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Todos los miedos, el miedo

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En los meses previos a las últimas elecciones presidenciales en Francia, con primera vuelta el 22 de abril de 2012, el miedo fue un ingrediente de tanto peso que llevó al electorado a pasar a segundo plano la figura hasta ese momento mejor posicionada por las encuestas y elevar al triunfo a quien aparecía peleando el segundo puesto con no pocas dificultades. Lo que volcó la mayoría del electorado hacia el socialista François Hollande no fue el temor a un crack económico, ni a avatares de la política internacional, ni al conservadurismo explícito del presidente Nicolas Sarkozy. En un marco signado por la exacerbada xenofobia gala ante la creciente ola migratoria desde el norte de Africa, el crecimiento en las encuestas de la candidata de extrema derecha Marie Le Pen hizo nacer en la mayoría de los franceses el miedo a un giro cuyo futuro resultaría imprevisible y peligroso. En ese crecimiento estadístico, la hija del histórico líder del Frente Nacional contó con la importante campaña que acompañó (algunos con cierta alegría, otros por simpatía, otros por intereses espurios) parte de los medios conservadores más importantes de ese país.

En esas tumultuosas aguas preelectorales, la perspectiva de que en la primera vuelta quedaran como participantes en el ballottage Sarkozy y Le Pen volcó a los indecisos a optar por Hollande, reforzando las posibilidades del socialismo y eliminando de la segunda vuelta el factor ultraderechista. Hollande venció a Sarkozy con 28,63% frente al 27,18%. Marine Le Pen obtenía 17,9%. Finalmente, en una campaña que también hizo jugar algunos recursos de atemorización (fundamentalmente, el manejo de la economía en una Europa con serias complicaciones en varios de los países del euro), Hollande logró desplazar a Sarkozy del Elíseo (51,63% a 48,17%) y ser proclamado presidente de Francia por cinco años de mandato. En este caso, también fueron ciertos medios (a un lado y otro del arco ideológico) los que echaron leña al fuego de los temores.

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La historia de esa elección en Francia es muy interesante porque tiene bastante que ver con lo que está sucediendo en la Argentina tras la primera vuelta. Desde el mismo día de los comicios, cuando se conocieron las cifras que daban la pauta de un notable equilibrio entre los dos candidatos mayoritarios, las redes sociales y algunos medios masivos de comunicación presentan un crescendo en estos Juegos del Miedo. Con la objetividad que me permite el haber decidido no optar por uno u otro, puedo afirmar que los periodistas en general y los medios en particular (y los activos participantes en las redes sociales) deben a sus audiencias una mayor ecuanimidad. Lo que se está exhibiendo por estos días (y que, creo, se agudizará en las próximas semanas, hasta el 22 de noviembre) es una feroz competencia por denostar las figuras de quienes están en la vereda de enfrente. Ante los llamados “periodistas militantes” y medios ya jugados en uno u otro sentido, es preciso poner cierta racionalidad y facilitar a los electores elementos no contaminados por las campañas comunicacionales y publicitarias en desarrollo.

En este sentido, la nota publicada ayer en la página 6 de este diario, con llamada en la tapa (“El sciolismo se inspira en el publicista de Dilma”), permite a los lectores de PERFIL ir separando la paja del trigo y no caer en el facilismo de adjudicar a Scioli o a Macri caricaturas de sus planes, sus presentes y sus pasados. Es de esperar que tal postura –la de chequear y rechequear fuentes diversas y en algunos casos contradictorias– sea la que diferencie a este diario de otros medios embarcados en uno u otro bando.

Agnosticismo. El lector Enrique Cafferata cuestiona en su carta, reproducida en la página anterior, el empleo de la palabra “agnóstica” como calificativo para la policía, que ocupa el título y un tramo del fragmento del libro El Leviatán azul, de Marcelo Saín, publicado en la contratapa de Domingo el 25 de octubre. Es correcto, en lo formal, lo que expone el lector, pero resulta evidente que Saín ha empleado el término como metáfora y no para su lectura lineal.

Neurociencia. Pareció excesivo el espacio adjudicado en las páginas 40 y 41 del domingo 25 a la nota “Los votantes de Macri, más emocionales, y los de Scioli, más reflexivos”, como lo señala el lector Ricardo Picasso. El estudio que da pie al artículo parece insuficiente para tanto texto, tantas imágenes y tanto despliegue (uno de los dos títulos principales de tapa se ocupa del tema). Lo acepta la propia editora de la sección Ciencia al aclarar que la investigación fue de alcance muy limitado en casos.

Errata. En la página 2 del diario de ayer, se cita la cifra de 620 familias que serían beneficiadas por un plan de obras para agua potable en las previsiones de la gobernadora electa de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. Debió decir 620 mil familias.