Si se lo observa con algún detenimiento, en el armado de su gobierno Mauricio Macri ya ha empezado a dar ciertas señales de cómo toma decisiones. Ese es un aspecto clave a tener en cuenta para evaluar cualquier liderazgo, donde la principal demanda es decidir casi todo el tiempo: con mejores o peores resultados, pero se decide.
Después de ocho años como jefe de Gobierno porteño, no sólo llegó a su máxima aspiración política, sino que además debió definir cargos clave en las tres principales estructuras estatales del país (Nación, Provincia y Ciudad).
Está claro que resalta la inédita designación en puestos importantes de accionistas y ex CEO de importantes empresas, de lo que da cuenta nuestra apertura de Economía de la página 22. O la integración de un gabinete económico con múltiples liderazgos y presupuestos, que puede resultar como el Barcelona (un equipo de figuras que funciona y golea) o el Real Madrid (un grupo de galácticos que son un fiasco), parafraseando las metáforas futbolísticas que tanto apasionan al presidente electo. Y no es verso.
Se puede detectar firmeza en las decisiones de Macri no tanto por ocupar casilleros con gente que considera proba y de confianza (para él y para quien habla de estas cosas, su amigo del alma Nicolás ‘Nicky’ Caputo, dueño del grupo empresario que lleva su apellido), sino más por las que han inflingido algún tipo de castigo a postulantes que parecían número puesto.
En esa lista podrían incluirse por diferentes motivos a Guillermo Montenegro (quien aspiraba a ser ministro de Seguridad de la Nación), Carlos Melconian (premio consuelo en el Banco Nación), Edgardo Cenzón (a Infraestructura bonaerense), Miguel De Godoy (a la Afsca y por debajo del radical Oscar Aguad) y Juan Carlos Villalonga (postergado por Sergio Bergman en Ambiente).
Tampoco pareció temblarle el pulso ante los sueños de sus socios radicales: Ernesto Sanz, de ocupar la Jefatura de Gabinete, y Julio Cobos de convertirse en presidente provisional del Senado. Prefirió promoverlos a espacios más acotados. Lo mismo que el pulso con Hugo Moyano y “los Gordos” de la CGT, zanjado en los ministerios de Trabajo y de Transporte, adonde llegan Jorge Triaca Jr. y Guillermo Dietrich. No es tan claro que se mantenga la inflexibilidad en las segundas líneas de esas dos áreas y sobre todo en la cartera de Salud, con Jorge Lemus al frente, de donde depende la superintendencia que mueve los apetecibles fondos para las obras sociales.
Macri mismo ha dicho que haber sido presidente de Boca y jefe de Gobierno fue un gran ejercicio para incorporar una aptitud que no tenía mientras era sólo un hombre de empresa. Y el hijo del dueño, nada menos. La noción de la negociación. “En la política no podés echar a alguien porque no hace lo que decís o no está de acuerdo con vos”, sostuvo más de una vez.
Por lo visto, puede ser tan terminante o implacable como flexible. Puede dar fe Gabriela Michetti, con la que quedó dolido/ofendido por no bajarse de la primaria PRO porteña, jugó abiertamente en su contra, le ganó y luego le pidió sumarse a la fórmula presidencial. ¿Por qué? Creyó que era lo más conveniente. Un pragmático.