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Extranjeros e inflación

“Para ir al supermercado hay que llevar muchos billetes”

En enero, el dólar blue se ubicó en $ 381 para la venta. En la segunda semana de octubre, superó los $ 1.000. Los planes de los migrantes que llegaron recientemente al país, sea para quedarse permanentemente o con la intención de pasar unos meses, deben ser revaluados: ahorros que se acaban, estadías recortadas y regresos a los países de origen. No es para todos igual: el panorama es alentador para los migrantes que ganan en dólares. Cómo es vivir con una inflación anual superior al cien por ciento para alguien que no es argentino.

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Extranjeros e inflación. | cedoc

El año pasado, Argentina se convirtió en el país latinoamericano con mayor inflación. El porcentaje de suba de precios del 2022 fue del 94,8%. Con este número se consagró como el cuarto país con más inflación, solo por detrás del Líbano, Zimbabwe, y Venezuela (con un 305% encabezando la lista).

Dentro de América Latina, en segundo lugar -muchos puestos abajo- se posicionó Colombia, con un 13,1%, y luego Chile con un 12,8%. En cuanto al resto de vecinos se ubican Paraguay (8.2%); Uruguay (8,1%); Brasil (5,7%); y Bolivia (3,1%).

Entre 2018 y 2022, los migrantes que más han elegido Argentina han sido de Venezuela, Paraguay y Bolivia. Frente al flujo constante de recién llegados, es evidente que hay beneficios que el país puede otorgar que superan las dificultades inflacionarias. De esta forma se podría explicar por qué si en Paraguay y Bolivia hay menos inflación que en Argentina, igualmente hay miles que eligen Buenos Aires para vivir. 

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Esas razones son para otro artículo. Aquí lo que se quiere conocer es cómo cambian los planes de los migrantes que llegan a Argentina y se enfrentan a los golpes de la inflación. 

En enero de este año, el dólar blue se ubicó en $381 para la venta. En la segunda semana de octubre, el dólar superó los $1.000. Lógicamente, los planes de quienes llegan al país, sea para quedarse permanentemente, o con la intención de pasar unos meses, deben ser reevaluados. 

Casos. Erika es mexicana y tiene 31 años. Llegó a Argentina el último año para cursar una maestría en Antropología en la Universidad General de San Martín. “Estuve muchos años, desde 2016, queriendo venir a estudiar acá. Mis ahorros los iba convirtiendo en dólares porque sabía que los iba a necesitar para luego cambiarlos al peso argentino. No me es indiferente lo que está sucediendo: yo no gano en dólares, mi peso sigue siendo el mexicano”, declara.  

Erika señala una de las dificultades más grandes para los extranjeros (y para algunos argentinos también): el alquiler. “Hay muy pocas opciones en el mercado. Además, no tengo muchos de los documentos que piden para cerrar un contrato formal, como un seguro o la garantía de alquiler. Terminé firmando con contrato, pero con una renta en dólares, que no voy a poder sostener toda mi estadía”, expresa. 

“Me entristece ver la angustia generalizada. Cada vez que voy al supermercado pago un precio diferente. Cuando hago la triple conversión, de pesos, a dólares y luego a pesos mexicanos, los productos están un poco más caros acá. Al llegar no entendía cómo un producto podía doblar su precio en tan poco tiempo. Tengo que cuidar mi dinero”, resume Erika. 

Andrés Sánchez, de 29 años, también vino con el propósito de hacer una maestría. Llegó desde Ecuador para cursar en la Universidad de San Andrés, y ahora reside en Palermo Soho. 

También, como Erika, vive de sus ahorros y pretende quedarse un año y medio en el país. O tal vez más, la decisión está por tomarse. “La complicación acá es la moneda. Pienso en buscar una oportunidad laboral en Buenos Aires después de hacer mi maestría, pero el dinero me pone a pensar: acá se gana en pesos y en mi país gano en dólares”, dice. 

Sus planes tuvieron que ser modificados. “Tuve que solicitar una beca en la universidad para poder cubrir el precio. Yo había pedido referencias estando en el exterior, de cuánto más o menos se gastaba en Buenos Aires, pero claro, también depende mucho en qué sector vivas”, indica. 

“Algo que me llamó la atención de acá, y que no estaba acostumbrado en Ecuador, es que para ir al supermercado hay que llevar muchos billetes. En cuanto a lo demás, afortunadamente no he tenido mayores complicaciones. Me gusta el país, la forma de pensar y de moverse día a día en Argentina”, dice. 

“Hemos sentido la inflación, cada mes. Yo confiaba que, con la suba de precios, también suba el tipo de cambio, entonces no se iba a sentir tanto. Al menos hasta ahora está siendo así, pero se siente igualmente. El primer mes, entre garantías y subas, he pagado tres alquileres. Nos estuvimos quedando con mi esposa, que también es de Bolivia, en un monoambiente. En este departamento son dueños directos y ellos nos han dicho que al menos en seis meses no nos van a subir el precio”, cuenta Marcelo Blanco. 

“Cuando llegamos comprábamos comida todos los días, porque en el monoambiente no había cocina, pero ahora ya no nos alcanza para eso. Teníamos la idea de quedarnos, pero con esto de la inflación no sabemos, es arriesgado, porque acá está más inestable”, se sincera Blanco.

