La renovación de liderazgos en el peronismo es vista, en general, como un proceso definido por diferentes actores que van desde representantes de intereses sectoriales hasta punteros territoriales, sin que, al parecer, las bases tuvieran algo para decir al respecto. Sin desconocer la importancia de aquel proceso, es interesante utilizar las elecciones internas para observar cómo las bases intervienen para legitimar con su voto los cambios de liderazgo. En esta perspectiva, tomo los resultados del 11 de agosto en el distrito bonaerense como una expresión del proceso de renovación que tuvo a la base peronista como protagonista.
Para entender este proceso debemos comenzar por reconocer la fuerte heterogeneidad del peronismo, que es lo que hace posible, entre otras cosas, considerar al kirchnerismo como una fuerza dentro de ese movimiento. Heterogeneidad que se nutre de una particularidad del peronismo: la de guardar su identidad no en un cuerpo de ideas institucionalizadas en doctrinas u organizaciones, sino en algo tan difuso como la conciencia o memoria de su base social (obreros, excluidos sociales y algunos sectores de clase media). Memoria que se construyó básicamente con lo hecho por Perón desde la Secretaría de Trabajo a partir de 1943, y luego desde la Presidencia de la República; y que tiene su expresión más consolidada en el conurbano bonaerense por haber sido el escenario donde nació este movimiento y la cuna del contingente obrero más importante del país.
Dada esa particularidad de su identidad, la base del peronismo no reconoce a sus líderes por ideas o principios, sino por un discurso que se identifica con aquella memoria y que se nutre de hechos simbólicos que hacen referencia a algo tan impreciso como ineludible: la “justicia social”. La flexibilidad que esto otorga a los parámetros con que se reconoce a un líder como perteneciente al movimiento se ve potenciada por la importancia de lo emocional a la hora de evaluar a sus dirigentes: la confianza y el afecto que éstos despierten agrega mucho peso a aquel discurso. De ahí las notables diferencias que existen entre los conductores que este movimiento ha elegido. Por otro lado, una suerte de endogamia, a la que se accede cumpliendo el rito de cubrirse con las consignas del movimiento, hace que cuando la base pierde la confianza depositada en uno de esos líderes opte por otro que se presenta también como tributario de la memoria peronista.
En las primarias del 11 de agosto la base peronista de la provincia debía evaluar si el kirchnerismo merecía o no una renovación de la confianza depositada en él. Evaluación nada sencilla, dado que desde su llegada al poder el se había mostrado distante de la tradición peronista: había dejado de cantar la marcha del movimiento y, bajo la bandera de los derechos humanos, pasó a reivindicar la lucha armada de los años 70, pese a que esos combatientes habían sido expulsados por Perón de la Plaza de Mayo. La figura de Perón fue sustituida por la de Cámpora y la fecha emblemática del 17 de octubre reemplazada por el 25 de mayo, día en que Néstor llega al poder.
Pero, por otro lado, el kirchnerismo había aplicado una política social que encajaba con la memoria de la base peronista, satisfaciendo ampliamente sus expectativas a partir de la creación de empleos, reanudación de las paritarias, subsidios y una abundancia de planes sociales que mostraba a un Estado activo y preocupado por la suerte de los que menos tenían. Estas medidas concretas pesaban más que la ambigua relación de los Kirchner con la figura de Perón, como había quedado demostrado con la renovación de la confianza en sucesivas elecciones.
Es precisamente esta preeminencia de los hechos socioeconómicos concretos la que determina que, ante los fracasos que llevaron al fin de la creación de empleos y a una merma de los ingresos a causa de la inflación y del impuesto a las ganancias, se desencadene un proceso que empieza a revisar la confianza antes otorgada. El 11de agosto las bases peronistas de la provincia de Buenos Aires resolvieron por mayoría que el kirchnerismo ya no se ajustaba adecuadamente al contenido de su memoria social.
*Sociólogo. Club Político Argentino.