El WorldVision Composers Contest es una competencia global con sede en Viena, Austria, que apuesta al fomento de la composición de música clásica. A su concurso mundial se postularon compositores de música clásica de muchísimos países de los que se preseleccionaron 88 y luego de varias rondas y eliminaciones, el compositor argentino Rod Schejtman quedó entre los finalistas.
La dificultad del certamen es altísima porque se exige que los participantes demuestren su capacidad para escribir una obra sinfónica que incluye entre 85 y 100 músicos en escena. “Son más de 30 instrumentos diferentes que el compositor debe conocer en profundidad: cómo se tocan, cuáles son sus técnicas posibles, y cómo se combinan entre ellos”, explica Schejtman.
La competencia consta de varias rondas: en la primera se eligió a un concursante de cada país y luego, tras una segunda votación, el total de participantes se redujo a 29. De estos últimos solo tres llegarán a la final y el voto del público definirá al ganador. Para escuchar y apoyar su obra se puede votar en https://wvcomposers.classic-at-home.com/participants/368 y hay tiempo hasta el 15 de marzo, momento en que se resolverá quiénes son los tres finalistas.
“Por cada etapa de la competencia hay consignas específicas y solicitan una simulación en computadora de la orquesta y lograr que suene realista y una partitura completa que puedan interpretar músicos en vivo”, detalló. En cada una de las instancias el jurado debe aprobar lo creado y luego la votación del público es la que define.
“No solo buscan compositores talentosos, sino que además buscan compositores con gran capacidad de difusión y potencial artístico”, reconoció el músico. Con más de 25 años de experiencia, Rod Schejtman compuso, además de música clásica, música para propuestas audiovisuales de cine y entre sus influencias musicales aparecen clásicos como Frédéric Chopin y Serguéi Rajmáninov, y compositores más actuales como John Williams y Ennio Morricone.
“El desafío musical más grande de mi vida”
La complejidad de componer una sinfonía es enorme, “es el desafío musical más grande de mi vida”, reconoce Schejtman. “Para dar una referencia, Beethoven compuso solo nueve a lo largo de toda su vida y Brahms tardó 14 años en componer su primera sinfonía”, explicó el compositor. En diálogo con PERFIL Schejtman compartió detalles del desafío:
-¿Cómo vivió los rounds anteriores?
-Todos los rounds fueron desafiantes, en el primero, entregué "La Magia di Vivere", una obra de duración media, para orquesta sinfónica que requiere 85 músicos en escena. El segundo, fue muy diferente: la consigna fue componer “música de cámara”. Siglos atrás, en la época de los grandes palacios, reyes, y sociedades aristocráticas; la música cumplía una función muy importante de divertimento y, como no había ni grabaciones, ni Spotify, ni youtube, todo era en vivo. A diferencia de hoy, una persona “común” solía escuchar una misma obra tres veces en su vida, si tenía la suerte de presenciarlas. En la entrada de los grandes teatros era usual que hubiera un músico que tocaba la melodía principal de la función, en su instrumento portátil, para aquellos que no tenían la posibilidad de acceder. En los grandes palacios era diferente. Toda persona de gran riqueza tenía una “cámara” en su palacio, que era un salón muy grande - aunque mucho más chico que un anfiteatro - que permitía un espectáculo “intimo”, de hasta máximo diez músicos en “escena”. El público no era un público común. Era un público aristocrático muy erudito: todos tocaban algún instrumento, la mayoría poseían conocimientos musicales profundos - y exigían escuchar música muy elaborada. Este tipo de música muy “académica”, elaborada, y con un tono intimista, paso a llamarse “música de cámara”. Las formaciones más comunes eran quintetos y cuartetos, es decir formaciones de cuatro o cinco instrumentos que tocaban en simultáneo. En la música de cámara resaltan los detalles y el virtuosismo del compositor a la hora de poder lograr que cada instrumento se luzca como solista y a su vez como conjunto. En mi caso, yo elegí realizar un quinteto de cuerdas, con la estética de siglos pasados, que se titula “Un Raggio di Sole” – una obra para dos violines, una viola, cello, y un contrabajo.
-¿Cómo comenzó su camino musical?