“Estamos en incertidumbre, cada mes que comienza vemos cuánto ha subido la inflación, cuánto es el tipo de cambio y con eso hacer ajustes”, revela Blanco que trabaja de forma remota en una empresa con sede en La Paz, Bolivia. 

La perspectiva es distinta para Francisco Soler. Español, de 31 años, gana en euros y está en Argentina desde hace medio año: “La inflación no me afecta en mi día a día. Los comercios hacen un ajuste en función al dólar blue o el euro blue. Para mí, entonces, al final pago lo mismo siempre. Quizás puedo ganar un poco de ventaja. Y bueno, inflación hay en cualquier país, en España también”. 

“Lo que pasa es que, en mi país, la inflación superó el 5% anual durante la pandemia y eso ya era alarmante. Y aquí 8% es la inflación del mes. Pero a mi no me afecta en mi día a día, sigo haciendo la vida que hacía antes. Compro lo mismo, si quiero ir a cualquier sitio, voy”, admite Soler. 

Venezuela. La Investigadora sobre América Latina del Centro de Estudios Internacionales de la UCA y licenciada en Ciencias Políticas, Clarissa Demattei, explica el caso de la migración venezolana que luego extiende al resto de migrantes.  

“Si bien Argentina es el sexto país de destino de los migrantes venezolanos es importante hacer foco en este colectivo porque es el que más ha crecido en el último tiempo. Hubo un pico migratorio hasta el año 2019 y a partir de ahí sucedieron dos fenómenos que hicieron que elijan otros destinos para emigrar fuera de Argentina”, introduce Demattei.

“Y esto es curioso porque Argentina, por ciertas normativas del gobierno de Macri, ofrece a los migrantes venezolanos muchas facilidades para regularizar sus papeles, frente a otros países de la región donde las políticas migratorias son más restrictivas, como Chile o Perú. A pesar de eso, son dos destinos que los migrantes venezolanos eligen en mayor cantidad que Argentina”, revela. 

“Los fenómenos que produjeron esta merma son la pandemia, por el cierre de fronteras, y la cuestión ideológica: viniendo de un gobierno como el de Maduro, por el cambio de mandato en Argentina, frente a funcionarios que tienen simpatía con Maduro, vieron en Argentina un destino más hostil”, indica. 

“Los migrantes venezolanos en Argentina sufren muchísimas adversidades por el hecho mismo de migrar. Esto es extensible a todos los colectivos migratorios”, sostiene.

“Si tuviéramos que elaborar una radiografía, son personas jóvenes, vienen tanto hombres como mujeres, que tienen un alto grado de instrucción formal. Esto no quiere decir que las posibilidades de inserción sean más fáciles. En general, durante los primeros meses aceptan empleos precarios y no siguen con el rubro de su país. Esto genera lo que en sociología se llama un ‘desclazamiento’, o sea, no poder mantener la misma clase social que ellos tenían en su país de origen”, explica.

“Si en una situación normal los migrantes sufren todo esto, en un contexto de incertidumbre, es muy probable que las ofertas de empleo se vean disminuidas. Otro tema es el desafío de la inserción residencial, porque hay una altísima tasa de migrantes en Argentina que alquilan, pero de una manera muy precaria; sin contratos, porque, tal vez, todavía no tienen sus papeles en regla”, indica. 

Las posibilidades de llegar a Argentina con ahorros –y en dólares– en el caso de los migrantes venezolanos, o cualquier migrante que provenga de un país en crisis, son más escasas. 

Si de por sí para un migrante es un desafío adaptarse al cambio inflacionario, el caso de estos migrantes que tienen que enfrentar una salida forzada de su país se vuelve aún más difícil. Los migrantes que llegan a Argentina para explorar una nueva forma de vida, sin enfrentar estos contextos de crisis, probablemente lleguen con ahorros en dólares que les permitan sortear la ola inflacionaria con mayor soltura. 

Mientras que los que llegan solo con una valija deben conseguir un empleo, que, en gran parte de los casos, es “en negro”.

Primer Mundo. Los migrantes de países europeos o Estados Unidos son los más beneficiados por el tipo de cambio. Son los que menos llegan a Argentina, y lógicamente, porque, si en sus países se goza de una economía más estable, probablemente no deseen dejar su casa atrás. 

“Cada punto que se devalúa el peso frente al dólar se achica la capacidad adquisitiva en pesos. Por lo tanto, cualquier turista, extranjero o migrante que tenga un ingreso en dólares puede mantener o elevar su capacidad de compra. Aunque, en realidad, no depende del migrante, sino de si la persona tiene o no un ingreso en una moneda externa. El peso se devalúa frente a las monedas externas”, explica el economista Alejandro Fiorito. 

“Venir a Argentina es venir a uno de los países con más inflación del mundo”, afirma Fabio Ezequiel Ventre, economista y subdirector del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba.

“Si querés armar tu vida de cero en Argentina contás con un límite de arranque: no es tan fácil abrir una cuenta en el banco; si quieres dolarizar tus ahorros para mandar dinero a tu familia, por el cepo es probable que tengas que acceder al blue, lo que te limita la movilidad de dinero; tomar un crédito es un riesgo porque no sabés qué va a pasar con la inflación; para alquilar a veces te piden propiedades o recibos de sueldo, incluso la ropa es cara. Son trabas que en otros países no existen”, señala Ventre.

Es curioso notar que, pesar de todas estas dificultades, más de 2 millones de migrantes eligen a Argentina como su hogar.