Nadie es profeta en su tierra reza el dicho popular. Y en efecto, la obra de Augusto Ferrari ha pasado casi desapercibida en Córdoba (provincia donde se radicó desde muy joven y en la que edificó casi toda su obra) y en Italia, donde nació.
Pero eso está cambiando. De la mano de sus familiares y de la arquitecta italiana Liliana Pitarello, ha comenzado una puesta en valor de la obra de este artista prolífico que se dedicó tanto a la arquitectura como a la pintura y a la fotografía. Así, la muestra ¡Qué bello es vivir! estuvo en exposición hasta el domingo pasado en la Academia Albertina (Torino) donde Ferrari estudió y la idea es hacerla girar por Italia hasta el 2020, momento de repatriarla hacia Argentina.
“En la muestra que hicimos en Italia se expusieron 42 cuadros, más de 18 planos arquitectónicos, fotos de panoramas y videos de su hija contando sobre la vida de Augusto. Ahora estamos en gestiones para hacerla itinerante, con la idea de que su obra circule por la mayor cantidad de lugares posibles allá”, relata Julieta Zamorano Ferrari, una de sus bisnietas.
Ahora se está montando en el municipio de San Possidonio, pueblo donde él nació, una muestra fotográfica curada también por la arquitecta Pitarello, y planean una exposición en el Museo Cívico de Módena. “En agosto de 2020, la obra ya tiene que estar de vuelta en Argentina, entonces la idea es exponer en Córdoba en 2021, para los 150 años de Augusto; todavía no tenemos definido el museo, pero podría ser el Caraffa, que albergó el año pasado la muestra Filiación. Padre e hijo, montada con obra de León y Augusto Ferrari.
Acciones. Entretanto, hay una serie de acciones que se llevarán a cabo de cara a este aniversario: “En el marco del Festival de la Palabra, en marzo de 2019, la arquitecta Pitarello vendrá a Córdoba a dar algunas charlas sobre la obra de mi abuelo”, cuenta Gerardo Ghioldi Ferrari, nieto de Augusto.
Para el mismo mes está prevista también la apertura del primer centro de interpretación del artista, en San Leonardo (Agua de Oro). Pero quizás lo más importante tenga que ver con la puesta en marcha de La ruta Ferrari en Córdoba: “Al municipio de Villa Allende es al que más le ha interesado el tema de Ferrari; es que mi abuelo hizo muchas casas en el municipio. Queremos hacer un trabajo de rejuvenecimiento con las iglesias y pensamos en acciones con los dueños de las casas que construyó, para incluirlas en esta especie de ruta cultural y que tengan reconocimiento”, detalla Gerardo.
Ferrari construyó casas en Agua de Oro, Unquillo, Villa Allende e hizo la iglesia de los Padres Capuchinos (Nueva Córdoba), la iglesia de Nuestra Señora del Carmen (Villa Allende) y la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes (Unquillo); la intención es que toda su obra arquitectónica esté contemplada en guías y catálogos turísticos y culturales.
“La vida de Augusto fue la del esfuerzo personal”
El catálogo, llevado adelante por la arquitecta Pitarello, recupera los primeros 40 años de la vida del artista. Abandonado por sus padres a temprana edad, Augusto Ferrari vivió en el norte de Italia a cargo de una cuidadora y sumido en una infancia de pobreza absoluta; de hecho sus primeros cuadros retratan la campiña, los Alpes, y la vida austera y de campo. “Cuando él era niño comía polenta todo el día, comida que por supuesto estuvo prohibida en mi casa desde siempre”, rememora Gerardo.
Y agrega: “La historia de Don Augusto es la historia del esfuerzo personal porque él logró reinventarse varias veces a lo largo de su vida, el padre lo reconoció recién a los 18 años y Liliana rescata todo ese trayecto: la guerra, la tuberculosis, el parecido entre los Alpes y las Sierras Chicas cordobesas”. La obra de Augusto Ferrari tiene hoy un valor patrimonial e histórico más que económico y su familia trabaja por el reconocimiento del legado que el artista dejó.
El legado de León
“León (Ferrari) abre todas las puertas. Siempre nos pasó que miran más a León que a Augusto; pero todo el esfuerzo de León era en aras de que su papá cobrara la notoriedad que se merecía”, cuentan las bisnietas de Augusto, apasionadas por el legado de su bisabuelo y hoy al frente de la fundación que cobija la obra de padre e hijo en Buenos Aires. “León es muy polémico, no solo acá en Córdoba sino en todo el mundo; y creo que hay una autocensura impresionante todavía. Nosotros queremos armar una mesa de consenso con la Iglesia, el Estado, la familia, la fundación, para darle impulso a la obra de ambos, para que podamos hacer cosas juntos. Es increíble pero la arquitectura de Augusto, por ejemplo, no está en los programas de estudio todavía”, dice Julieta.
FAMILIA FERRARI. Isabel Ferrari (bisnieta), Gerardo Ghioldi Ferrari (nieto), Julia Ferrari (bisnieta) y Julieta Zamorano Ferrari (bisnieta).