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Los adjetivos de CFK

A la presidenta de la Nación no le gusta adjetivar. Cada vez que tiene oportunidad de explicar la realidad al prójimo, con su habitual didactismo, se ocupa de enseñar a los periodistas (que tienen prohi-bi-da la repregunta) que detesta las adjetivaciones.

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A la presidenta de la Nación no le gusta adjetivar. Cada vez que tiene oportunidad de explicar la realidad al prójimo, con su habitual didactismo, se ocupa de enseñar a los periodistas (que tienen prohi-bi-da la repregunta) que detesta las adjetivaciones. Sustantivar –desgranar a manera de inventario todo lo que contiene su discurso: relato, sociedad rural, golpismo, oligarquía, redistribución del ingreso con inclusión social, vacas, soja, esto no tiene gracia… corresponsal, ¿desde cuándo en Argentina? ¡No!, etcétera, etcétera– parece ser su especialidad, como bien sabemos. Hemos aprendido que la letra con sangre entra: nos repite siempre lo mismo, cómo olvidarla.

El sustantivo ciruelismo tiene sus costos, sin embargo. Porque hasta al más pintado se le escapa de golpe un adjetivo inoportuno. Casi obsceno. Sobre todo si se trata de ir a visitar al doctor Raúl Alfonsín –en franca recuperación– y paradigma indiscutido de todo lo que CFK decididamente no es, para desgranar a la salida, desde un auto veloz : “Fue un gesto humano”. Dice el diccionario que este adjetivo proviene del latín humanus. Entre sus acepciones, se consigna: “Perteneciente o relativo al hombre; propio de él”; “comprensión, sensible a los infortunios ajenos”; “ser humano”. Podríamos hacer un largo análisis en torno a esta calificación en relación con CFK. Pero nos llevaría demasiadas “letras de molde”, como a la señora le gusta decir.

Preferimos señalar que aunque se oculte detrás de esta nueva mascarada y se acuerde –ahora– del único ex presidente vivo que nos dignifica y ampara a todos por igual, de esa suerte de gran pater en el que nos refugiamos para pensar que no todo está perdido, el oportunismo político de su actuación empaña en forma grosera su gesto. Alfonsín –ese estadista verdadero– viene pidiendo diálogo desde que asumió el kirchnerismo. Reiteró su pedido en una carta pública dirigida a CFK durante la crisis del campo. La señora respondió entonces con sorna e ironía sustantivas. Convendría saber si en la intimidad de la visita, detrás de la sonrisa, la crispación, las simulaciones y los ademanes humanos, se la oyó decir: “Perdón, Alfonsín”, sin adjetivos.

*Escritora.