El escritor cordobés Hernán Lanvers fue recientemente reconocido por el Concejo Deliberante de Córdoba como Personalidad Destacada de la Ciudad.
Hace dos años y medio se propuso dejar de escribir durante cinco años para dedicarse a la promoción de la lectura en ámbitos donde muchas veces las políticas de Estado no llegan.
Así, recorre escuelas rurales, nocturnas y bibliotecas populares -ubicadas en Córdoba, Santa Fe y el norte de Buenos Aires- fomentando la lectura a través de charlas y donando libros que incentiven a chicos y adultos. “Promover la lectura de libros para mejorar la educación y para que haya así mayor igualdad de oportunidades no es bondad ni generosidad, es justicia”, dice el escritor de la saga África, cuyos libros se comercializan en 40 países alrededor del mundo.
Según el escritor, la llegada de la tecnología ha modificado una serie de actividades que con el tiempo dejarán de practicarse, pero alerta sobre lo problemático que sería abandonar el hábito de la lectura. “Con la tecnología es inevitable que deportes como la equitación, la esgrima o el remo dejen de practicarse, lo cual, si bien para algunos puede llegar a ser una gran pérdida no es una tragedia. Pero que desaparezca la lectura, y es casi inevitable que desaparezca, sí es una tragedia”, advierte.
Para reforzar esta idea, Lanvers señala que en Argentina la mitad de los chicos que ingresan al secundario no se recibe y según el último informe de las pruebas Pisa (Programme for International Student Assessment, por sus siglas en inglés), el 50 por ciento de aquella mitad que sí lo hace no entiende un texto al leerlo. “Ellos irán a la universidad, serán médicos que atenderán a pacientes, ingenieros que construirán puentes, abogados que defenderán tu libertad o arquitectos que construirán casas. Es imposible que exista un país viable en muchos sentidos y estos números indican consecuencias muy importantes. Creo que un país sin recursos humanos es un país suicida”, alerta.
La realidad en cuanto a las tasas de lectura también son concluyentes: “Los norteamericanos, a quienes tenemos por algún prejuicio por gente inculta, tienen un promedio de 141 libros por biblioteca en su casa. En Argentina ese promedio es de 0.5 libros. Por eso me plantee dejar de escribir durante cinco años y dedicarme a esto. Las editoriales quieren que vos publiques libros porque lo que vende es la novedad y arrastra la venta de los libros anteriores. Pero creo que sin educación no llegamos a nada, por eso invierto parte de mi tiempo en este proyecto”.
Construyendo lectores. “El esquema con el que trabajo es muy sencillo. Yo me dedico a dos cosas: por un lado, dono libros y por el otro doy charlas en colegios secundarios, nocturnos, escuelas rurales y bibliotecas populares. En algunos casos suelo llevar bibliotecas de madera, de esas en las que caben unos 30 libros”, explica.
Las charlas que dicta suelen ajustarse al público que asiste y versan en torno a cómo la lectura de libros puede cuadruplicar la eficiencia en el estudio, para el caso de las escuelas; o cómo lograr que niños y adolescentes lean, orientada a las bibliotecas, donde suele haber público adulto, encargado de motivar a pequeños lectores. “Cuando voy a las escuelas de adultos, que es donde mejor recepción tengo, les explico por qué estudiar es lo único que los va a salvar de la pobreza o de la cárcel”, dice.
Con un formato particular -Lanvers no recibe donaciones sino que compra él mismo los libros que dona-, los títulos atraviesan las lecturas de juventud del escritor y van desde Julio Verne y Emilio Salgari hasta La Odisea o la Ilíada. “No acepto donaciones porque la gente se cree hasta con cierto derecho cuando hace donaciones -señala haciendo clara alusión a partidos políticos-; me da cierta independencia y no le rindo cuentas a nadie”, finaliza Lanvers, que ya lleva entregados 2.400 libros en el marco de su proyecto.