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OPINION

Propuestas económicas para el próximo gobierno, manto de dudas y poca viabilidad

Una crítica al plan económico de Javier Milei.

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Exultante. Javier Milei, la noche de su consagración en la segunda vuelta. | Ernesto Pagés

El gobierno de Javier Milei (JM) enfrentará una macroeconomía al borde de la crisis más grande de la historia. Las crisis se dimensionan por el esfuerzo a realizar, la complejidad de las medidas a tomar y los costos que se deben asumir para poder salir de ellas. De la crisis de 2001/2002 se salió fácilmente, ya que se la superó haciendo lo único que los políticos saben hacer: aumentar el gasto público, subir los impuestos más que el gasto público y emitir moneda. Por el contrario, evitar la futura crisis sería mucho más complicado que en 2002, ya que el gobierno de Javier Milei debería bajar los impuestos, reducir aún más el gasto público y, además, dejar de emitir por completo, o sea todo lo contrario a lo que se hizo a partir de 2002.

Al menos en principio, Javier Milei tiene una buena lectura del problema a enfrentar, porque su campaña política se centró en propuestas económicas. Por el lado fiscal, Javier Milei propone el plan motosierra para bajar impuestos y reducir más el gasto público y, así, poder ir al equilibrio fiscal financiero. Dejando de lado que el plan motosierra no es ejecutable en su totalidad bajo el actual sistema de organización política gubernamental, la lectura fiscal de JM es correcta. Por el lado monetario, Javier Milei planea dolarizar la economía para cortar de cuajo con la emisión monetaria y así vencer la inflación. Al mismo tiempo, planea abrir el cepo, porque sabe y entiende correctamente que el cepo es desequilibrio macroeconómico permanente, es decir, exceso de demanda en el mercado cambiario (dólar creciente) y, por ende, exceso de oferta (dentro de un análisis de equilibrio general) en todos los restantes mercados. En la tendencia de mediano y largo plazo, el exceso de oferta implica inflación creciente (mercado monetario), reducción del PBI per cápita y de la generación de riqueza (mercado de bienes y servicios); caída del poder adquisitivo de los salarios (mercado de trabajo); suba del costo de capital (mercado de bonos) y, por ende, menos inversión y, además, más pobreza e indigencia en el plano social.

En principio, Milei tiene una buena lectura del problema a enfrentar, porque su campaña se centró en propuestas económicas

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Al mismo tiempo, JM siempre sostuvo que, para abrir el cepo y dolarizar, antes había que solucionar el problema de las Leliq y Pases. En este contexto se comprenden las designaciones de Toto Caputo y Demian Reidel como ministro de Economía y presidente del BCRA, respectivamente. Toto Caputo vendría a traer una solución financiera para las Leliq y Pases, mientras que Demian Reidel vendría a abrir el cepo. Todavía no se sabe que ingeniería financiera habrá, pero probablemente habría un canje de las Leliq y Pases por deuda en dólares emitida bajo ley NY. Si esta fuera la ingeniería financiera, el tipo de cambio del canje pasa a ser la variable “clave”. Si finalmente fuera así, a partir de su propia lógica y valuaciones subjetivas que pueden no ser compartidas, JM podría pensar que estaría honrando su palabra cuando dijo que “encontraría una solución de mercado y cambiaría una deuda de baja calidad por una deuda de mejor calidad”. Ahora bien, tampoco lo sabemos, pero los nombramientos de Toto Caputo y Demian Reidel no deben ser leídos como que la dolarización quedó en el olvido. Por el contrario, pueden interpretarse como el paso previo a una futura dolarización. Es decir, con el problema de las Leliq y Pases y del cepo solucionado, podría haber cambios en el equipo económico y encararse la dolarización en una segunda etapa.

Más allá de todo lo anterior, lo primero que la ciudadanía debe comprender es que Sergio Massa seguirá teniendo responsabilidad (compartida con JM) en los resultados macroeconómicos que se obtengan en 2024/ 2025. Su herencia fiscal y monetaria así lo determinan. Es clave que la gente entienda esto último para que sus expectativas se alineen con los objetivos del gobierno y haya alguna (ninguna) chance (certeza) de éxito. Por el contrario, si la gente no lo comprende, sus expectativas pasarán a estar desalineadas con los objetivos del gobierno, y así toda la política fiscal y monetaria de JM se volvería dinámicamente inconsistente y fracasaría.

