Como otras veces la elección provincial en Córdoba amaga con marcar el destino del rumbo del país en medio de un año electoral que, a nivel nacional, empezará a carretear en serio en las próximas semanas. Cuando se empiecen a definir los armados de las listas. Por lo tanto, los ojos estarán puestos en los comicios que tienen al gobernador Juan Schiaretti en busca de su reelección frente a los radicales Ramón Mestre y Mario Negri que llegan divididos a la contienda.
Los socios de Mauricio Macri en Córdoba llegan fragmentados tras una disputa que llegó incluso a ser más extensa que la campaña misma. Porque en diciembre, tras la confirmación de la fecha de la elección provincial, tanto Mestre como Negri empezaron a forzar posturas propias y ajenas para mantenerse como candidatos a la gobernación.
Entonces, a la falta de consenso le siguió el vago intento de una fallida interna con las principales espadas de Cambiemos en Balcarce 50 monitoreando todo por teléfono. El arribo de los referentes nacionales se produjo recién después, y casi de manera intensa recién en las últimas dos semanas de campaña y con una ausencia clave: la del presidente Macri.
El líder del Ejecutivo nacional decidió no incidir en el armado, como así tampoco ser parte de la campaña cordobesa en ningún momento. Reconociendo de esta manera que lo que se dirima hoy en territorio mediterráneo tendrá incidencia en el plano nacional en las próximas semanas.
Un resultado favorable a Schiaretti pondrá al gobernador reelecto alcanzando un récord que hasta el momento en Córdoba ostentan el radical Eduardo César Angeloz y el peronista José Manuel de la Sota. Hasta ahora ellos dos son los únicos que pudieron gobernar esta provincia en tres ocasiones -el radical de forma consecutiva, el peronista con una alternancia del propio Schiaretti en el período 2007-2011-; y ambos lo hicieron con una relación zigzagueante con el Gobierno nacional de turno.
Misma delgada línea sobre la que intenta caminar el propio Schiaretti.
En la vereda de enfrente, una victoria para Negri o Mestre también generará un escenario incierto para el radicalismo por diversos motivos. El primero, porque ninguno de los dos candidatos llegó hasta ahora el máximo cargo en el Ejecutivo provincial; el segundo, porque tanto el intendente capitalino como el diputado nacional representan dos posturas enfrentadas de la UCR a nivel nacional: la que quiere imponer condiciones en la renovación del acuerdo con el PRO y la que se muestra más dócil a las decisiones que imparte el macrismo en la mesa chica del presidente.
De cualquier modo, incluso si ninguno de los dos llega a concretar un triunfo esta tarde, de la manera que queden acomodados en el tablero también será motivo de análisis. El radicalismo nacional con fecha definida para la Convención del partido el 27 de este mes arribará a la reunión con el resultado cordobés consumado y el interrogante resuelto de a qué radical le fue mejor: si al que se le plantó a Casa Rosada o el que trató de salvar la alianza con una lista que incluyó además a macristas y juecistas.
Schiaretti en ‘modo armador’. Desde los últimos meses del año pasado, casi en paralelo con la crisis económica y política que comenzó a repercutir en el seno nacional de Cambiemos, el peronismo de los gobernadores y algunos referentes del schiarettismo en la provincia empezaron a tratar de instalar la proyección nacional del mandatario cordobés.
Destino del cual el propio Schiaretti se desmarcó incluso en el último tramo de esta campaña al ratificar que su objetivo es continuar gobernando la provincia. Sin embargo, dentro de Alternativa Federal, el espacio que fundó junto a Miguel Pichetto, Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa, y al cual luego invitaron a Roberto Lavagna, será una de las voces más escuchadas en caso de concretar un triunfo esta tarde.
Sin aspiraciones al sillón de Rivadavia, para algunos puede transformarse incluso en el armador con más poder y votos en esa mesa chica que por ahora tiene a dos gobernadores, un senador con fuerte presencia en el Congreso pero sin votos en su provincia, como Pichetto, y un Massa que llega sin cargo a la definición nacional.
