Perfil
CóRDOBA
RECONFIGURACIÓN DEL NEGOCIO

Los que se quedan: historias de resistencia en las galerías del Centro

La recesión y el retroceso del movimiento peatonal en la zona céntrica de Córdoba golpean con más fuerza a los pasajes comerciales internos que a los negocios con frente a la calle. Sin embargo, hay quienes todavía apuestan al oficio y a una clientela fiel. El futuro de las galerías, ¿estará ligado a la especialización y la concentración de rubros?

22-11-2025-Galería del centro Córdoba
Galería del centro de Córdoba, con baja ocupación. | Fino Pizarro

Tuvieron su época de oro en la década de 1970, a la par de las obras de peatonalización, y su declive comenzó en los ’90 con la irrupción de los grandes centros comerciales que redefinieron los hábitos de compra y ocio en la ciudad. En los últimos años, la caída de las galerías del Centro como opción de compras se profundizó y, desde abril de 2025, la situación se tornó muy preocupante, según coinciden locatarios y administradores. Los locales deshabitados ya son parte del paisaje y el contraste con aquel símbolo de elegancia y vitalidad urbana que supieron ser es inmediato.

No todo se explica por la retracción del consumo. La descentralización de la administración pública y privada —acentuada tras la pandemia— redujo de manera notable el flujo de personas que concurren a diario al Centro. Al mismo tiempo, se multiplicó la oferta de e-commerce y muchos barrios consolidaron circuitos comerciales propios, propiciando que los vecinos resuelvan sus compras sin afrontar el caos vehicular ni el costo del transporte o del estacionamiento, incluso cuando los precios, en general, son más accesibles en el área céntrica.

Pero la situación de los negocios ubicados en estos corredores internos es todavía más compleja que la de los comercios con frente a la calle. Eso se refleja especialmente en los niveles de vacancia: desde que dejó de cobrarse el “valor llave”, conseguir un local comercial disponible en el Centro no es tarea sencilla, excepto en algunas galerías donde el porcentaje de espacios desocupados supera ampliamente el promedio provincial del 4,8% registrado en octubre por el Centro de Estadísticas del Colegio Profesional de Inmobiliarios de Córdoba.

Ese achicamiento progresivo fue modificando la fisonomía interna. Hoy no es extraño ver antiguos locales convertidos en oficinas o depósitos. Y mientras esa transformación avanza de manera silenciosa, queda flotando una pregunta inevitable: ¿qué es lo que todavía sostiene a un comerciante en esta red de pasadizos del corazón histórico de la ciudad?

En primera persona

Hace 27 años que la familia Gazzano está al frente del complejo de cines Gran Rex. Marcelo es, además, administrador del consorcio de toda la galería, una de las pocas que no tiene locales vacíos. Este año, para el Día de la Madre, se vendió un 12% menos que el año pasado —que tampoco fue bueno— según le informaron los locatarios a la Cámara de Comercio de Córdoba. “Aunque estamos a merced de la situación económica, creo que se pueden hacer cosas para que las galerías se muevan más”, le dijo a Perfil Córdoba. Y ejemplificó: “Hace una semana, cuando se estrenó ‘Nada es lo que parece 3’, trajimos un mago que hizo trucos en la galería. Ahora, para las fiestas, vamos a traer un ensamble musical juvenil. Siempre hay que pensar en dar un extra”.

Gazzano también confirma que la confraternidad entre los locatarios es algo más que un mito. “Si en el grupo de WhatsApp se anuncia algún evento por el aniversario de un negocio, el resto lo replica en sus redes. Y, si viene la inspección del Ministerio de Trabajo, también avisan”, relató.

La mirada de quienes recién desembarcan en las galerías confirma esa percepción. Leonela Manzanel es propietaria de El Tazón, que hace dos meses inauguró un local gastronómico en Paseo Muñoz. “Puedo dar fe de que la crisis se nota un poco más en las galerías. La verdad es que cada uno tiene que hacer lo suyo para mantenerse”, afirmó. Con “lo suyo” se refiere a las acciones para favorecer que la gente entre a “la cueva”. “A nosotros nos funciona la promoción en redes y salir a la calle a invitar a la gente a pasar. Las galerías tendrán vida en la medida en que se mantengan limpias y vistosas. Acá la administración está atenta a los detalles, a las decoraciones. Eso suma. Y en verano vamos a tener frescura para ofrecer: vamos a ser un refugio del calor”, se ilusionó.

