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trayectoria y aspiraciones

La inocencia de los peces

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Quién es. Massa “se juramentó impedir el regreso de Cristina Kirchner (y está con ella)”. | NA

Aunque no lo parezca, podría haber una relación entre la aparición de Sergio Massa como superministro de Economía, la capacidad humana de atención y la memoria de los peces. Una creencia muy difundida, y que se dio por cierta durante algún tiempo, decía que los peces, los vertebrados más antiguos del planeta, no recuerdan nada que haya ocurrido más de 30 segundos antes. Pero varias investigaciones, especialmente la del Instituto de Tierra, Agua y Sociedad de la Universidad Charles Sturt, en Australia, demostró lo contrario. Los peces tienen excelente memoria. Por otra parte, estudios realizados acerca de la ventana de atención (tiempo durante el que un usuario digital puede mantener fija su capacidad de mirar, leer o escuchar), muestran que ésta pasó de 12 segundos en el comienzo de este siglo a 8 segundos en 2015, y acaso menos en la actualidad.

Con esta mínima capacidad de atención, el pensamiento crítico es imposible y los mensajes, imágenes o sonidos deben ser brevísimos e insustanciales. Puro efecto sin contenido. Si se combina este fenómeno con la instalación en los humanos de la supuesta corta memoria de los peces, se podría obtener una hipótesis que explique por qué Massa apareció de pronto como la gran esperanza blanca en un país económica y socialmente devastado. No prestar atención y no recordar podrían explicar, efectivamente, el olvido acerca de quién es el nuevo superministro. Se trata del hombre que iba a terminar con “los ñoquis de La Cámpora” (y se unió a ellos), de quien se juramentó  impedir el regreso de Cristina Kirchner (y está con ella), de quien firmó en cámara una declaración manuscrita en la que daba su palabra sobre cuestiones que luego no cumplió, es quien puede imitar grotescamente cualquier tonada o dialecto, si eso conviene a sus planes y quien puede prometer algo para atraer gente a su redil, y después hacer lo contrario y dejarlos en banda. En cuanto a confiabilidad es alguien muy similar a Alberto Fernández (a quien en los hechos reemplaza ahora y formalmente, ya había remplazado en 2008 en la Jefatura de Gabinete). Pero a diferencia del Presidente que no preside, Massa no procrastina. Tiene la Presidencia entre ceja y ceja y su ambición es voraz, no se detiene en detalles que pudieran vincularse con algo tan ajeno a la práctica política como son las cuestiones éticas.

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El olvido de la trayectoria de Massa o la poca atención a la misma son una base lógica para el optimismo sobre su gestión, manifestada por la mafia económica que responde al nombre de mercados, y que se escuda en el anonimato, la especulación, la fobia a leyes y regulaciones y la irresponsabilidad respecto de las consecuencias sociales de sus artimañas. Claro que ese optimismo tuvo su pico en las 24 horas siguientes al nombramiento y luego se atemperó. El superministro deberá mostrarse muy en línea con el apetito siempre insaciable de los mercados para contar con su apoyo. Lo que mientras tanto ocurra con el 40% de la población en la línea de la pobreza, con los que no son pobres de dinero, pero sí de esperanzas y de futuros, con los que ya no creen que haya aquí un porvenir posible, esa es otra historia.

Massa quiere ser presidente, y si no se subía a este tren quizás no habría otro. Todo lo que haga tendrá un alto grado de efectismo, porque el convoy tiene un recorrido corto y veloz, las elecciones son la terminal de una cuenta regresiva y deberá recibir rápidamente la aprobación de la tribuna local, esa que protagonizó el besamanos del miércoles 3, día de su asunción. Nada de lo que haga o prometa estará relacionado con el largo plazo, con el provenir y con una posible visión común y convocante para la sociedad entendida como una integración de lo diverso, sino con una urgencia personal que buscará (a cambio de las prebendas del caso), los apoyos y complicidades de cada momento. Solo por falta de atención, brevedad de la memoria y ausencia de pensamiento crítico podría llegarse a pensar que este Massa de hoy no es el de ayer y el de siempre. Aunque es cierto que en la Argentina sobran pruebas de atención breve y memoria corta. Y no por culpa de los peces.

*Escritor y periodista.