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PROYECCIÓN NACIONAL

Con fuerte apoyo de Llaryora en el territorio, Schiaretti busca asegurar votos en la provincia

Dividirse los objetivos es una de las bases para continuar con el acuerdo sin que existan rispideces. El gobernador sabe perfectamente que no tiene chances de ser presidente. Por eso va por un viejo anhelo: el Consejo Nacional del justicialismo. El tándem que lidera el PJ cordobés imita lo que hizo en la elección del intendente de Capital y exige incrementar el trabajo en los territorios para sumar votos.

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MENDOZA. Esta semana, como parte de su campaña para las PASO, el precandidato a presidente estuvo en esa provincia y en San Juan. | CEDOC Perfil

Hay un clima de gran ansiedad motivado por la cercanía de las PASO, previstas para dentro de una semana. Eso se repite en todos los campamentos políticos que participarán de la contienda que ordenará las candidaturas en la primera vuelta electoral del 22 de octubre.

En el peronismo cordobés, el gobernador Juan Schiaretti y su futuro sucesor Martín Llaryora tienen definidos sus futuros pasos y la alianza que sellaron. El jefe saliente del Ejecutivo provincial tiene claro que no será presidente, apuntará al Consejo Nacional Justicialista porque quiere liderar el PJ, o bien, participar de la mesa chica que conduce los destinos de ese partido y que, en los últimos años, ha perdido protagonismo.

“Juan le dejará a Llaryora el camino libre para llegar a la Casa Rosada”, relató un íntimo vocero del gobernador al reconocer la existencia del tándem a futuro, que tiene esos dos objetivos más que definidos. Es más, voceros de Llaryora le hicieron saber a Juan José Álvarez –operador político de Sergio Massa en Córdoba– que el todavía intendente no quiere ‘quedar pegado’ con el jefe del Palacio de Hacienda y por eso prefiere que ni lo nombren. 

Con Álvarez colabora el diputado nacional Carlos Selva, para definir el entramado con dirigentes e intendentes. Ambos saben que el distrito siempre fue un hueso duro de roer para el oficialismo nacional.

Cuando Massa se refiere a Llaryora como “heredero de De la Sota”, el intendente se fastidia. También le dijo así a Daniel Passerini al que, además, había definido como “buen pibe”. Aunque el exjefe municipal de Cruz Alta es mayor que él.  

Llaryora seguirá junto a Schiaretti, al menos hasta que se defina el panorama nacional. Entre otras cosas no quiere que la sociedad provincial que lo acaba de votar mayoritariamente piense que él traiciona al hombre que bancó su candidatura a gobernador. Ese es un dato clave a la hora de decidir qué camino tomar.

El ‘plan fusta’. Todos los cañones de la dupla justicialista apuntan a las PASO. Preocupa el bajo nivel de involucramiento de los dirigentes territoriales y los datos alarmantes que plantean algunas encuestas, que vaticinan que la concurrencia a las urnas estaría por debajo del 60 por ciento. Por eso instrumentaron el ‘plan fusta’, para presionar a las segundas y terceras líneas del partido de gobierno a trabajar, especialmente en los grandes conglomerados urbanos, con el fin de elevar el caudal de votos de la fórmula Schiaretti-Randazzo.

Repartir votos, concientizar a militantes y simpatizantes y controlar cada uno de los circuitos de Capital, por ejemplo, son algunas de las directivas que vienen desde el Centro Cívico y el Palacio 6 de Julio.

Los schiarettistas sueñan con un cinco por ciento de los votos en las PASO, pero las encuestas son muy cambiantes y tienen resultados absolutamente diferentes. Para algunas consultoras, la fórmula de Hacemos Unidos por Nuestro País conseguirá unos cinco puntos, pero en los últimos días se conocieron otras investigaciones que le asignan 2,6 puntos. Hay que tener presente que la vara a saltar es de 1,5 por ciento de los sufragios. Por debajo de esa cantidad, el candidato queda afuera de la primera vuelta de octubre.

El otro tema inquietante para el tándem cordobés es la interna de Juntos por el Cambio y el resultado que tengan las PASO para la coalición opositora. Horacio Rodríguez Larreta continúa con diálogos frecuentes con el gobernador y hay un pacto a plazo fijo que posiblemente se inicie o comience a tomar forma después de la primera vuelta electoral. Pero no hay ninguna seguridad que el jefe de Gobierno porteño derrote a Patricia Bullrich. Por eso, es factible que, en ese caso, también se intente un esquema de diálogo, aunque Schiaretti ya dijo que la exministra de Macri debería dejar de profundizar la grieta. También mostró su predilección por el radicalismo al decir que ideológicamente está más cerca del centenario partido.

Llaryora evitará cualquier fricción. Su único trabajo en esto será acompañar al gobernador y empezar a desandar su camino para armar una estructura en Buenos Aires, que pretende convertirlo en un dirigente de confianza en el establishment empresario y mediático y en otros círculos que se fortalecen al calor de su cercanía del poder.

No te tenemos miedo. Schiaretti no tiene internas en su agrupación, pero eso es mirar el vaso medio lleno. Si vemos el otro segmento hay que decir que sí librará una pulseada. Y es con Massa, quien va en la lista del peronismo kirchnerista, si se la quiere rotular de alguna manera. El ministro enfrentará a Juan Grabois pero también está convencido que su rival en el partido chico será el cordobés, especialmente en Córdoba.

En público, los schiarettistas no le asignan posibilidades a Massa y dicen que no está en condiciones de competir con ellos y le bajan el precio a los apoyos que tiene: los intendentes Martín Gill (Villa María) y Fabián Francioni (Leones), Carlos Caserio (se sumó en los últimos días a la campaña), Olga Riutort y un sector del sindicalismo, entre otros.

Sus opositores se ocupan de resaltar que en su recorrida por Córdoba, a Massa se lo vio tenso. Llegó en la noche del jueves, bien tarde, y cenó con dirigentes sindicales que le confesaron que no apoyarían su lista de candidatos a diputados nacionales “que está liderada por La Cámpora”, según dijeron. Se referían a Gabriela Esteves y Martín Fresneda, que están al frente de la boleta en los casilleros 1 y 2, respectivamente.

La noticia corrió y al otro día, militantes juveniles le dieron duro al bombo y protestaron por la actitud de los sindicalistas aunque no los nombraron. Un conflicto menor pero conflicto al fin que sólo lima al candidato.

A Schiaretti y Llaryora no les preocupa Massa sino lo que puede pasar en todo el país con la fórmula encabezada por el cordobés. Algunos números no les dan bien y por eso apuran la instrumentación del ‘plan fusta’.