La figura de Santa Catalina de Alejandría, una de las vírgenes y mártires más veneradas del cristianismo primitivo, se alza majestuosa en el santoral católico que la conmemora cada 25 de noviembre. Aquella, cuya erudición fue legendaria en la Alejandría del siglo IV, inspiró a generaciones de fieles por su inquebrantable fe y su defensa intelectual de la verdad, dejando una huella imborrable que trascendió la Iglesia de Oriente y se popularizó en todo Occidente.
La vida, el martirio y la devoción
La joven Catalina habría nacido en el seno de una familia noble en Alejandría, centro de cultura y conocimiento del Imperio Romano, y desde temprana edad se destacó como estudiante prodigiosa, versada en filosofía, poesía, astronomía y lenguas. Adoptó la fe cristiana, sin miedo a la persecución del emperador Maxencio, quien gobernó entre 306 y 312 d.C., mostrando un compromiso inquebrantable con sus creencias.
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Allí, su inteligencia la llevó a debatir con los más grandes filósofos. A los dieciocho años, refutó sus argumentos con tanta brillantez que Maxencio, el emperador, se sintió humillado. En lugar de responder a su lógica, el tirano intentó doblegarla por la fuerza y el castigo.
De esta manera, el emperador Maxencio reunió a cincuenta de los mejores oradores y pensadores del imperio para que la convencieran de la falsedad de su fe. Sin embargo, Catalina logró, por la fuerza de la verdad y el Espíritu Santo, convertir a todos estos sabios. Este hecho, lejos de disuadir a Maxencio, lo llenó de ira y frustración.
Como castigo por su fe y por convertir a tantos, incluida la propia emperatriz Faustina, Catalina fue condenada a morir en un espeluznante instrumento de tortura: la rueda dentada. Sin embargo, en un milagro ampliamente venerado, sus ataduras se soltaron y la rueda se rompió al tocarla, que dejó atónita a la multitud y la convirtió en su símbolo iconográfico.
Tras la milagrosa destrucción del instrumento de tortura, Catalina fue decapitada. La tradición detalla que, al ser ejecutada, de sus venas fluyó un líquido blanco como la leche, en lugar de sangre, simbolizando su pureza. Se afirma que unos ángeles transportaron su cuerpo incorrupto hasta el Monte Sinaí, en Egipto, donde se encuentra su famoso monasterio.
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Su devoción se disparó, especialmente en Europa, luego del regreso de los Cruzados, quienes difundieron sus reliquias y leyendas. Catalina fue una de las santas más importantes del período medieval y se la incluyó entre las Catorce Santas Ayudantes, intercesoras
poderosas invocadas contra diversas aflicciones y males. Es patrona de profesiones que usan ruedas o espadas, y de aquellas que requieren intelecto.
Oración a Santa Catalina de Alejandría
La oración pide sabiduría y pureza. Se le ruega: "¡Oh gloriosa Santa Catalina de Alejandría, Patrona de la sabiduría y el coraje, tú que defendiste la fe con brillantez y gracia, intercede por nosotros ante el trono de Dios! Concédenos la sabiduría para discernir la voluntad de Dios y el coraje para mantenernos firmes en nuestras creencias y superar las pruebas”.
Qué otros santos se recuerdan hoy
La conmemoración de Santa Catalina de Alejandría comparte fecha con otros venerables siervos de Dios. Destaca San Pedro de Alejandría, obispo y mártir, conocido históricamente como "el sello de los mártires" por ser una de las últimas víctimas de la Gran Persecución.
Al mismo tiempo, son recordados ese día San Mercurio, un "santo guerrero" que confesó su fe ante el emperador Decio, y la Beata Beatriz de Ornacieux, monja cartuja de gran misticismo. De hecho, al mirar el calendario semanal, los fieles se preparan para las fiestas de San Silvestre Gozzolini (26 de noviembre), fundador de los Silvestrinos; la Virgen de la Medalla Milagrosa y Santa Catalina Labouré (27 y 28 de noviembre, respectivamente); y la importante solemnidad de San Andrés Apóstol (30 de noviembre).