Siempre se repite que el futuro de Cambiemos en las elecciones de 2017 depende de la recuperación de la economía. Se ha convertido en un lugar común aquella frase con la que Clinton ganó su primera elección: “¡Es la economía, estúpido!”. Pero ¿y si no fuera la economía? ¿Y si quienes votaron por Macri y parte de quienes aparecen en las encuestas aprobando su gestión, aun sin haberlo votado, estuvieran guiados por otras preferencias como –entre otras– la seguridad? ¿María Eugenia Vidal se convirtió en gobernadora y le ganó a Aníbal Fernández por la economía? Ya en 2009 Francisco de Narváez le ganó al kirchnerismo prometiendo un plan de seguridad y no un plan económico. ¿Habrá perdido espacio en el imaginario social aquella demanda de 2009 o, por el contrario, el cansancio frente a la inseguridad es hoy aún mayor? Otro ejemplo es el de Massa, quien triunfó en las elecciones de 2013 también gracias a su imagen de combatir la inseguridad siendo pionero en llenar el municipio de Tigre con cámaras.
De Narváez en 2009 y Massa en 2013 ganaron las elecciones legislativas gracias a la inseguridad
El hartazgo de la sociedad con el kirchnerismo fue multicausal y el enfriamiento de la economía quizás haya sido la causa menos relevante. Que Macri se focalice tanto en el crecimiento económico puede deberse a que es donde cree tener ideas más claras. Lo relacionado con la seguridad lo hizo tropezar repetidamente, no sólo con, por ejemplo, el primer jefe de la Policía Metropolitana, sino recientemente con el director de la Aduana. Y quizás también por eso fue conservador al mantener la estructura de la central de inteligencia y al nombrar como nuevo jefe de la Policía Bonaerense a uno de los cuadros máximos de la cúpula anterior.
En Europa o Estados Unidos, donde también hay grieta, el divisionismo no tiene a la economía como actor principal y todas las referencias a la economía son síntomas o consecuencias de problemas que la trascienden, como la inmigración, el respeto a la ley y la necesidad de nuevas leyes. Unamuno decía que el mundo se dividía en letras y números, y como si un campo fuera el de los abogados y el otro el de los ingenieros, Macri pone énfasis en los segundos. Aun cuando quizás políticamente le hayan sido y le vuelvan a ser más redituables las letras, a pesar de que la actividad legislativa siempre lo aburriera. El estilo decisionista del que hace gala el PRO podría cosechar más aprobación en cuestiones no limitadas a la gestión de temas económicos.
La Justicia es actor principal del sistema de seguridad y Cambiemos podría también allí capitalizar reconocimiento contribuyendo a su mejoría con los radicales, que aportarían en un tema donde sí tienen autoridad y competencias. El actual gobernador radical de Mendoza, Alfredo Cornejo, forjó parte de su popularidad habiendo sido ministro de Justicia y Seguridad de su provincia durante una crisis de inseguridad, y desde que asumió en diciembre del año pasado viene diciéndole a Macri que un plan nacional de lucha contra la inseguridad podría ser el motor fundamental para la consolidación de Cambiemos.
Que a pesar de la profundización de la recesión que generaron los cambios de política económica durante el primer semestre del año el Presidente tenga una aprobación no muy distinta a la cantidad de votos que obtuvo en la segunda vuelta mostraría que había otros motivos para el apoyo a Macri.
Duran Barba es otro promotor de Cambiemos que no quiere ser prisionero de la recuperación económica como única herramienta para ganar las elecciones de 2017. En su caso, se trata de una visión permanente: Duran Barba desconfía de los economistas y cree que la economía es –literalmente– (¿también?) “una farsa”.
Aun en el final del menemismo, en el año 2000, el político con mayor aprobación era increíblemente Carlos Ruckauf, quien había logrado que el peronismo ganara la provincia de Buenos Aires con su propuesta de mano dura contra el delito.
El mundo se expresa en letras y números: Macri pone énfasis en los segundos, pero ganó por las primeras
Hay una cosmovisión social alrededor del tema de la inseguridad que alinea ideológicamente los sectores mucho más claramente que la economía y traza la frontera de la grieta aun con mayor definición. Es la cultura, con sus prejuicios mucho más arraigados que las distintas doctrinas económicas, la que determina las preferencias electorales de la sociedad en cada período. Dependiendo del país, garantistas o no, antiinmigrantes o no. Y es la clase media baja la que más sufre la inseguridad: el carnicero de Zárate y sus vecinos son un buen ejemplo, justo en el sector más numeroso del electorado.