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Sobre la unidad sindical

Parecidos y diferencias con el movimiento gremial de principios del kirchnerismo. El rol de Moyano.

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La vuelta al pago, Hugo Moyano. | Pablo Temes

El pasado 3 de octubre, en su Congreso Nacional Ordinario, la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA-T) votó por unanimidad aportar al fortalecimiento de la unidad del campo popular y de la lucha de la clase trabajadora iniciando así el proceso de reunificación con la CGT. En el spot de convocatoria, Hugo Yasky –secretario general y diputado nacional por Unidad Ciudadana– sostenía que luego de haber conseguido la unidad política para derrotar al macrismo, en referencia al Frente de Todos, era necesario lograr la unidad del movimiento obrero. No es la primera vez que Yasky ha mencionado la unidad como objetivo: su interpretación es que el triunfo del macrismo en 2015 se debe a la división del campo popular. De ahí que en el nuevo tiempo, que se abrirá el 10 de diciembre, la unidad política no sea suficiente.

En el acto también estuvieron presentes los dirigentes de la Corriente Federal de Trabajadores (CFT) (Héctor Amichetti –Gráficos–, Horacio Arreceygor –Televisión–, Sergio Palazzo –bancarios–,  Vanesa Siley –Judiciales CABA–, Walter Correa –Curtidores–, ambos diputados nacionales por Unidad Ciudadana) y del Frente Sindical para el Modelo Nacional, Hugo y Pablo Moyano (Camioneros) y Mario Manrique (Mecánicos). También Máximo Kirchner, Verónica Magario, Edgardo Depetri, Felipe Solá y Gisela Marziotta. Durante su intervención, Alberto Fernández, candidato del Frente de Todos, recordó un acto de la CTA antes de las elecciones de abril de 2003 al que asistió con Néstor Kirchner. Un primer déjà vu, según refirió a los varios paralelismos entre aquel momento y este, y por eso agradeció a la CTA el gesto de unificación sindical. Este gesto también era un déjà vu, dado que en junio de 2003 Kirchner le solicitó a Víctor De Gennaro, en ese entonces secretario general de la CTA, que reingresara a la CGT. Su negativa y la insistencia en la obtención de la personería gremial lo distanciaron del kirchnerismo. Esta fue una de las razones de la ruptura de la CTA en 2010.

La decisión de un sector de la CTA de reingresar a la CGT es histórica. Recapitulando, la CTA se creó en 1992 como corriente interna en la CGT y desde 1994 en una central alternativa. Desde aquel momento tuvo fuertes críticas al modelo sindical y abogó por la democracia sindical, que en los hechos implicaba la proliferación de centrales obreras con reconocimiento estatal. La decisión de esta CTA-T de unificarse con la CGT no solo implica una revisión de esa posición construida en 25 años, sino también la evidencia de los cambios ocurridos en el campo sindical en el período kirchnerista.

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Ahora bien, que esta decisión sea histórica no implica que no enfrente grandes desafíos.

Tres cuestiones para señalar: 1) No todos los sectores sindicales entienden del mismo modo la relación entre el campo político y el campo sindical y sus influencias. Aunque todos hayan avalado la fórmula Fernández-Fernández, algunos gremios creen que esos campos deben transcurrir por carriles separados. Se trata de diferencias respecto del ejercicio de la práctica sindical, entre una posición corporativa y otra de sindicalismo integral. Al respecto, la mención recurrente de Alberto Fernández sobre que sus referencias sindicales son Palazzo, Daer y Moyano no cae bien en todos los sectores; genera reticencias que el futuro presidente opine sobre quién debe conducir la central obrera. Un déjà vu de 2005, cuando Kirchner favoreció la elección de Moyano como secretario general.

2) El equilibrio interno de fuerzas. Es innegable que desde 2015 la CTA-T mantiene acciones de articulación y coordinación con la CFT y el Frente Sindical, como en los 90 los tuvo con el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA). Incluso en sus bases hay similitudes generacionales. Sin embargo, como señaló el periodista Mariano Martín, estos nucleamientos hoy no tienen un rol clave en la actual conducción. La pregunta obvia es por qué los sectores gordos, independientes y barrionuevistas que lograron recuperar la conducción de la central luego de los 12 años de hegemonía moyanista la cederían fácilmente. Sobre todo si eso implica recibir a dirigentes que no pierden oportunidad de acusarlos de burócratas. Si se me permite la digresión rosquera, nadie por fuera de la CGT deja de hacer la cuenta de que el ingreso de sindicatos significativos en cantidad de afiliados, como Ctera o ATE, implica una mayor cantidad de congresales, decisivos para el recambio de autoridades previsto para agosto de 2020. Todas esas razones explican, como informó el portal Infogremiales, por qué dirigentes cegetistas se pronunciaron contra la reunificación sindical.

3) Para la propia CTA. Esta construyó su identidad en oposición al modelo sindical cegetista, resaltando cuestiones como la libertad sindical, el ejercicio de la representación en la base, la elección directa de autoridades y la afiliación de trabajadores no asalariados. Estas banderas han sido también prácticas y experiencias de los militantes y dirigentes de la CTA. Una identidad construida en 25 años no parece ser fácil de deconstruir.

De fondo, la idea de unidad implica un intento por tramitar de otra forma la tensión generada durante el kirchnerismo entre lo sectorial y lo político, que en 2012 llevó a la ruptura de la CGT Azopardo y al enfrentamiento entre Hugo Moyano y Cristina Fernández de Kirchner. Algo de esto sucedió esta semana a propósito del conflicto en el sector aeronáutico, donde Fernández manifestó que no era momento de hacer paro y el piloto Pablo Biró de la CFT contestó que no podía poner cuestiones partidarias por encima de las demandas gremiales.

Aún no hay unidad sindical bajo la CGT, ni tampoco se trata de un intento de revertir la heterogeneidad de la clase trabajadora. Más bien parece una apuesta del sector más dinámico del sindicalismo de posicionarse frente al escenario que se abre el 10 de diciembre donde puedan sintetizar las experiencias y los errores ocurridos durante el kirchnerismo.

Es una apuesta arriesgada, dado que podría cambiar la dinámica sindical y la discusión sobre la riqueza y su distribución. Esto recién empieza.

 

* Investigadora CONICET.CITRA. Profesora FCS/UBA.