Planea abrir el cepo, porque entiende correctamente que es desequilibrio macroeconómico permanente

La hipoteca que deja Massa es supina. Por el lado fiscal, sin correcciones (las habrá), su “plan platita” deja para 2024 una herencia de déficit fiscal primario (6,4%) y déficit fiscal financiero (8,4%) similares a los registrados en 2020 con la Cuarentena Delictiva. De acuerdo con nuestro análisis, bajar el gasto público 8p.p. del PBI en solo un año luce cuasi imposible, con lo cual el equilibrio fiscal financiero exigiría por lo menos dos años seguidos (2024 y 2025) de ajuste. Mientras que no se cierre totalmente la brecha, el déficit se deberá financiar con emisión y/o deuda. Por el lado monetario, Massa deja un escenario 2024/2025 totalmente comprometido. Un ejercicio (no estimación) es ilustrativo en este sentido. Con una inflación promedio mensual de 11,5% en el cuarto trimestre de 2023, la inflación cerraría en torno a 190% interanual en diciembre de este año. Teniendo en cuenta la convalidación monetaria, el fuerte salto del tipo de cambio oficial que se vendrá y el sinceramiento de tarifas que habrá, si en el primer y segundo trimestre 2024 la inflación subiera hasta 18,7% (16,0%) promedio mensual, treparía hasta más de 400% (360%) interanual en el primer semestre 2024. Luego, de ejecutarse un programa monetario exitoso que redujera la inflación a 1/3 durante la segunda mitad del año, con una inflación promedio mensual de 6,2% (5,3%) durante el tercer y cuarto trimestre de 2024, cerraría el año en torno al 290% (230%) interanual en diciembre de 2024. Luego, si el proceso de desinflación continuara siendo exitoso y la inflación promedio mensual prosiguiera bajando, el piso del 100% y del 71% de inflación interanual que dejó Guzmán se quebraría aproximadamente en el segundo, tercero y cuarto trimestre de 2025 respectivamente. En pocas palabras, por culpa de Massa, el primer año del gobierno de JM tendrá más inflación que en 2023. Paralelamente, JM tendrá que esperar hasta la segunda mitad de 2025 para volver a los niveles de inflación interanual previos a Massa; aun siendo muy exitoso.

Ahora bien, los resultados macro obtenidos serán producto de varias esferas que se retroalimentan entre sí: I) cómo se comunica el plan; II) cómo lo recibe el público; III) su construcción y andamiaje técnico y IV) su aplicación al inicio y su posterior ejecución a lo largo del tiempo. Nos ocuparemos del punto III y del punto IV, aportando ideas y resaltando riesgos, respectivamente. Nuestro aporte solo pretende mejorar las propuestas de JM, es decir: no las consideramos óptimas, ni mucho menos que darán el resultado pretendido. Por el contrario, sugerimos potenciales mejoras porque somos escépticos con respecto a ellas, tanto en materia de viabilidad como de resultados.

Como ya hemos comentado, el plan económico de Javier Milei tiene dos puntales básicos, el plan motosierra (fiscal) y la dolarización (monetario). Sin embargo, se necesita un vaso vinculante que potencie y retroalimente ambas esferas en forma positiva para procurar aumentar las chances de éxito. Un blanqueo con vale para cancelar impuestos podría constituir (tampoco hay certeza) un instrumento válido en este sentido. El problema inicial es que el plan motosierra es en esencia recesivo en el corto plazo, lo cual podría herir de muerte todo el plan económico de JM, quien estaría obligado a “acertar” desde el primer momento; es decir, no tendría margen para errar. La situación sociopolítica y económica pareciera así exigirlo. El salto del tipo de cambio oficial, la posterior aceleración inflacionaria (vía convalidación monetaria) y el sinceramiento tarifario generarán una caída del poder adquisitivo de los ingresos que impactará negativamente en el consumo privado. Luego, el plan motosierra impactará negativamente en el consumo público, con lo cual los dos primeros componentes de la demanda agregada caerán y el nivel de actividad se resentirá en el corto plazo. Por consiguiente, la única forma de que el plan motosierra sea expansivo (no recesivo) es que la inversión privada más que compense (iguale) la suma de la caída del consumo privado y público.

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Derrota | Sergio Massa, la noche del domingo pasado. Para el autor, será responsable de que la inflación en 2024 superará a la de este año. Foto: Pablo Cuarterolo

