Hace unos cinco años, en un fam press organizado por Georgia, tuve la oportunidad de conocer Atlanta, la capital de ese estado norteamericano. Esa ciudad es sede de la cadena de noticias CNN, edificio que visitamos y pudimos adentrarnos en el corazón de uno de los más importantes medios de comunicación del mundo.
Atlanta es, además, la cuna del mártir de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, Martin Luther King, cuya casa natal también es uno de los sitios turísticos que se visitan.
Pero hay otro ícono internacional que reconoce sus orígenes en Atlanta y es la gaseosa más famosa del mundo, Coca Cola. Al margen de que soy partícipe de que La coca es pal fernet (como canta Lula Fernández), vale la pena conocer The World of Coca Cola, el museo dedicado a esta bebida.
Una vez traspuesta la puerta de la importante construcción, es posible conocer la historia de la gaseosa desde su creación hasta estos días, ver una breve película que cuenta esa historia en forma amena y luego pasar por la sala de degustación, para probar varias de las más de 60 variedades que se producen alrededor del globo.
Pero la sorpresa fue cuando, recorriendo la galería de fotos que ilustran las paredes y columnas del museo, descubrí una, en blanco y negro por supuesto, que muestra un triciclo de venta callejera de Coca Cola, en la década de 1940, en una calle de Córdoba.
Si bien la imagen no es muy nítida, se alcanza a ver alrededor del carrito a cinco hombres posando, cuatro de ellos con corbata y uno con el uniforme de la marca.
