Damián Mahler creador de Siddharta, cuando la música se lleva en el ADN

La música corre por la sangre de Damián Mahler. Es parte de su ADN. Es que el joven que todas las noches emociona con su piano desde un rincón del teatro Luxor, es hijo de Ángel Mahler, uno de los grandes referentes de la comedia musical, creador de éxitos como Drácula, El Jorobado de Notre Damme o Las Mil y una Noches, entre otros. El joven Mahler forja su propio currículum exitoso y junto a Germán Barceló le dieron vida a Siddharta y lograron una adaptación teatral de la novela de Herman Hesse. La obra que este año desembarcó en Carlos Paz, y que lidera cómodo la taquilla nacional, lo tiene como la cabeza musical del espectáculo y se transformó en su primera gran experiencia teatral en la plaza serrana. “Siddharta es un proyecto que estamos pensando con mi socio Germán Barceló desde hace siete años. Veníamos componiendo, escribiendo esta obra con la idea de crear un espectáculo que combinase el teatro musical con la espectacularidad del circo, con esta cuestión performática que el circo brinda y que a veces el teatro musical no da. Teníamos esta idea, pero no sabíamos como llevarla adelante”, contó Mahler en diálogo con PERFIL CORDOBA.

“Éramos conscientes que podíamos contar una historia cantada y que haya gente volando o haciendo acrobacias, pero no lo teníamos definido. Después de cinco o seis años de trabajo nos encontramos con Flavio Mendoza y él, generosamente, decidió llevar adelante este espectáculo. Enseguida nos dimos cuenta que él hacía fácil lo que para nosotros era chino absoluto. Nos ayudaba a plasmar una idea. Le llevamos lo que habíamos hecho y le dijimos ‘nuestra cabeza limitada nos da hasta acá, ¿qué harías vos con esto?’. Fue un trabajo de muchos meses, de reescritura, para lograr esta mezcla de la cual él también se fue enamorando. Tuvimos la suerte de contar con un número uno, que agarró esto, lo hizo propio y lo llevó a lugares que nosotros no imaginábamos”, destacó.

—¿Y cuando lo vieron en escena por primera vez el producto final los conformó?

—Fue mucho más que lo que imaginábamos. Flavio ve lo que no ve nadie y por eso es quien es. Tiene una visión para los espectáculos que el resto de los humanos no vemos y es lo que lo hace único. Además se conformó un elenco soñado. Facundo Mazzei es un ser extraordinario. No solamente es el protagonista que lleva el nombre de la obra, sino que es un gran coreógrafo y logra puestas alucinantes. Fue parte fundamental de este equipo porque le dio vida a un personaje dificilísimo en el marco de un gran desafío profesional porque era la primera vez que actuaba y se está desenvolviendo como si lo hubiera hecho toda la vida.

—¿Tuvieron que adaptar mucho esta obra para Carlos Paz respecto a la que se presentó en Buenos Aires?

—Hicimos una adaptación que durante un mes la trabajamos en Buenos Aires, probando las cosas que íbamos a traer aquí a Carlos Paz. Fue como un ensayo general con público por llamarlo de alguna manera. Además de sumar a Flavio, tuvimos la inclusión del Flaco Pailos, lo que significó darle su espacio, transformar su personaje que estamos muy conformes porque tuvo una gran repercusión del público. La gente disfruta de sus chistes en cada aparición. De todas maneras, a pesar de las adaptaciones de estos personajes y de que podamos haber acortado o alargado algo, el espectáculo en esencia es el mismo. Siddharta está en constante mejora desde que era un papel en blanco.

—¿Cuál es la influencia de la familia Mahler en este espectáculo?

—Tiene que ver con haber crecido en un ambiente donde el teatro y la música eran parte de mi infancia, eran moneda corriente. Nosotros íbamos todos los días al teatro con mi papá, en su época dorada en el Luna Park. Estábamos de chicos en obras como Drácula, El Jorobado de Notre Damme y la vivíamos muy en primera persona. Eso me hizo tal vez vivir el teatro como algo muy natural y entre las muchas cosas que él me enseñó fue intentar buscar melodías que transmitan un sentimiento a la gente y que el público se conmueva con tu música. Siddharta tiene cosas así. Hay momentos que logramos movilizar al espectador y eso para un músico es lo mejor que puede pedir.