El rol de Schiaretti puede llegar a ser, por lo tanto, clave dentro de aquellos que tienen la posición tomada de limitar el acuerdo a cualquier tipo de acercamiento con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Postura que también observan con agrado desde Balcarce 50, la de un PJ sin unidad. Un peronismo con algún mínimo gesto de acercamiento entre los federales y la expresidenta se transformaría en una muy mala noticia para Macri y compañía.
Motivo por el cual, varios interpretan que el primer llamado que puede recibir esta tarde Schiaretti en caso de resultar reelecto será el del propio presidente con una invitación concreta a Casa Rosada para transformarse incluso en el primer mandatario provincial citado por el propio Macri para discutir los 10 puntos del consenso que impulsa la Nación. Hasta ahora, ese diálogo con los gobernadores lo hizo el ministro Rogelio Frigerio en la semana, pero ninguno tuvo un contacto con el presidente.
El futuro de Cambiemos. El día después también incluye la discusión entre radicales, macristas y juecistas. Un buen resultado para Negri traerá de inmediato el pase de facturas a Mestre y viceversa. Ni hablar si ese buen rendimiento se traduce en un triunfo, ya sea en el plano provincial o municipal.
Pero si no hay victoria, si se trata simplemente de la pelea por ver quién queda segundo, también habrá sed de venganza. El mestrismo esta semana tuvo palabras durísimas hacia Negri al ratificar en Río Cuarto que al diputado nacional “no hace falta expulsarlo del partido porque él ya se fue con el PRO”; y la respuesta casi inmediata del propio parlamentario al decir que “estaría preocupado si me quieren echar (Amadeo) Sabattini o (Arturo Umberto) Illia”.
Frases que sirven para condimentar la previa de un plato fuerte que algunos esperan para esta noche. Con el agravante que el partido, en este contexto, llegue en un contexto muy complejo a definir candidaturas para las listas de diputados nacionales.
Sin embargo, la interna radical no es todo. La que dirimirán macristas y juecistas también forma parte de una fotografía aún difusa. El partido del presidente llega en medio de un clima más parecido a un revival de la interna entre Héctor Baldassi y los orgánicos que comanda Nicolás Massot, que con síntomas de unidad. Dato que se suma a la batería de malas noticias que tiene el Gobierno nacional por estas horas.
Mientras que el juecismo, si no llega a concretar su arribo al Palacio 6 de Julio sumará su segundo fracaso consecutivo después de lo que fue la elección municipal en 2015. Todos saldos, conclusiones y análisis que encontrarán más certezas a partir de las seis de la tarde. O tal vez antes.
La disputa municipal, un segundo plano con varias aristas
La última vez que en una misma fecha se eligió en Córdoba gobernador e intendente de la capital ocurrió en septiembre de 2007 con la polémica elección en la que Juan Schiaretti superó a Luis Juez. Pasaron 12 años y se definirán los mismos cargos, pero con el agregado que por primera vez se votará con el sistema de Boleta Única de Sufragio (BUS).
Al margen de la herramienta que se utilice para votar, la disputa en la Capital también fue una de las que más tensión sumó en la previa por la serie de denuncias que tanto Luis Juez (candidato a intendente de Mario Negri) como Rodrigo de Loredo (el hombre de Ramón Mestre para tratar de conservar la ciudad) presentaron en contra de Martín Llaryora, la espada que presenta Schiaretti para que el PJ gobierne la capital cordobesa.
El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) habilitó finalmente a Llaryora como candidato y ahora el sanfrancisqueño se convirtió en la apuesta del PJ para gobernar un distrito con predominancia radical desde el retorno de la democracia.
Disputa, la de la capital cordobesa, a la que también se suma otra dirigente de extracción peronista: la exconcejala Olga Riutort que llega a los comicios sin candidato en el tramo a gobernador y tras un revés de la justicia electoral por un pedido para que se computara el doble tilde en esa primera fila que tiene, entre otros, el rostro de ella y el de Schiaretti.