COLUMNISTAS
Historia reciente

Relatos de la Guerra de Malvinas

Protagonista del conflicto, el autor está preocupado por rescatar lecciones que dejó y que a veces no se tienen en cuenta en las narrativas que circulan.

2023_05_04_artilleria_antiaerea_hundimiento_belgrano_cedoc_g
Hitos. La artillería antiaérea, la guerra electrónica y el hundimiento del Belgrano, momentos claves del conflicto. | cedoc

El conflicto del Atlántico Sur tuvo dos fases: la primera aeronaval, entre el 1° y el 20 de mayo; y la segunda con predominio terrestre, entre el 21 de mayo y el 14 de junio. En total: 44 días, con alrededor de 280 británicos muertos en acciones bélicas. Casi la misma duración que la Guerra del Golfo (EE.UU.-Irán), en 1991, en la cual la fase aérea estadounidense duró 38 días y la terrestre solo cuatro. En total: 42 días, con un saldo de 144 estadounidenses muertos en combate. Brevemente, me referiré a algunos temas medulares que a lo largo del tiempo pareciera que se diluyen o casi son desconocidos.

Artillería antiaérea del Ejército. Desde fines de abril de 1982 se encontraba en condiciones de operar en Puerto Argentino un Sistema Conjunto de Defensa Antiaérea, compuesto por armas y radares modernos, que dirigió las incursiones de nuestra Fuerza Aérea y Aviación Naval, proporcionó ayudas de aeronavegación y posibilitó operaciones de búsqueda y salvamento. Estaba conducido por el teniente coronel Héctor L. Arias, el capitán de corbeta Héctor Silva y el mayor Hugo Maiorano. El despliegue de los medios proporcionó una eficaz “sombrilla antiaérea” a los medios emplazados en la zona.

El 1° de mayo se inició la guerra y fue el bautismo de fuego de la Artillería Antiaérea del Ejército. A las 04.40 un bombardero de gran altura (Vulcan XM 607) lanzó sobre la península del aeropuerto 21 bombas de mil libras cada una, en la operación de bombardeo más importante realizada después de la Segunda Guerra Mundial. La máquina fue detectada por los radares de vigilancia aérea (200 millas), pero no entró dentro del alcance de los sistemas de armas del Ejército: misiles Roland (7 km), cañones antiaéreos Oerlikon-Contraves de 35 mm (4,5 km) y misiles portátiles Blow-Pipe. Las bombas hicieron estragos en las instalaciones, pero solo una de ellas dañó parcialmente la pista, que quedó operable durante todo el conflicto. A las 07.45, presencié el primer ataque –en vuelo rasante– de cuatro bombarderos Sea Harrier sobre el aeropuerto. A las 08.45 se produjo un segundo ataque con cinco máquinas. En esas acciones, nuestros medios derribaron dos aviones y un tercero se alejó aparentemente averiado. El estadounidense Thomas Milton afirmó: “Los artilleros antiaéreos argentinos demostraron una peligrosidad tal que obligó a los británicos a volar a gran altura, fuera del alcance de sus misiles y cañones”. Otros aseguraron: “… en lo que respecta a sus sistemas antiaéreos, los argentinos estaban capacitados, y emplearon eficientemente sus medios (Armada Internacional, París, enero/ febrero 1983)”. Los derribos británicos por medios antiaéreos se aprecian en 14/15 aviones (Malvinas: gesta e incompetencia, pág. 182); y 30 helicópteros en distintas circunstancias. La Defensa Aérea fue uno de los pocos casos de actividad conjunta que se implementaron en Malvinas.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Hundimiento del crucero General Belgrano. El 25 de abril, el general Oscar Jofre –comandante de la Agrupación Ejército– me llamó a su puesto de comando en mi calidad de coordinador de los fuegos terrestres, y me dijo: “Tengo información de que vamos a disponer del crucero Belgrano en la rada del puerto”. Para mí fue una gran noticia, pues nuestra artillería solo disponía en ese momento de obuses de 105 mm y 10,2 km de alcance, y el crucero, de 23 cañones de superior alcance y calibre; y además reforzaba nuestra protección antiaérea por contar con un sistema misilístico mar-aire de reconocida eficacia. Fuentes británicas coinciden con mi opinión: “El más lógico empleo para el General Belgrano hubiera sido como batería flotante en Puerto Stanley (sic), donde sus cañones y misiles constituían una útil ventaja para los defensores; y podría continuar el combate aun si hubiera sido hundido en las poco profundas aguas del puerto” (English, A. and Watts, A., Battle for the Falklands, pág. 22).

El 2 de mayo en horas de la tarde el Belgrano, que navegaba hacia la costa argentina, fue alcanzado y hundido por dos torpedos lanzados por el submarino nuclear Conqueror, perecieron 323 de sus 1.093 tripulantes. Estaba en aguas internacionales, y fuera de la “zona de exclusión” de 200 millas declarada unilateralmente por el Reino Unido; según algunas fuentes, carecía de medios de detección y armas submarinas modernas e iba escoltado por dos corbetas. Un experto en guerra electrónica, Mario De Arcángelis, dijo: “… el crucero había utilizado, empero, la radio y el radar sin demasiada discreción, tal vez desconociendo que sus emisiones electromagnéticas estaban siendo regularmente interceptadas por la red de escucha estadounidense, a la que el Reino Unido tiene normal acceso como país perteneciente a la OTAN (Historia de la guerra electrónica, pág. 342). 

