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El escritor y psicólogo Matías de Rioja y un libro que pondera la amistad, cuestiona su profesión y no se puede leer sin llorar

Matías de Rioja es psicólogo, trabaja con pacientes oncológicos y acaba de publicar "Se espantan los peces". La literatura es "belleza y sensibilidad", asegura.

Matías de Rioja
Matías de Rioja | Gtlza. Hojas del Sur

Una novela sobre la amistad, los vínculos, duelos, un “coming of age”, todas esas cosas pueden decirse de Se espantan los peces, la primera novela de Matías de Rioja, pero hay una característica que sobresale de forma ineludible: la emoción. No es posible leer esta historia conmoverse. Es que la literatura es “belleza y sensibilidad”, según las palabras del autor.

La novela se publicó este año en Hojas del sur y con ella Matias de Rioja pasa de la poesía a la narrativa. “Yo soy lector de narrativa desde muy chiquito y me encuentro escribiendo poesía sin ser un gran lector de poesía -esto no debería decirlo-, pero en un momento yo quería generar en otros lo que otros habían generado a mí y quería generar lo que me pasó cuando leí alguna vez a Cortázar o no importa a quién, yo quería contar una historia”, confesó de Rioja a PERFIL.

Matías Luciano de Rioja, nació en 1981, en Cipolletti, Río Negro. Es psicólogo, docente y escritor, Vive actualmente en Avellaneda y colabora con diversos medios gráficos. En 2014 publicó de manera independiente su primer libro: Mufasa no debió morir (escritos por si acaso). En 2017 publicó el poemario Tal vez esperabas otra cosa. A principios del 2021 la editorial Hojas del Sur editó el libro de poemas La pausa del mundo. Recientemente presentó Después del viento su último poemario.

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Ella es fan de los Guns; yo lo sé porque vi el póster de Axel Rose en su pieza. Por eso até el buzo a mi cintura antes de entrar al quincho”, cuenta el narrador-protagonista Simón en un flashback a su preadolescencia, en la que a todos los amigos les gustaba la misma chica y crecían las ansias por el primer beso. En Se espantan los peces hay nostalgia, está la tragedia de la pérdida de seres queridos, la incapacidad de expresar sentimientos (el protagonista es psicólogo, pero no puede llorar, en lugar de eso, transpira). Y detrás de eso, la inquebrantable columna de la amistad. 

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Antes de que diga algo, antes de que insista, le cuento de Cipo, que es contarle de Bruno, Fede y Peque, de la Turco García, de Violeta y sus trenzas, de Racing, mi viejo, los soretes de Tony, de mamá, sus milanesas y su insoportable forma de cuidarme, de Juana ese  o te o, de las viudas negras, del lago Quimey, la caña de pescar, de Chuck Norris y Lolita, de las cartas, Miles Davis, la ginebra, el tabaco y el último abrazo en la terraza, de las cajas con libros …

Entrevista con Matías de Rioja

-En esta historia el protagonista narrador tiene varios puntos en común con usted, es psicólogo, es oriundo de Cipolletti, vive en la ciudad de Buenos Aires, ¿qué porcentaje de su historia real diría que tiene la novela?
-Tiene entre un 0% y un 100%. Porque en realidad yo hago pie en lo biográfico para llegar a lo ficcional.

-Pero usted, como el protagonista, trabajó con pacientes oncológicos
-Sí, claro, parto del laburo de psicólogos en instituciones por fuera de la clínica tradicional: Más allá de que yo trabajo en consultorio, trabajé con personas en conflicto con la ley, con pacientes con discapacidad y después acompañando pacientes en hospitales, no solo oncológicos. Elegí escribir desde ese lugar porque el capítulo que está sobre el final de la novela que se llama “Prender fuego los manuales”, yo lo escribo saliendo de una visita al Garrahan, entonces ahí empieza y eso quedó y a partir de eso comenzó a construirse toda la historia de Simón (el protagonista) y la empiezo a llenar con capas de ficción.

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-¿Por qué eligió estudiar psicología?
-Porque había leído a Fiódor Dostoyevski, había leído Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov, El jugador y había leído que él había sido el “primer escritor psicológico del siglo XIX”, y ahí pensé en estudiar psicología. Entonces llegué a la psicología por Dostoyevski, no por Freud, Freud llegó después.

-Su libro es uno de los que conmueve, que hace llorar, ¿cuál fue el último libro que lo hizo llorar?
-Tengo dos, Papá, de Federico Jeanmaire y Los pájaros de la tristeza de Luis Mey hace poco leí un cuento de Alejandra Kamiya que se llama “Los ensayos”, que es la relación de una hija cuidando a su madre. Lo leí y me largué a llorar. El cuento está en el La paciencia del agua sobre cada piedra.

-En el libro pone el foco en la amistad ¿por qué tomó esa decisión?
- No fue una decisión. La historia fue apareciendo y eso me lo terminaron diciendo en la editorial: “Esto es una novela sobre la amistad”. Y la verdad que sí, pero no fue una búsqueda consciente. La misma trama fue llevando a ese lugar de amistad que muchas veces te salva de vos mismo. La escritura me llevó a ver que Simón, para salir de donde estaba, en algún momento iba a necesitar a esos amigos que había perdido.
Y como psicólogo me doy cuenta de que la amistad queda en un lugar medio secundario, cuando uno habla del "yo" habla de los padres, de los hermanos, pero los amigos ocupan un lugar fundamental a la hora de contar nuestra historia. Entonces me gustaba reivindicar ese lugar.

-¿Qué cree que tiene la literatura para ofrecer a la humanidad?
-Belleza y sensibilidad. Son acontecimientos que nos sacan del mundo racional, el arte emerge y rompe este mundo tan racional.

LT