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Por qué la mayoría confía en Macri

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Cuando Mauricio Macri asumió la Presidencia, el país se precipitaba hacia una catástrofe como la venezolana. El nuevo gobierno se vio obligado a tomar medidas económicas impopulares de esas que normalmente afectan la popularidad de los mandatarios. Hagamos una evaluación objetiva de la situación, usando cifras que vienen de las investigaciones y del análisis de la realidad. Mauricio Macri ganó la presidencia con el 51% de los votos. En todas las encuestas la aceptación a su gobierno está por sobre ese porcentaje. La sensación de la mayoría de la gente es de que vive peor que hace un año: por cada dos argentinos que dicen que están peor, hay uno que dice que está mejor. Sin embargo, la esperanza en el futuro es enorme: por cada argentino que cree que el país estará peor dentro de un año, hay tres que suponen que estarán mejor. La gente sabe que las medidas que se tomaron son duras, pero cree también que fueron inevitables por el desgobierno K, confía en que servirán para que se construya un futuro mejor. Por otra parte, los ciudadanos comunes son más sensatos que el círculo rojo: no esperan que a la medianoche del último día del primer semestre lloverán dólares, saben que es un proceso, que la prosperidad llegará cuando las cosas maduren.  
Forman un telón de fondo, que ayuda a que se aprecien las diferencias entre los dos gobiernos, el fin tragicómico del kirchnerismo y la cara agria de ex funcionarios y agoreros del desastre, enojados, resentidos, como Luis D’Elía, Aníbal Fernández, Gustavo Vera, Hebe de Bonafini y Fernando Esteche, que escoltado por Boudou y Mariotto anuncia que “éste es un gobierno que se va a caer, vamos a ayudar para que se caiga, vamos a hacer lo posible por no dejarlos gobernar”.
El Gobierno ha sabido mantener su comunicación con la gente por lo que ha hecho y por lo que ha dejado de hacer. Si Macri se dedicaba a pronunciar discursos para enumerar los errores de Cristina Kirchner, si hubiese disuelto su pintoresca concentración en Comodoro Py, la gente común habría creído que la perseguía. Cristina habría licuado sus responsabilidades porque habría parecido otra pelea de políticos. Macri fue auténtico: no cree que la Justicia debe ser instrumento de persecusión en contra de nadie y no trató de manipularla. Hubo quienes querían que se formen tribunales especiales para perseguir al kirchnerismo, usando instrumentos fascistoides de represión, incompatibles con un país en el que la Justicia debe funcionar correctamente y deben respetarse las instituciones. No faltó quien pida  use cadenas nacionales para hacer propaganda de su gobierno. Macri es un dirigente formado, que sabe que las cadenas son herramientas  inútiles, que sólo sirven para halagar el ego de los gobernantes y aburrir a cualquier persona normal. Algunos se asombran de que el Congreso discuta, apruebe leyes contrarias al criterio del Presidente y que éste haga uso de sus facultados constitucionales de veto. Demandan que Mauricio tenga una relación autoritaria con su entorno, prohíba que sus colaboradores piensen libremente, que los obligue a mentir para halagar la vanidad de otros dirigentes políticos. Creen que es absurdo que no baje línea a los jueces, que no se haya reunido en secreto con los nuevos magistrados de la Corte Suprema para condicionar su mandato. Otros creemos que es inmoral que los jueces reciban instrucciones o sugerencias de cualquier autoridad, que deberían juzgar en derecho. Suena utópico, inocente, pero ésa es la sociedad por la que votaron quienes respaldaron a Mauricio Macri. La gente confía en él porque es coherente, son sus principios, sabe que es inimaginable que alguno de sus colaboradores asome lanzando bolsos con billetes al patio de un convento, o que mantenga las tesis oscurantistas del populismo. La economía está reaccionando y dentro de unos meses cosecharemos los resultados de los actuales sacrificios. Cuando esto sea así podremos construir el país que se merecen los argentinos, con menos mitos, ignorancia y corrupción.

*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.