La definición del futuro gabinete fue una de las decisiones más esperadas del presidente electo. Tardó en dar a conocer los nombres de los titulares de las carteras y mantuvo el suspenso hasta el final. Algunos de los nombres que mayor resonancia tuvieron en el debate público fueron luego descartados, cumpliendo con la ley de hierro que dice que “el que suena, sonó” o, como dicen en México, “el que se mueve, no sale en la foto”.
¿Qué hay de especial en el futuro gabinete, cuya definición implicó tanta incertidumbre? Fundamentalmente hay que señalar que este sea quizás el primer gobierno de coalición en sentido estricto. Si bien varios presidentes han llegado al gobierno respaldados por una amplia coalición electoral –como lo fue el de la Alianza, el del Frente para la Victoria o el reciente de Cambiemos–, pocas veces han transformado la coalición electoral en coalición de gobierno. Quizás con la excepción del primer Kirchner (2003-2005), todos los presidentes fueron jefes políticos del partido mayoritario de la coalición y pudieron nombrar y destituir a sus ministros sin requerir negociación política alguna. De vez en cuando algún sector lograba influir en el rumbo de algún ministerio, pero la potestad exclusiva siempre fue del presidente. A modo de ilustración: los socios electorales de Mauricio Macri, en especial la UCR y el sector “peronista” de Monzó, tienen muchos reproches sobre los mecanismos de toma de decisión y funcionamiento del ultimo gobierno.
La novedad del gobierno de Alberto Fernández, y creo que la clave de la incertidumbre en la formación del gabinete, reside en que este es el presidente de una coalición integrada por tres partidos de orientación peronista. El socio electoral mayoritario es Unidad Ciudadana, la fuerza de la vicepresidenta electa. Los otros dos socios partidarios son el Frente Renovador, del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y el Partido Justicialista, hoy la expresión partidaria de los gobernadores peronistas. Desde luego, también hay socios sectoriales, como la CGT o sectores de la industria y las pymes, así como diferentes organizaciones de los movimientos sociales. De este modo, la formación del gabinete es producto de un delicado y equilibrado proceso de construcción política que va de lo electoral al gobierno. No es producto exclusivo de la decisión personal presidencial, sino que implica un proceso de negociación y acuerdo conducido por Alberto Fernández, un hombre acostumbrado y entrenado en esos menesteres.
En este sentido, es una novedad para la política argentina. El primer gobierno de coalición, en sentido estricto.
(*) Conicet-UdeSA @dgreynoso.