Hace 85 años, el mundo ardía. Europa se desmoronaba ante el avance nazi y mientras en el Reino Unido Winston Churchill emergía como figura clave, en una Argentina neutral, pero con profundas tensiones internas –reflejo de su composición migratoria–, nacía una institución destinada a la resistencia cultural.
La Asociación Argentina Cultura Británica, fundada en 1940 en Córdoba, no fue un mero capricho de la colectividad, sino una respuesta directa a la incertidumbre del desastre bélico y el peligro apocalíptico de concluir con la tradicional cultura europea.
En una provincia dinamizada por la construcción de grandes diques y escuelas monumentales, la comunidad británica y sus descendientes decidieron levantar un “bastión pacífico” para difundir el inagotable caudal de su literatura, de su arte y de su pensamiento político y filosófico.
Oficialmente, la fecha fundacional se instituyó el 25 de noviembre de 1940, con la visita de los esposos Mr. and Mrs. Blagden para su inauguración. Sin embargo, las primeras actas de aquel grupo precursor empiezan a anotarse el 29 de mayo de 1942.
Sus orígenes, bajo la conducción del profesor Alejandro Clifford y el señor James Donaldson, apuntaban primordialmente a la difusión cultural, una misión que conservan celosamente hasta hoy, a pesar del inmenso desarrollo que cobraron sus cursos de idioma inglés.
“Al principio eran todas personas británicas que vivían en el país, que se reunían para jugar al bridge y para mantener viva la cultura de Gran Bretaña…”, dice a Perfil Córdoba Marta Baduy, presidenta de la comisión directiva.
En sus inicios, la institución tuvo apoyo directo de la embajada, el consulado y el British Council, que incluso proporcionaban a los directores. Hoy, esa ayuda externa es un recuerdo del pasado. “Yo te diría que a partir de 2000 y algo dejaron de ayudarnos. Decidieron que la cultura ya era lo suficientemente madura como para seguir sola, y allí empezaron los directores cordobeses”, detalla Baduy.
Actualmente, la Cultura Británica se autofinancia con sus cursos de idioma, que reúnen a unos 1.500 alumnos entre la casa central de Nueva Córdoba (Hipólito Yrigoyen 496, su sede desde 1997) y la sucursal del Cerro de las Rosas.
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El renacer cultural
Con 80 empleados a su cargo, la institución es más que un espacio dedicado al dictado de cursos: es un centro cultural que busca ser una extensión de su parte académica. El edificio de la sede central, que cuenta con un SUM para 150 personas con piano y la técnica necesaria para realizar desde conciertos hasta presentaciones de libros, se ha transformado en un polo de difusión artística.
Susana Verde, quien se hizo cargo de la secretaría de la comisión directiva este año, tiene un plan claro: convertir el espacio en un punto de encuentro para la cultura local.
En ese sentido, adelanta la inauguración de una próxima muestra de artistas cordobeses: “El 6 inaugura una muestra de la Asociación de Pintores de Córdoba. He colgado obras de la colección y hago visitas guiadas al alumnado que quiere participar”, detalla Verde.
Además, las propuestas culturales contemplan una intensa actividad musical, con artistas como Pablo Rocchietti, quien ofrece conciertos didácticos regularmente, con invitados. Incluso, grupos de la Orquesta Académica y ensambles como Vento utilizan el SUM para ensayar.
También se realizan presentaciones de libros –recientemente lo hizo la escritora Viviana Rivero– y existe un acuerdo con la Librería del Palacio para brindar talleres.
Lo más notable es que todas estas actividades culturales son, por ahora, gratuitas. Si bien la comisión directiva evalúa implementar un simbólico “bono contribución” el próximo año debido a la alta demanda, la esencia es mantener el acceso libre.
La nueva armada de la Literatura Británica
El ocaso del papel y la deuda con la ciudad
Uno de los pilares fundacionales de la asociación fue su biblioteca, que llegó a albergar casi 20.000 volúmenes. La colección fue un recurso constante para estudiantes, incluidos los del profesorado de la Facultad de Lenguas de la UNC. Sin embargo, el cambio de época impacta con fuerza.
“Teníamos una biblioteca que llegó a tener casi 20.000 libros, pero tuvimos que reducirla. Muchos de los libros fueron regalados a otras instituciones y a muchas escuelas. Ya nadie viene a la biblioteca y nadie estudia con libros. Se está perdiendo esa costumbre. Los pocos que aún consultan el material físico son los adultos mayores, los que resisten al e-book y la pantalla”, se lamenta Baduy.
Mientras tanto, la institución mira hacia el futuro con una deuda con la comunidad de Córdoba. “Es una deuda que tenemos con la comunidad de Córdoba”, confiesa Susana Verde, refiriéndose a su objetivo de sumarse a La Noche de los Museos el próximo año. El plan es ambicioso: ofrecer charlas y visitas guiadas en inglés, aprovechando su ubicación privilegiada en el circuito cultural.
Resiliencia y celebración
La conmemoración de los 85 años –que será el 28 de noviembre con un concierto y un cóctel en la sede central– no es solo un festejo, sino un testimonio de resiliencia. La Cultura Británica estuvo al borde de la disolución a fines de los noventa, cuando una comisión directiva la vio como un lugar para hacer negocios debido a la gran afluencia de ingresos que dejaban los exámenes de Cambridge. “Hicieron tan mal las cosas que Cambridge retiró el centro de acá. Ahora somos el centro de los exámenes de Trinity College London. Y por suerte logramos salvar la Cultura Británica por un voto en una elección”, recuerda Baduy.
Así, la llama encendida en 1940 para contrarrestar la barbarie bélica, sigue brillando con una luz renovada, adaptándose a los nuevos tiempos, pero con el inalterable propósito de mantener vivos los lazos culturales entre Argentina y Gran Bretaña.