-Todo comenzó cuando era muy chico. En mi casa, siempre había música, porque mi padre dedicó su vida a ello. Sin embargo, en el living de mi casa había un piano que no se tocaba, y me generó tanta curiosidad que fui yo el que pidió a mis padres que me consiguieran un profesor para comenzar clases. Muchos años más tarde, cuando ya era adolescente, mi interés se volcó a la composición: necesitaba entender cómo los grandes compositores habían creado sus obras. Componer mi propia música era la posibilidad de poder transmitir mis sentimientos, sensaciones, y comunicar un mensaje que llegara a lo profundo de otras personas. Empecé a disfrutar de componer y a su vez, de interpretar mis propias obras, porque esto me permitía un nivel de expresión mucho más intenso que tocar obras de otros compositores. Componer para piano es la posibilidad de hacer dibujos hermosos, con contornos definidos, pero en “blanco y negro”. Entonces, surgió en mí un sueño más grande que requirió muchos años de estudio y dedicación: ser orquestador además de compositor.
-¿Y cuál fue esa motivación?
-La orquesta sinfónica me daba la posibilidad de imaginar millones de diferentes texturas, colores, timbres y diferentes sonidos para las melodías que imaginaba en mi cabeza; y poder transformar mis dibujos de “blanco y negro” a “todo color”. Hoy en día, componer para orquesta sinfónica es lo que me permite poder expresarme en todo mi potencial y llegar a lo más profundo, a las emociones de quienes me escuchen, narrando historias a través de mi música.
-¿Por qué se volcó a la música clásica?
-Incursioné en el jazz durante muchos años y desde chico estudié ambas ramas de la música en profundidad. Sin embargo, mi gran amor fue siempre la música clásica. Fue algo que me atrajo desde muy chico: las melodías de Chopin siempre fueron mis preferidas, las que más me llegaban y resonaban con mis sentimientos. Fue así que de a poco fui soltando el resto de los géneros y descubrí que la música clásica, específicamente la del periodo clásico romántico, era la que más me sensibilizaba, me permitía expresar mis sentimientos, y relatar historias en todo su potencial. A su vez, la música clásica propone desafíos intelectuales: resulta fascinante escuchar las grandes obras, y ver cómo cada compositor resolvió el “mismo” desafío, de forma diferente. Y uno, como compositor clásico, busca lo mismo: ver si logra subir esa gran montaña que subieron otros, pero por un camino diferente. Componer una gran obra sinfónica, como la última que he entregado para este concurso, tiene mucho de esto. Es tanto el desafío intelectual de conceptualizar la obra entera, como si fuera una novela, e idear sus personajes, historia, y final antes de empezar a componerla; como el desafío artístico de transmitir las emociones buscadas. En la música clásica encuentro ambos desafíos que me resultan fascinantes. Y a su vez, en específico, la música clásica del periodo romántico, que es mi preferida, nos es muy familiar a todos. La música de cine tiene mucho de la estética de este periodo y mi música resulta una mezcla de ambas influencias. Por esta razón, muchas veces me gusta pensar mis obras, como si fueran películas, que narran una historia, pero sin imagen.
La etapa final
Si bien para la presentación al concurso no se solicita la sinfonía completa, se exige que exista la idea global para presentar un fragmento de ella. “Hoy en día componer una sinfonía es muy difícil, porque más allá del desafío en sí, hay poca información sobre cómo es el procedimiento y cómo los grandes maestros lo hacían”, detalló. “En su época, los secretos eran pasados de generación en generación a través de relaciones de alumno-profesor; el discípulo vivía, literalmente, con el maestro durante años, para absorber su conocimiento”, destaca el músico.
Rod Schejtman presentó el movimiento 1 de su obra "Luce Nell 'Oscurità" para ser ejecutada con 80 músicos en escena (son 40 hojas de partitura). Pasar esta instancia significa quedar entre los tres finalistas ganadores que tendrán la posibilidad de que una orquesta en vivo grabe su creación. El primer premio incluye que el ganador sea invitado a Vienna, Austria, a escuchar su obra tocada en vivo, en el teatro más importante de ese país, interpretada por una gran orquesta sinfónica, en la gala de cierre del concurso internacional.
"'Luce Nell 'Oscurità', es una expresión profunda de la esperanza y la importancia de perseverar en tiempos difíciles; y de que todo es posible, si se sigue intentando, sin nunca bajar los brazos, con pasión, y persistencia", anticipa Schejtman.
“Esta obra es producto de mucho esfuerzo y muchísimos años de estudio, las dos melodías principales las creé hace más de dos años y medio”, detalló Schejtman quien emocionado señaló que a partir de ahora “es el comienzo de una nueva etapa como compositor".