COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Es imprescindible el equilibrio cuando se acercan las elecciones

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Goya. El sueño de la razón produce monstruos (1799, integra la serie Los caprichos). | cedoc

A esta altura del proceso preelectoral es conveniente preguntarse –y preguntar a los lectores– si el crecimiento del candidato Javier Milei es una consecuencia de su atractivo personal, si lo son las ideas que lanza casi sin anestesia o si su figura es una mera construcción en cuyo desarrollo mucho han contribuido medios y periodistas, algunos de ellos con cierta fama. Mostrar públicamente asombro por sus propuestas no tiene sentido. Sí lo tiene evitar que el personaje se transforme en un imparable monstruo político alimentado por una opinión pública oscilante entre la decepción y el hartazgo.

Yolanda Ruiz, corresponsable de la Red Ética Segura de la Fundación Gabo (una organización con sede en Colombia de alto compromiso con las formas correctas de ejercer el oficio de periodista), citada muchas veces por este ombudsman, escribió tiempo atrás en respuesta a una consulta: “El periodismo se debe a la sociedad en su conjunto y no solamente a una parte de ella. En ese sentido, si hay varios candidatos o partidos en una contienda, la ética nos invita a ofrecer a la audiencia información, contexto y análisis sobre las distintas opciones y también una mirada crítica sobre ellas. No podemos olvidar nuestra labor de veedores de todos los poderes. Lo que más sirve a la democracia es el periodismo independiente que trabaja con rigor y con el menor sesgo posible. Casarse con un candidato o partido no es lo recomendable desde el punto de vista ético porque nos saca de nuestra tarea de base que es informar con rigor, independencia y pluralismo. Adicionalmente, cuando se toma partido y se pasa a la información militante o al activismo, el periodismo deja de ser tal y puede convertirse en propaganda. Eso pone al periodista, o su medio, en una orilla política, lo que de inmediato lo convierte en contendor y sujeto de las batallas propias políticas”.

Con Milei ha sucedido y sucede un caso curioso: por acción, omisión, opción deliberada o por seguir la corriente, su nombre e ideas sirvieron para instalarlo como candidato y –más tarde– comenzar a criticarlo. Esto, a cargo de las mismas personas que ejercen este oficio. No son muchos los que mantuvieron siempre una postura independiente, alejada de la propaganda y cercana a lo que el periodismo debe hacer. “Se entiende que es imposible despojarse de nuestras ideas o prejuicios –escribía Ruiz–, pero hay que hacer esfuerzos para tomar distancia de las fuentes y los hechos para hacer mejor nuestro trabajo. Todos los medios tienen líneas editoriales que marcan el derrotero de su trabajo, por supuesto, pero el periodismo cruza la línea del activismo o la militancia cuando se considera que no hay otras miradas posibles ni aceptables y empieza a sesgar la información en favor de su candidato o partido. Si la verdad se tergiversa, si se censuran informaciones, si se silencian o agreden candidatos por prejuicio, el buen periodismo pierde el norte y la democracia se debilita”. Recomiendo a los lectores de PERFIL no comprar a ojos cerrados la seducción del candidato y sus ideas, que poco tienen que ver con el espíritu democrático.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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