Disiento con lo expresado, porque no dudo de la profesionalidad del comandante de la nave, capitán de navío Héctor Bonzo, y su tripulación. Se trató de un hecho de guerra, amparado en el Capítulo 7- Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Comparto lo expresado al respecto por el vicealmirante argentino Juan J. Lombardo: “En circunstancias similares, yo hubiera ordenado el hundimiento de un hipotético crucero General Belgrano de la flota inglesa, simplemente porque era una guerra”.

El hoy emblemático crucero había sido botado en Estados Unidos en 1938 bajo el nombre de USS Phoenix; participó en la Segunda Guerra Mundial, incluido el ataque japonés a la base aeronaval de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Al ser incorporado a nuestra Armada en 1951, fue bautizado como ARA 17 de Octubre. En septiembre de 1955, se lo rebautizó como ARA General Belgrano. El viejo crucero yace con parte de su tripulación en las gélidas aguas de nuestro mar austral, y su ubicación ha sido, con justicia, declarada “lugar histórico nacional y tumba de guerra” por Ley Nacional 25.554/2001.

Las hostilidades se detendrán. Después del hundimiento del Belgrano, Galtieri aseguró: “Las hostilidades se detendrán y se replantearán las negociaciones ya con verdaderas posibilidades de solución” (Túrolo, C, así lucharon, pág. 103). También Jofre, me dijo: “Enfrentamiento no habrá”. Cabal muestra de incompetencia política, diplomática y militar. Hasta el desembarco, y concretado el cerco aéreo-naval, los efectivos en tierra fuimos sometidos a un desgaste psicofísico en las húmedas y frías trincheras, esperando un desembarco que los jefes de unidades tácticas apreciábamos que no se realizaría sobre Puerto Argentino, donde nuestra defensa era más fuerte. Así lo indicaba la historia militar, y en particular lo expresado por el general y escritor británico Basil H. Liddell Hart: “Nuestro examen ha relevado un gran número de campañas en las cuales lo ´indirecto de la aproximación´ es tan significativo como lo decisivo de los resultados” (Estrategia: la aproximación indirecta, Círculo Militar, pág. 31). Los británicos desembarcaron el 21 de mayo en la desprotegida zona de San Carlos, a 90 km de la localidad. Aun así, la conducción militar en el continente, y Jofre y Menéndez en Malvinas, continuaban creyendo que era una operación secundaria de distracción. En junio de 1944, días después de que los aliados habían consolidado la cabeza de playa en Normandía (Francia-Operación Overlord), Hitler –y sus obsecuentes generales, evidenciando una incompetencia y obediencia patológica– también continuaba apreciando que “era una operación de distracción”. Cualquier similitud no es mera coincidencia. Comparto con Patrick Rothfusse: “El poder y la estupidez juntos son un peligro”.

Guerra electrónica. Su finalidad es explorar las emisiones electromagnéticas y engañar al adversario, y se realiza con equipos especiales que constituyen un componente relevante de la guerra actual. Se remonta a 1905, en la batalla naval de Tsushima, donde la flota japonesa derrotó a la zarista. En Malvinas, según De Arcángelis: “Los estadounidenses siguieron siempre con sus satélites los puertos y naves argentinas y habían advertido a los británicos la inminencia del desembarco el 2 de abril. Sirviéndose de la gigantesca National Security Agency y de los satélites de comunicaciones Comsat, quebraron el secreto de los códigos argentinos y pasaron a sus aliados valiosísimas informaciones” (obra citada, pág. 34). Me consta cómo nos afectaron.

Informe Rattembach. Fue confeccionado en 1983 por una comisión integrada por los generales Benjamín Rattembach y Tomás Sánchez de Bustamante, los almirantes Alberto Vago y Jorge Boffi, y los brigadieres Carlos Rey y Francisco Cabrera, para determinar las “Responsabilidades políticas y estratégico-militares en el conflicto del Atlántico sur”. No tuvo capacidad de juzgamiento pues no era un órgano jurisdiccional, pero aprecio que fue el trabajo más serio y profundo sobre las responsabilidades citadas. En uno de los considerandos, consignó: “Es importante señalar que hubo unidades que fueron conducidas con eficiencia, valor y decisión. Ya en la espera y en el combate el rendimiento fue siempre elevado. Tal el caso de la Fuerza Aérea, la Aviación Naval, los medios aéreos de las tres fuerzas destacados en las islas, el Comando Aéreo de Transporte, los Grupos de Artillería 3 y 4 del Ejército, la Artillería Antiaérea eficazmente integradas, el Batallón de Infantería de Marina 5, el Escuadrón Blindado 10, las Compañías de Comandos 601 y 602 y el Regimiento de Infantería 25”.

Quizá la mayor experiencia que obtuve en la guerra fue una imprescindible reestructuración del Ejército con prioridad en el sistema educativo y el Servicio Militar Voluntario. Lamentablemente, no puedo obviar la sentencia de Jorge L. Borges: “El mayor defecto del olvido es que a veces incluye la memoria”.

*Exjefe del Ejército Argentino. Veterano de la Guerra de Malvinas. Exembajador en Colombia y Costa Rica.