Después de diez años, es comprensible que exista cansancio y apuro en dar por terminado el ciclo kirchnerista en aquellos que no son sus simpatizantes.
Tanto Sergio Massa como Hermes Binner coincidieron en pronosticar que en 2015 el kirchnerismo quedará definitivamente en el pasado. Massa sostuvo que el kirchnerismo es una de las tantas circunstancias del peronismo, como podría haber sido el menemismo. Y Binner –más poético en su definición– dijo que “el kirchnerismo fuera del poder dura como la luz de un fósforo”.
Massa sostuvo que cree que después de octubre Cristina Kirchner decidirá no confirmar a Scioli como su sucesor sino elegir un candidato propio como el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, quien con el 20% de votos, aunque no pudiera ganar en 2015, pueda darle continuidad al kirchnerismo desde el Congreso. Y puso el ejemplo de Bordón y Chacho Alvarez yéndose del peronismo en los 90 para explicar cómo las divisiones que parecen permanentes son apenas un momento en la vida de un partido, porque en la cabeza de Massa –en 2015– Insaurralde no será kirchnerista sino peronista alineado a quien conduzca.
En la apertura de la sección Política de esta edición, PERFIL publica lo que parece dar la razón a la teoría de Massa sobre Zannini, porque la mayoría del gabinete y los asesores del Gobierno piensa que Cristina Kirchner después de las elecciones de octubre no hibridará su modelo sino que lo profundizará.
Qué margen de maniobra tendrá para eso dependerá de la economía en su conjunto. Y en la apertura de la sección Economía, en esta edición de PERFIL, se publica que el consumo no afloja a pesar de todos los pronósticos de tormenta económica futura. El miércoles pasado, el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Ben Bernanke, dio una buena noticia a la Argentina al no aumentar las tasas de interés en su país. Para tener una dimensión interna de esa decisión, basta observar que sólo la posibilidad de una suba de tasas hizo que los intereses de las hipotecas subieran anticipadamente, lo que a una familia tipo que compró una casa de 260 mil dólares a pagar en treinta años ya le subió 110 dólares la cuota por mes.
La decisión de Bernanke también es una buena noticia para Brasil, donde el dólar, después de haber alcanzado los 2,45 reales hace tres semanas, volvió a cotizar en 2,20 ayer. Y Argentina es brasildependiente. De cualquier forma, el déficit de dólares que padece hoy la Argentina es de tal magnitud que resulta difícil imaginar que se pueda seguir sin grandes cambios hasta 2015.
Si el kirchnerismo no llegara a 2015 con una economía bajo control, sería imposible cualquier expectativa de continuidad segmentada vía Zannini o siquiera como un sentimiento de algún sector que retome algunos de sus ideales. Pero en la menos probable hipótesis de que lo lograra, las expectativas de una Cristina Kirchner con posibilidades de volver a competir por la presidencia en 2019, aunque de ciencia ficción, no resultan descartables, más allá de requerir muchos factores, como que el gobierno 2015-2019 no sea muy exitoso.
Ante esa especulación, resulta indicativo ver el semblante que Cristina Kirchner muestra en la serie de reportajes que viene emitiendo la TV Pública; mañana es el segundo de la serie comenzada el sábado de la semana anterior. No se ve allí a una mujer abatida, ni agobiada ni sin deseo. Incluso físicamente luce mejor que nunca desde la muerte de su marido, de la que pronto se cumplirán tres años, además de estar más delgada y sin huellas de la operación de tiroides de hace un año y medio.
Cristina Kirch-ner dejará la presidencia en 2015 con 62 años y tendrá 66 cuando pueda competir en un nuevo turno en 2019. Binner tiene hoy 70 años y otro ejemplo es Carlos Menem, quien dejó la presidencia casi con 70 años y volvió a ser un candidato competitivo cuatro años después, en 2003.
Durante el reportaje, el lenguaje corporal de Cristina Kirchner lució más rejuvenecido que en los atriles y las cadenas nacionales. En parte debe obedecer a una estudiada búsqueda de transmitir un mensaje diferente, pero los cuerpos suelen poder mentir menos que las palabras.
Para los analistas de discurso, la destinación de todo mensaje tiene tres audiencias posibles: el “prodestinatario” (quien comparte la misma visión del mundo), el “paradestinatario” (a quien hay que convencer) y el “antidestinatario” (con quien se polemiza para –por oposición– reforzar el vínculo con los “prodestinatarios”). La Presidenta lució más agradable que de costumbre porque, en lugar de dirigirse al “antidestinatario”, como hace generalmente desde la trinchera, esta vez se focalizó en el “paradestinatario”, típico objetivo en una campaña electoral, donde lo que se busca es conseguir votos.
En lugar de apelar al discurso dogmático que se presenta como el único posible, Cristina Kirchner apeló a un tipo de discurso en el que su posición era una más entre otras, mostrándose respetuosa de las demás visiones del mundo.
¿Cuál es la Cristina Kirchner real? ¿Las dos son actuadas? ¿Las dos reales, dependiendo los humores del momento y los constreñimientos que imponga la realidad?
En la edición del domingo pasado, PERFIL dedicó varias páginas a que distintos columnistas reflexionaran sobre el post kirchnerismo. Entre algunas coincidencias aparecían dos que merecen ser destacadas. Por un lado, que el solo nombre “post kirchnerismo”, como “post marxismo”, implicaba un reconocimiento y una expectativa de recuperacións melancólica de lo que se pretendía superar. Por el otro, que un fracaso del kirchnerismo podía abrir una oportunidad para que la Argentina clausurara una etapa de populismo que le permitiera desarrollarse más plenamente.
El post octubre determinará el post kirchnerismo.