La experiencia cambia según la ubicación, pero las dificultades son similares. Valentina Mendelberg, dueña de Babbylon —tienda de indumentaria femenina en la galería Libertad—, se siente afortunada porque su local tiene acceso por la peatonal 9 de Julio, pero no escapa de la situación.

“Adentro de las galerías directamente no hay vida. Una vez quisimos organizar una feria en los pasillos, sacando los percheros de los locales, pero los que no se sumaron llamaron a la Municipalidad. La gente nos comenta con tristeza que ven todo desabastecido, muchos locales vacíos… Está todo muy viejo. Se necesita una renovación estética o algo que invite a la gente a entrar, como un buen restaurante. Pero en esta crisis es difícil que alguien quiera invertir. Es muy difícil proyectarse acá. El Centro como barrio está deteriorado”.

De nicho

Algunos creen que el futuro de las galerías podría estar en la especialización: crear pequeños polos temáticos capaces de convocar a públicos concretos. Algo de esa idea ya empezó a darse de manera natural. Cabildo conserva desde hace décadas su identidad ligada a los libros escolares; un sector de Santo Domingo reúne varias peluquerías; la General Paz multiplicó su oferta de ropa para niñas y niños; y Centro República —más conocida como Cinerama— quedó asociada a los universos del coleccionismo y la subcultura gótica.

Sin dudas, los negocios “de nicho” son los que mejor están atravesando la crisis, porque tienen una menor dependencia del tránsito de gente, ya que sus clientes los eligen por la especificidad del rubro y la atención profesional y personalizada.

Es el caso de Lado B, la legendaria disquería especializada en rock que saca chapa de su vigencia en la desolada Vía Nueva, galería con un porcentaje de vacancia superior al 50%. Los melómanos y su apego por los vinilos y discos compactos son el sector al que apunta su propietario, Marcelo “Palo” Cáceres. “No sé si los negocios de nicho van a salvar a las galerías, pero sí es un hecho que el comercio tradicional está quedado en el tiempo. Hoy no se puede encarar un negocio simplemente abriendo las puertas y esperando que el público ingrese. Todos estamos pendientes del celular y las leyes de marketing van por ahí. Habría que ver si hay sectores que puedan albergar negocios similares, pero está claro que las galerías tienen que modernizarse”, dice.

Marysol Guevara, de Muy Americano Vestidos de Quince, en la Galería de la Merced, también sostiene la importancia del diferencial. “Los clientes vienen de toda la provincia. Incluso de Buenos Aires, Tierra del Fuego y Uruguay. Ese plus único te mantiene vigente”, señaló.

Al final del día, las galerías siguen siendo un retrato de la ciudad: espacios que alguna vez tuvieron otro movimiento y que hoy se sostienen en un equilibrio frágil entre la rutina y la memoria. No hay certezas sobre su futuro, pero la persistencia de quienes abren sus puertas cada mañana demuestra que Córdoba aún guarda la capacidad de reinventarse.

Río Tercero también le busca la vuelta

La necesidad de impulsar el consumo en este tiempo difícil excede ampliamente al Centro de Córdoba y sus galerías. Entre las iniciativas en danza —que inevitablemente remiten a las que surgieron durante los primeros años de este siglo para afrontar la crisis— figura la del Centro Comercial, Industrial, de Servicios y Agro (CeCISA) de Río Tercero, que lanzó el jueves pasado su Club de Beneficios.

La iniciativa consiste en una tarjeta (se emitieron más de 5.000) destinada a los consumidores, con la que podrán acceder a una amplia variedad de descuentos, promociones y beneficios exclusivos en los comercios adheridos, que son más de 70. Se espera que, en esta primera etapa, el alcance sea de 20.000 consumidores.

Gracias a los acuerdos suscriptos con el Centro Comercial, el Club de Beneficios ya tiene como consumidores adheridos a trabajadores afiliados a varios gremios locales, como Luz y Fuerza, Camioneros, UOM, UOCRA, UTHGRA y ATSA.

El presidente de la institución, Agustín Hesar, destacó que la iniciativa “premia al consumidor que elige comprar en su comunidad”.