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Encuesta

Los jóvenes y el deterioro de la democracia

La mayoría de los líderes jóvenes argentinos cree que, cada vez más, los ciudadanos desconfían de la democracia del país. La debilidad de las instituciones, la falta de liderazgos capaces de escuchar a los votantes, la corrupción y la apatía a la hora de votar son algunas de las consecuencias de un país que enfrenta grandes dificultades. En cuarenta años de democracia, aún hay mucho por trabajar.

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La mayoría de los líderes jóvenes argentinos cree que, cada vez más, los ciudadanos desconfían de la democracia del país. | cedoc

Seis de cada diez líderes jóvenes del país creen que el sistema democrático argentino se encuentra en una posición de fragilidad. Como esta, hay muchas más afirmaciones pesimistas entre la juventud exitosa. El desencantamiento con la política, los dirigentes y las instituciones puede llevar a consecuencias que van desde el aumento de la corrupción hasta el autoritarismo. 

El dato mencionado resulta del “Relevamiento del pensamiento de los jóvenes líderes a 40 años de la vuelta de la democracia”, realizado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura en Argentina (OEI); el Centro de Liderazgo y Prospectiva de la Universidad del Salvador, y el Instituto Latinoamericano de Estudios Sociales. 

El 66% de los líderes jóvenes encuestados está de acuerdo con que “los argentinos cada vez descreen más en la capacidad de la democracia para darles respuestas a sus problemas”. El informe explica que este tipo de opiniones están relacionadas con un “debilitamiento de las instituciones” de nuestra sociedad.

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“Otra de las preocupaciones manifestadas por los entrevistados es que una institucionalidad en constante proceso de deterioro, y una población apática y desentendida de su función de controlar, incrementaría la probabilidad de profundización de la corrupción”, dice el informe. Es interesante pensar que la corrupción es uno de los motivos que condujeron a tal desencantamiento, y a su vez, una de las consecuencias de una sociedad que, abatida, ya no presta atención a los procesos democráticos. 

Se les consultó a los participantes cuál considera que podría ser la principal consecuencia a corto plazo de este descreimiento hacia la democracia argentina. Con un 50,9% de coincidencia, la mayoría respondió que el resultado más importante es la dificultad de los gobiernos para tomar decisiones; sigue la apatía de la población para involucrarse en el espacio de participación política (45,7%); luego, con 44,6%, la mayor probabilidad de corrupción. 

“De las respuestas no se desprende la identificación de un culpable de los problemas argentinos. Por el contrario, se identifican responsabilidades cruzadas. En América Latina, la democracia ha estado asociada a la movilidad social ascendente. Y cuando se rompe esta movilidad, nos empezamos a preocupar por la democracia”, afirma Luis Scasso, director de OEI Argentina. 

Estas son las siguientes consecuencias, aunque con mejor porcentaje de adhesión (30% aproximadamente en todos los casos): la polarización de la política y la polarización social, el crecimiento de liderazgos autoritarios y el rechazo de la población a participar en elecciones. 

La gran mayoría, un 90%, coincide en que en los últimos cuarenta años en el país se avanzó mucho en los derechos de igualdad de género. También la mayoría (63,8%) cree que se avanzó en el acceso a la información. Casi seis de cada diez (57,8%) afirman que se amplió el derecho a la salud. 

La mitad cree que los derechos laborales crecieron, y la otra mitad cree que eso no sucedió. Y a partir de acá, las opiniones son mayoritariamente negativas. El 61% afirma que se avanzó poco y nada en el derecho a la educación, al agua, al saneamiento y a la alimentación. Casi siete de cada diez líderes jóvenes creen que no se avanzó en el derecho a un ambiente sano. Finalmente, el 73% cree que no hay avances con respecto al derecho a una vivienda adecuada. Los mayores puntos de coincidencia son, entonces, que la mayoría cree que se avanzó en cuestiones de género, pero no se extendió el acceso a una vivienda digna. 

“Encontramos que el desencanto es con la política partidaria, con los partidos tradicionales. Vemos que la juventud está comprometida con políticas públicas, como las leyes de medioambiente o la importancia que se le dio a la Ley Micaela (de capacitación en género para los empleados de los poderes del Estado), a la Ley Yolanda (formación integral en ambiente para las personas que se desempeñan en la función pública) o el interés por la Ley de Educación Sexual. Son temas que movilizan a la juventud y que hacen a la política. Pero los canalizan militando a través de ONGs, por ejemplo, y no a través de la política tradicional”, señala Federico Cermelo, director del Observatorio de Familias y Juventudes de la Cámara de Diputados de la Nación. 

“En algún momento se empezó a descentralizar el esfuerzo por perseguir los objetivos. Los jóvenes se organizan en centros de estudiantes o en las redes sociales. Surgen nuevas formas de hacer política”, dice Cermelo.

Vínculos. La investigación de la OEI preguntó: “A lo largo de estos cuarenta años de democracia, ¿considera que el vínculo entre la sociedad y la dirigencia se fortaleció o se debilitó?”. Seis de cada diez creen que la dirigencia política y sindical se debilitó. También se debilitaron, aunque en menor medida (40% aproximadamente cada una), la dirigencia empresarial y los movimientos sociales. 

