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CóRDOBA
SCHIARETTI-LLARYORA

Quiénes estaban al frente y por qué se pusieron en pausa las juntas promotoras

Fueron el motivo de la primera tensión entre las dos generaciones del PJ y asomaron las internas. Cómo se componían, qué pasó en el medio y quién encabezaba en cada departamento. El control de la sucesión de nuevo en manos del gobernador.

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CAMBIO DE ESTRATEGIA. Llayora habló con Schiaretti y enfrió las juntas promotoras. Se calma la tensión generacional. | Cedoc Perfil

La Vieja Guardia dio el golpe. En cuestión de días, el peronismo con el que comenzaron las más de dos décadas del partido en los despachos del poder en Córdoba asestó la jugada con la que se frenó la herramienta clave del llaryorismo para el armado territorial. El primer PJ le dio clic al ‘guardar cómo’ a las juntas promotoras y el mensaje a la nueva generación quedó claro: reconfigurar la estrategia y esperar órdenes. Ambas, hasta nuevo aviso. 

El viernes previo a su viaje por Estados Unidos que quedó truncado por el positivo de covid-19, el gobernador Juan Schiaretti habló por teléfono con el candidato del partido a sucederlo en el 2023, el intendente Martín Llaryora. En buenos términos, y casi en tono paternal, el dueño del principal despacho del Panal pidió calma, cabeza fría y acatar la estrategia diseñada con tiempo desde el Centro Cívico. Le habló de números, encuestas, posicionamiento y lo que falta de techo. “No hay problema de imagen negativa, al contrario. Es un tema de conocimiento”, dijo un peronista a PERFIL CORDOBA acerca de lo que fue la conversación de hace unos días. 

“Y eso es bueno, porque quiere decir que tiene un techo más alto que otros”, trató de calmar. 

Volviendo a la conversación, desde El Panal transmitieron a la nueva camada PJ que hay una estrategia de posicionamiento y pauta en los medios locales en el interior. Algo que también empezaron a notar los opositores en el viaje a Marcos Juárez el lunes pasado y en las ciudades más grandes del interior. 

La conversación terminó con el OK para la última junta promotora, la que había quedado a esa altura en zona no militarizada: Cruz del Eje, a la postre, la más exitosa desde lo político. De ahí en más, la orden era enfriar la estrategia y se cumplió. Suspendida quedó Punilla y más de uno respiró aliviado porque en el valle empezó a surgir una interna de la interna entre los propios schiarettistas. 

Lo que sigue en el juego de fases es la unidad, poner paños fríos a la tensión generacional y dar mensajes de tranquilidad en ambos bandos. Algo que se mostrará con gestos al regreso de Schiaretti, pero que se consumará cuando ambos, tanto el gobernador como el intendente, cumplan con el acto partidario que sellará la paz: los dos deben asumir la presidencia del PJ, el gobernador en la provincia y el intendente en la capital. Lo que les servirá a ambos de plataforma para lo que viene en el 2023. 

Antes de eso, desde sendos sectores deben entregar las armas para asegurar la sucesión. El resto, se discutirá más adelante. 

La génesis de las juntas. El puntapié inicial se produjo en una cena en la Municipalidad hace unos meses con el propio intendente encabezando una reunión con la mesa chica. Allí, en un grupo reducido estaban, entre otros, el intendente de Cruz del Eje, Claudio Farías; y su par de Colonia Caroya, Gustavo Brandán. Cuentan que la estrategia no fue antojadiza. 

La intención fue buscar de aliados a otros intendentes, jefes comunales y funcionarios de éstos que no pudieran ser presionados desde el Centro Cívico o de otros sectores. “Cuando uno lo hizo desde adentro, al margen de que se manejó muy mal, quedó afuera. Simple”, dijo una persona que conoce al detalle el conglomerado y lo hizo en referencia a Federico García, el exfuncionario del ministerio de Gobierno. 

Quien en los últimos días volvió a tener palabras “poco respetuosas”, consideran los más experimentados del PJ. En una entrevista en el interior, habló de “clase dirigente más vieja (sic) con la que hay diferencias”, y pidió renovar mandatos de legisladores, desafiando así al jefe del bloque del oficialismo en la Unicameral, Francisco Fortuna. 

El TEG de las juntas. Antes de la puesta en pausa, ya había referentes en cada departamento subidos al llaryorismo. Y en una segunda fase, después de aquella reunión en el Municipio, había entrado el diputado Ignacio García Aresca en rol de armador. 

Antes de él, Farías, el hombre de Cruz del Eje, había arrancado en su departamento y en diálogo con otros distritos. “Los dos, tanto ‘el Colorado’ como ‘el Chivo’ son propios y puros, pero Claudio se le paró a la vieja guardia y asumió un costo bravo”, dicen. 

Bajando desde el noroeste, en el departamento Minas se sumó un histórico, el intendente de San Carlos Minas, Cristian Frías; en Pocho gente de Miguel Siciliano y luego, en San Alberto, la ola llaryorista incluyó a Julio Bañuelos y Claudio Manzanelli (antes había coqueteado con el albertismo), los dos de Mina Clavero, y al intendente de Cura Brochero, Carlos Oviedo.

En San Javier, tierra de Oscar González, no se avanzó; aunque el llaryorismo puro le reprocha haber presionado a intendentes y concejales del norte. 

En el sur, la alianza con el intendente de Río Cuarto, Juan Manuel Llamosas, trae tranquilidad. Mientras que, en Unión, otra de las batallas clave, hay dos hombres, el intendente de Canals, el delasotista Edgar Bruno, y Abraham Galo, persona de extrema confianza de Llaryora. El promotor del penúltimo acto en Bell Ville. 

“Bruno, bien al estilo delasotista, se subió al colectivo la noche de derrota en las Legislativas 2021”, dijo un llaryorista. 

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Río Segundo, no se lo adjudican a García, sino al intendente de la ciudad cabecera Darío Chesta, quien cuentan que incluso se enfrentó a Fortuna en el departamento. Y a quien también le endilgan haber contactado a intendentes para enfriar el despliegue. 

El Gran Córdoba vino con respaldo fuerte en Colón, con Brandán y luego se sumaron el legislador Carlos Presas y el intendente de La Calera, Facundo Rufeil. Mientras que Santa María fue un mojón en medio de las tensiones con los hermanos Facundo y Marcos Torres, y la disolución de Generación X luce como un indicador. 

Calamuchita lo tuvo a Oscar Santarelli, intendente de Villa General Belgrano, y confían en sumar a los Alesandri. Aunque el hermano de García Aresca también arma ahí. En tanto, en Tercero Arriba hubo un trabajo coordinado entre Juan Carlos Scotto y David Consalvi, un funcionario de confianza de Llaryora. 

Con este despliegue, el llaryorismo puso en pausa las juntas y aguarda limar asperezas con la Vieja Guardia. Lo que sí queda claro es que las jugadas siguientes serán coordinadas.