Quizás sucedió lo mismo en enero de 2019 y de 2015 cuando por esa fecha, nueve meses antes de las elecciones de octubre, nadie imaginaba que Alberto Fernández y Mauricio Macri irían a ser presidentes al final de esos años.
En 2019 se fantaseaba con que la tercera vía de Massa, Schiaretti, Lavagna y Pichetto sería un gran actor electoral, ya que por entonces el kirchnerismo lucía empequeñecido después de haber perdido las elecciones de medio término la propia Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires, contra el ignoto Esteban Bullrich.
En enero de 2015 Mauricio Macri estaba sostenidamente tercero, después de un Massa empoderado por haber ganado las elecciones de medio término anteriores en la provincia de Buenos Aires, y poco después era Daniel Scioli quien marchaba primero en las encuestas.
Pero este enero de 2023 el mapa político luce aún menos sólido y previsible que hace cuatro y ocho años; porque además de dudas sobre las fuerzas con las que llegarán cada una de las coaliciones en pugna, se suma ahora la duda sobre quiénes representarán a cada una de ellas.
Ambas coaliciones tienen en disputa quién será el candidato a presidente de ese sector político, mientras que en 2015 y 2019 estaba claro el liderazgo de Macri en Cambiemos, y el de Cristina Kirchner en el peronismo.
Multiplica la suma de alternativas posibles el surgimiento del campo libertario con sus distintas intensidades, desde el crecimiento de José Luis Espert en la provincia de Buenos Aires, hasta el de Javier Milei a nivel nacional.
Y lo completa preguntarse ¿si esta vez se decidirá finalmente Juan Schiaretti a encabezar una fórmula nacional o sus amagues con Urtubey son solo gestos para la fortalecer la candidatura de su delfín en las elecciones a gobernador de Córdoba, Martín Llaryora? Tanto el director de la consultora con asiento en esa provincia, Zuban Córdoba, como el representante en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados del sector de Schiaretti, Randazzo y Lavagna, Andrés “Topo” Rodríguez, coinciden en afirmar que esta vez será diferente y Juan Schiaretti sí será candidato presidencial por el peronismo que no integra el Frente de Todos.
2003 tuvo cinco candidatos entre 10 y 20 puntos de los votos. ¿Se repetirá en 2023?
Sería el surgimiento de un quinto partido nacional con influencia, que se agrega al crecimiento de la izquierda en las últimas elecciones, y al surgimiento potente de los libertarios sumados a las dos coaliciones mayoritarias. Cinco partidos relevantes contribuirían, aunque fuera en parte, a despolarizar la agrietada agenda política argentina. Ese peronismo blanco, ¿le sacaría más votos al Frente de Todos o a Juntos por el Cambio?
¿Se decidirá Macri a competirle en las PASO a Rodríguez Larreta o mantendrá la representación de su pensamiento en Patricia Bullrich? Y los radicales, ¿se conformarán con una candidatura a vice de los precandidatos presidenciales del PRO o competirán en las PASO con un precandidato a presidente?
Más complejo aún es predecir quién tendrá el papel de representar al Frente de Todos como candidato presidencial. ¿Si a Massa le fuera razonablemente bien con la economía eso lo transformaría en candidato natural, o una eventual mejora de la economía beneficiaría la candidatura de Alberto Fernández, quien fue quien lo puso al frente del Ministerio de Economía?
Sergio Massa repite desde antes de ser ministro de Economía que si el Presidente decidiera presentarse a la reelección, él no le competiría. Resultaría poco viable que un ministro compitiera con el Presidente y a la vez continuara siendo ministro de su competidor, como tampoco resultaría lógico cambiar al ministro de Economía en medio del proceso eleccionario.
Otro factor es el creciente rencor entre La Cámpora y Alberto Fernández irradiado a sus principales y más fieles colaboradores. Ese resentimiento encontró su espacio esta semana en la visita del presidente Lula a la Argentina. La Cámpora piensa que la falta de un encuentro entre la vicepresidenta con Lula fue propiciado por el “albertismo” al llenarle la agenda al presidente de Brasil, con el especial objetivo de que no le quedara espacio para reunirse con Cristina Kirchner.
En parte también habría que considerar el deseo no correspondido de la vicepresidenta de querer comparar sus problemas judiciales con los de Lula y el deseo opuesto de Lula, de mostrar que en materia de enriquecimiento ilícito, su caso no se compara con el de los Kirchner.
Pero lo que sí es atribuible al Gobierno sin intervención de los brasileños, fue no haber invitado al ministro del Interior Wado de Pedro a ninguna reunión con la comitiva brasileña, falta que se hizo especialmente más notoria en la reunión relacionada con los derechos humanos, donde Wado de Pedro tiene credenciales superiores a muchos integrantes del Gobierno.
El otro foco importante es la provincia de Buenos Aires que por su tamaño electoral modifica el mapa nacional. Si Cristina Kirchner no traccionara votos figurando en la boleta electoral como candidata a senadora, el apellido Kirchner podría estar representado por Máximo en esa posición. La preferencia del hijo de la vicepresidenta sería ser candidato a gobernador y que Kicillof fuera candidato a presidente, pero finalmente se alinearía con la visión de su madre que priorizaría consolidar la permanencia en su sede bonaerense.
No está fácil para Juntos por el Cambio en ese territorio donde al no haber ballottage se gana por un voto. Enfrenta, además de la mejor competitividad electoral de Kicillof y del Frente de Todos en la Provincia que a nivel nacional, el mayor daño que podría hacerle un eventual candidato a gobernador de Javier Milei que además, pueda traccionar votos propios, como podría ser el caso del abogado mediático Fernando Burlando con tantas horas en televisión durante enero por el juicio a los asesinos de Fernando Báez Sosa, casi como Messi en diciembre por el Mundial.
Termina el primer mes del año electoral aún más líquido que los eneros de las elecciones presidenciales anteriores. La evolución de la economía durante los próximos tres meses será la herramienta ordenadora de este crisol donde pareciera ser que casi todo es posible.