Las causas de tales distanciamientos más seleccionadas (de menor a mayor) fueron: la baja propensión a escuchar las necesidades de la gente, la falta de propuestas e ideas innovadoras, el exceso de personalismo, el bajo nivel de vocación pública, el encierro en los problemas de su sector y la falta de actitud de liderazgo.

“El haber nacido en democracia hace que los jóvenes les pongan más expectativas a los funcionarios para que solucionen problemas de la vida cotidiana. Necesitan que la política hable su idioma. Buscan una relación de mucha más paridad y cercanía con la autoridad, en ámbitos educativos y laborales. Esto de tener empatía con el otro, del interés colectivo; por eso la importancia que le dan al medioambiente”, afirma el director del Observatorio de Familias y Juventudes de la Cámara de Diputados de la Nación. 

Continúa: Y ese esfuerzo que hacen los lleva a dosis de exigencia; exigencia que a veces se transforma en insistencia, en enojo, en reclamos. Detrás de ese enojo está la necesidad de encontrar a una dirigencia política que sea cercana, receptiva, y que convoque a la juventud.

Entre las razones por las que no se ha podido llegar a un desarrollo sostenible en el país, se destacan: con 60,6% de adhesión, la falta de planificación a largo plazo; 51% apuntó a la corrupción; 41,2% al endeudamiento en moneda extranjera; 35,3% a la falta de visión a futuro; 34% a la dificultad para lograr consensos, y 32% a la falta de diversificación de la matriz productiva. 

La falta de conocimiento no aparece como una de las principales causas. Tampoco las políticas de comercio exterior, las políticas laborales o la ausencia de liderazgos.

Estado. La mayoría de los entrevistados (51,5%) cree que la principal función del Estado es planificar el desarrollo productivo del país. Luego sigue (32,1%) garantizar la seguridad y el orden público; 31,8% opina que el rol primordial del Estado es encargarse de la distribución equitativa de la riqueza; 30% dice que es diseñar, ejecutar y monitorear políticas públicas. 

No se encuentran entre las principales funciones elegidas mantener un marco legal y regulatorio que fomente la competencia y la libre empresa, retribuir a la ciudadanía con prestaciones y servicios acordes con los recursos que recauda o garantizar las libertades individuales. 

Cuando se preguntó sobre las esferas prioritarias de desarrollo del país, se registraron diferencias por zonas: los líderes jóvenes del norte y centro del país (con 52,4% de respuestas) hacen énfasis en el área “agropecuaria y agroindustrial”; los del centro del país y de la Ciudad de Buenos Aires (con 51,7%) priorizan la “economía del conocimiento”, y para los representantes del sur (49,7%) las energías renovables concentran prioridad. 

Para los encuestados no se encuentran entre las áreas más importantes la construcción, el transporte, el sistema financiero, la planificación estratégica o la economía popular. La opción menos votada fue “no creo que el Estado deba priorizar áreas”, de modo que la mayoría cree que hay esferas más importantes que otras. 

Casi ocho de cada diez creen que es necesaria una reforma tributaria, 12,1% dice que no es necesaria, y el resto eligió la opción “no sabe /no contesta”. El 53,4% cree que urge una reforma laboral, mientras que un 40,6% no la ve imprescindible. El sector empresarial es el que más está de acuerdo con una reforma laboral, con 75,3% de adhesión; y el sector sindical, el que menos. 

Por último, si se habla de políticas ambientales necesarias, la más seleccionada fue la promoción de energías renovables, luego la conservación de bosques y, en tercer lugar, reciclar y separar residuos. No tuvieron significativa adhesión las opciones de gastar menos energía en los hogares, así como la de reducir el desperdicio de alimentos. 

A pesar de esta lectura de la realidad, en ocasiones pesimista, que hacen los jóvenes líderes argentinos, el director del Observatorio de Familias y Juventudes de la Cámara de Diputados de la Nación, Cermelo, cree que no está todo perdido: “Por supuesto hay dificultades, pero hay una población estudiantil muy grande en nuestro país y eso muestra que hay esperanzas y expectativas. Hay que poner atención en la salud mental. Estamos en una sociedad reality, por mucho uso de las redes sociales y por la necesidad de mostrarse siempre feliz, que nos pide una exigencia muy alta. Y que, si uno no llega a satisfacerla, lo pueden frustrar”.

 

Metodología

Las entrevistas que realizaron los investigadores tomaron en cuenta a dirigentes políticos, empresariales, sociales y sindicales de entre 25 y 45 años, provenientes de diversas zonas del país. Las entrevistas se realizaron entre el 15 de febrero y el 7 de marzo de 2023, tanto de manera presencial como virtual. 

El 57,4% de los participantes son hombres, el 41,3% mujeres, el 1,3% “otras opciones”. El 44,3% tiene entre 25 y 34 años, y el 55,7% entre 35 y 45. De ellos, el 40% tiene un título universitario o un posgrado, el 33,7% tiene un título terciario universitario incompleto, y el 25,5% completó el secundario.