Gracias al acuerdo que alcanzó el Mercosur con la Unión Europea, el presidente Mauricio Macri busca sumar puntos que lo aproximen a la reelección, ese objetivo al que persigue con más denuedo que el Coyote al Correcaminos.
Sin embargo, tal vez la gente común no consiga dimensionar la envergadura de este logro, distraída como está en cuestiones tan superfluas como el costo de la vida o la desocupación. Por eso, mi consejo para Cambiemos (o Juntos Somos el Cambio, o Cambio Gajo Por Infusión… o como quiera que se llamen) es que el Gobierno negocie entendimientos comerciales más resonantes. Lo óptimo sería firmar convenios de intercambio con la Liga de la Justicia, con la República Galáctica o con Disney World, y festejar el acontecimiento con una semana de pochoclo gratis para todos.
En Córdoba, tampoco benefician demasiado al oficialismo nacional esos carteles que han quedado colgados por ahí, donde se ve con claridad la leyenda: “Pretto es Macri”. Sobre todo porque al haber sido obviado el dirigente Javier Pretto en la lista de diputados que encabeza Mario Negri, el mensaje de la cartelería podría llevar a confusiones.
Por ejemplo, si Pretto es Macri, tal vez el gobernador Juan Schiaretti se considere en condiciones de exigirle a él que pague la deuda que la Provincia le reclama a la Nación. O, lo que es peor, es probable que si Pretto asiste a algún evento festivo, a cualquiera se le ocurra poner una canción de Gilda y pedirle que haga el tan mentado pasito presidencial.
Otros que quedaron heridos en Cambiemos tras la confección de las listas para las Paso y las órdenes que bajaron desde la Casa Rosada, fueron los radicales Miguel Nicolás y Javier Fabre, quienes estarán impedidos de llevar la fórmula Macri-Pichetto en sus boletas. Ambos denunciaron que se trata de un acto de discriminación, por lo que todavía no se sabe muy bien si acudirán a la Justicia o al Inadi.
En el caso de Fabre, como su línea interna se llama Somos Transformación, yo le recomiendo la posibilidad de que busque respaldo en la comunidad trans para su protesta. Nicolás, por su parte, si no tiene suerte en esta puja, me parece que con su lista Roja y Blanca bien podría presentarse en las elecciones de Instituto, que andan flojas de candidatos.
Por el lado del kirchnerismo, saludo efusivamente la designación de Eduardo Fernández como cabeza de lista en el Frente de Todos (o Frente de Todes, o Frente de Todxs, o Frente de Tod@s... o como quiera que se llamen), en la boleta que acompañará al binomio Alberto Fernández-Cristina Fernández para presidente y vice. Siempre aconsejo este tipo de reglas nemotécnicas como truco para que el electorado no dude al momento de emitir su voto.
Si en el Instituto Patria hubieran tomado nota antes de este hallazgo, bien podrían haber propuesto a Cinthia Fernández como gobernadora de Buenos Aires y a Nacho Fernández para la Jefatura de Gobierno de la Caba. Todavía están a tiempo de usar como eslogan cordobés: “Un Fernández detrás de otro… ¡y a emborracharse de votos!”. Este va gratis; al próximo se los cobro.
También me reconforta que la izquierda haya entendido que debe vencer sus prejuicios para unirse, porque últimamente venían más peleados que Pepe Argento y María Elena Fuseneco. Ahora bien, para tener en las Paso alguna expectativa más allá de quedar por encima de Biondini, deberían haber intentado algo parecido a lo que hizo Macri con Pichetto.
Es sabido que, en la Argentina, para ganar hay que contar con una pata peronista. Y, teniendo en cuenta que el Pata Medina queda descartado por razones de público conocimiento, tal vez incorporarla a Pata Villanueva les hubiese redituado. Sobre todo porque sus iniciales (la “P” y la “V”) son dos letras más peronistas que el bombo del Tula.