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opinión

La política simulada

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Los simuladores. JxC parece atravesar una crisis de autenticidad peligrosa. | telam

Es evidente de que para el actual equipo de comunicación de María Eugenia Vidal sería interesante exponerla al público en estado de indignación y bajo una auto descripción de autenticidad. La secuencia televisiva es perfectamente idéntica, con un inicio calmo y explicativo, un segundo e inmediato momento con el rostro indignado y gestos acumulados de bronca, con un cuerpo que se inclina en la dirección de quien se encuentra en el rol de hacer las preguntas, la inclusión en el derrotero semántico de que estas cosas no le importan a la gente y el cierre con el intento de entronización personal para lograr votos. Este esquema acabado al detalle ofrece una simulación, la de hacer de cuenta que estamos en 2015, pero con un tiempo, el de ese cambio, que ya ha finalizado como proyecto posible.

La reflexión sociológica alrededor de la idea de simulación merece una atención amplia que permita exceder el esquema básico y recurrente de la estima o desestima sobre quién sea o no medianamente auténtico. De modo muy sencillo, se intenta describir a los bueno o malos en política en función de la capacidad para ser o no claros sobre su real existencia e intenciones, algo que conduce directamente a un esfuerzo de tipo esencialista sobre este tema. La aceptado y correcto, y por lo tanto su opuesto, quedaría anclado de manera rígida sobre una y otra condición y dejando sin espacio a la pregunta más amplia por la función que podría cumplir la representación personal simulada en diferentes situaciones sociales siempre alternativas.

Rápidamente se puede caer en la cuenta de que sería difícil determinar el modo de llegar a una condición de acción sobre la cual asegurar que un determinado comportamiento es total y absolutamente auténtico. Algo así se podría indicar sobre la base de una referencia en términos comparativos, como un caso real modelo al que se podría o no parecer. El universo de la luthería que produce guitarras eléctricas ha logrado avances notables en la construcción de modelos iguales o mejores a los que busca parecerse, algo que queda en evidencia en Argentina con el maravilloso Francisco Frugoni, pero de imposible equivalencia en la vida social.

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El mesías que todos pueden ser

Mientras sobre los elementos se puede llevar adelante una determinada condición de repetición e identidad inmodificable (de eso se trata la producción industrial) en la vida social cada nueva interacción conduce al esfuerzo por una novedad. Cualquier persona inicia, con mayor o menor nivel de conciencia, un encuentro con otra persona sobre la base de un futuro inmediato relativamente incierto y en relación a un esfuerzo compartido entre ambas partes por sostener ese diálogo. La comunicación no anda sola, sino que se basa en el compromiso compartido de quienes deben protagonizarla.

Es sobre la base de este condicionamiento operativo en que la pregunta por lo auténtico o lo falso requiere interés sociológico. Si la comunicación se construye sobre la insistencia de un mecanismo de interacción, ¿cómo podría sobrecargarse la demanda de autenticidad sobre una sola de esas partes?, ¿cómo garantizar la producción de autenticidad ante condiciones potencialmente modificables en un mismo diálogo en el que pueden intervenir conflictos sobre la base de intereses y compromisos personales? En realidad, no es lo auténtico o lo falso aquello que describe la comunicación, sino solo lo que requiere cada comunicación en cada momento renovado, incluyendo en más de una ocasión, la necesidad de la simulación para poder seguir hablando.

En el universo político la simulación se enfrenta a los desafíos de lo masivo. Quienes deben observar a su futura preferencia de voto necesitan una cierta reducción abstracta de que aquello que observan como un producto acabado y coherente, puede relacionarse con su acción ciudadana el día de la elección. De alguna manera, sus protagonistas intentan que cierta simulación sea acorde a demandas específicas del momento (ej.: Vidal indignada con la política para copiar una simulación de la gente) y lograr así continuidad en su relación con la intención de voto. Igual que dos personas, aunque con menos control interactivo, unos y otros se esfuerzan también por una continuidad que nunca está garantizada.

Esta descripción analítica puede introducir una afirmación complementaria. Así como no hay interacción sin simulación, no hay tampoco política masiva sin su necesaria simulación. Máximo Kirchner toma mate en la Unidad Básica y simula ser un militante de base, así como Vidal hace campaña como si no perteneciera al universo político, o el mismo caso de  Mauricio Macri, que pide a Larreta decisiones en conjunto a días de haber grabado un video en soledad explicando por qué en su intimidad y reflexión personal había decidido no ser candidato a presidente. Todos ellos buscan en sus carreras políticas qué rol simulado será el que mejor se ajuste a las biografías que irán constituyendo en sus carreras políticas.

La amenaza de Horacio

Un elemento clave une a los esfuerzos de simulación, sean estos en condiciones de interacción o de comunicación masiva, y ese elemento es el tiempo. Los esfuerzos por sostener una comunicación o la intención de voto se hacen en un presente que en todo momento está en movimiento y que se alimenta de aquello que va sucediendo en ese derrotero salvaje por buscar que eso siga. La contribución de ese empeño a los problemas es bastante notable ya que la chance de que la simulación sea detectada, a mayor tiempo de transcurrido ese esfuerzo, es mucho más intensa. Lo que en breve se puede evitar, a largo plazo se hace casi imposible, y las trayectorias políticas se colisionan justamente con este problema.

En este entramado sociológico de condicionantes Javier Milei ingresa casi en libertad, pudiendo construir casi desde cero, y sin pasado político, es decir sin problemas inmediatos con el tiempo, su propia biografía de simulación. Su conversación está solo comenzando y el espacio necesario para aumentar los problemas propios de la obligación del hablar y del decir todavía no han creado el acumulado correspondiente para aumentar la chance de problemas. La sociedad no puede renunciar a la simulación, lo que necesita es el reemplazo por una nueva, cuando la vieja existente queda ya agotada.

Todos los problemas actuales de las dos fuerzas políticas más expandidas se vinculan justamente al transcurso del tiempo y al intento por seguir siendo creíbles, tal como en el momento inicial en que eso parecía cierto. En Juntos por el Cambio la República se ha convertido en un problema de interpretación de las reglas electorales y en el Frente de Todos la liberación nacional en una teatralización del Presidente en sus encuentros con líderes latinoamericanos. El problema es que eso sigue ocurriendo encima del fluir del tiempo y el acumulado de simulaciones se hace expansivo a un público que ya ha aprendido, justamente por la práctica misma a la que es expuesto, a detectarlas de inmediato.

*Sociólogo.