Primer comentario, surge un problema de timming. La caída del consumo es instantánea, mientras que el aumento de la inversión lleva tiempo, con lo cual prima el efecto negativo en el corto plazo. Además, los efectos expansivos del sector externo, que con el salto cambiario exportaría (importaría) más (menos), también son más lentos que la caída del consumo. En este contexto, se vuelve imperiosa una megaentrada de dólares desde fuera del sistema para darle un sesgo expansivo al plan motosierra. De hecho, el proceso de privatizaciones también lleva tiempo; ergo, no queda otra que intentar un megablanqueo que procure ser exitoso en el primer trimestre de 2024. El primer obstáculo es la reputación de la casta política argentina, que le roba credibilidad a un nuevo blanqueo. Puntualmente, el último blanqueo de Macri fue una estafa para todo el sector privado, que terminó siendo cazado tributariamente en el zoológico. En este escenario, el blanqueo necesita un fuerte endulzante para tener chances (no certeza) de éxito. El proyecto de ley de blanqueo debería contemplar un vale para cancelar impuestos nacionales no coparticipables por un monto del 40%-30% blanqueado. Los impuestos deberían ser nacionales y no coparticipables para intentar que los senadores y gobernadores no rechacen el proyecto. Paralelamente, el proyecto de ley debería crear un mercado secundario en el cual dichos vales puedan ser comprados y vendidos. Procurando incentivar la inversión, dichos vales deberían poder aplicarse a la cancelación de todo impuesto nacional y provincial que grave bienes y servicios ligados a la inversión.

Ahora bien, para que el blanqueo pudiera convertirse en un puente entre el plan motosierra y la dolarización, el gobierno de Javier Milei podría enviar otro proyecto de ley con una reforma que estableciera la creación de un sistema monetario y bancario exclusivo en dólares y con encaje del 100%. Todos los dólares blanqueados deberían ir a este nuevo sistema monetario y bancario. Todas las operaciones de la libre celebración de contratos en dólares deberían canalizarse a través de este nuevo sistema. De acuerdo con nuestra visión, y con el propósito de otorgarle reputación y seguridad, este nuevo sistema bancario en dólares debería tener legislación offshore y garantía exterior para la banca de inversión de los depósitos a plazo fijo (depósitos a la vista 100% encajados). Obviamente, los bancos públicos no formarían parte de este sistema hasta que no fueran privatizados. Sería positivo que este nuevo sistema monetario y bancario estuviera operativo en el país antes de que terminara el primer trimestre de 2024.

En un principio, podría cohabitar en forma separada con el actual sistema hasta que el gobierno de Javier Milei terminara de completar su dolarización (asumiendo que sigue siendo su principal objetivo de política económica).

Sin embargo, queda el último punto: las grandes dudas. De acuerdo con nuestro análisis, todo el andamiaje institucional juega en contra de que todas estas medidas se aprueben en forma plena. Se necesita un cambio radical de la Ley de Coparticipación y de la relación fiscal entre Nación y provincias para que el plan motosierra pueda bajar el gasto público 15p.p. en términos del PBI, como pretende JM. Es una ley especial que entra por el Senado (todas las provincias tienen tres senadores) y se aprueba con mayoría de los miembros, no de los presentes. Hay 18 provincias que tienen incentivos a que la ley no (6, que sí) cambie. Comprendiendo esto último, se entiende por qué ni Menem, ni Duhalde, ni NK, ni CFK, ni el actual gobierno saliente pudieron cambiarla; y eso que la provincia de Buenos Aires sería la jurisdicción que más se beneficiaría con el cambio. Aun siendo el baluarte peronista con más votos, el peronismo no logró cambiarla. ¿Javier Milei podría cambiarla? Difícil. El problema es que si el gasto público no baja 15p.p. en términos del PBI, la dolarización sería percibida como transitoria y, consecuentemente, solo traería un alivio circunstancial de corto y mediano plazo; aunque se convertiría en un gran problema a largo plazo. Segundo, un blanqueo con vale para cancelar impuestos, es decir con un Estado que les paga en lugar de cobrarles a los que blanquean, es una ley que difícilmente pase por el Congreso. Obviamente, surgirán diatribas mentirosas que procuren justificar la no aprobación. Sin embargo, la verdad es que los legisladores no quieren ceder ni poder político ni poder económico, lo cual exige cobrar más impuestos y gastar más dinero ajeno en otros (gasto público). Y justamente, el problema es que el plan motosierra y el blanqueo van en sentido opuesto. Finalmente, la dolarización también difícilmente sea aprobada por el Congreso y pase el filtro de la Corte Suprema. En definitiva, el sistema tiene todo un andamiaje institucional cuyo objetivo es evitar que pueda haber cambios profundos desde su interior y con sus reglas. Por el contrario, el sistema pone en funcionamiento todo un esquema de incentivos que procuran fortalecer al Estado y su poder político, permitiendo que los burócratas avancen cada vez más sobre la propiedad privada y la libertad. Todo cambio en el sentido opuesto solo puede ser parcial y transitorio. Un circunstancial placebo. El sistema se ocupará de que así sea.

*Dueño y director de E2 (Economía Ética) y profesor de la FCE de la UBA.