Pero hay otra cuestión que también está resuelta de manera brillante y es el modo de situar a Ken en el matriarcado inicial de la película. Ken reclama para existir que Barbie lo mire. Es acertado porque conecta con la definición de Sartre: solo existimos en la mirada de los demás. Esto no se contradice con el infierno que representan los otros. El patriarcado, por ejemplo, es el averno para la mujer al invisibilizarla. ¿Es de Perogrullo señalar como la visibilidad se acelera a partir de las condiciones del sistema?

Cambiar el mundo

En el momento que Karen Carpenter atravesaba ya sin remisión su enfermedad que diez años después terminaría con su vida, a principios de los setenta, Annie Ernaux en Los años, describe cómo en aquel tiempo, un lustro después del 68 francés, la publicidad se convierte en la monitora cultural de la sociedad, en la que “los niños reclamaban agua Evian con sabor a fruta, un coche teledirigido y una muñeca Barbie”. A pesar, cuenta Ernaux, de que en la educación pública se intentaban contrarrestar los efectos de la avalancha de prosperidad y consumo, su generación veía “cómo los ideales de los efectos del mayo francés se convertían en objetos y diversión”. A pesar de mantener su mirada del mundo –aún hoy la escritora sostiene esa independencia–, confiesa que entonces, el espíritu del tiempo los arrinconaba para convencerlos de que ellos no envejecerían.

Es justo el lugar en el que despierta Barbie en la película. De algún modo, lo interesante es que acepta la muerte como el precio que hay que asumir para que el deseo fluya. La película, erigida para poner el foco en el campo de acción del feminismo y la diversidad (como en la Barbie con hiyab, vitiligo o trans), tratado como una característica de producto como el sabor a frutas del agua Evian, se convierte en un relato atractivo.

La creatividad de Greta Gerwig le permite resolver un tema de marketing con una cuestión de fondo que es ver al otro, desearlo y que ese encuentro permita aceptar la finitud. Éste es el fin de Barbie.

*Escritor y periodista.