CULTURA
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La barahúnda argentina

A cincuenta años de la aparición de “Ensayos y estudios de literatura argentina”, Eudeba reedita esta obra de uno de los escritores y teóricos más notables de nuestro país. Con 91 años, el autor reflexiona sobre su vigencia, el lugar de la crítica y las tensiones políticas que rodean la creación literaria.

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Jitrik. Al igual que hace cincuenta años, el autor deja en claro en su obra de qué se trata la crítica. | cedoc

Virginia Woolf decía que “escribir lo que uno quiere escribir es lo único que importa, y que eso importe por siglos o por horas es lo de menos”. Sin embargo, ningún escritor escribe para ser olvidado y solo algunos consiguen superar la implacabilidad del tiempo. Los intereses artísticos, las problemáticas estéticas, las visiones de la crítica también pueden mutar en cada época, y hacer que personalidades celebradas en su momento, luego queden relegadas por completo.

Este no parece ser el caso del escritor y crítico Noé Jitrik y su libro Ensayos y estudios de literatura argentina, el cual Eudeba acaba de reeditar, después de cincuenta años de su primera publicación en 1970. Y es que sus núcleos temáticos siguen contribuyendo a la escena literaria contemporánea, entre ellos: los aportes de autores como Sarmiento, Eugenio Cambaceres, Horacio Quiroga, Victoria Ocampo, Roberto Arlt, y episodios emblemáticos que aún dan de qué hablar: la generación del 80, el romanticismo en la región, el proceso de nacionalización literaria, la bipolaridad entre las ficciones rurales y urbanas.

Pero hoy, ¿estos ensayos interpelan de otro modo? ¿Persiste la misma toma de posición, a medio siglo de la publicación? A propósito, Jitrik comenta: “Sí, sigo pensando en los mismos términos porque son experiencias de lectura y reflexión; ponen en juego aparatos de pensamiento a los que no es necesario renunciar. Por un lado, traté de mostrar en los textos algo que está ahí y todavía no se ha visto, un aspecto que no estaba explicitado; ‘descubrir el secreto’ de los escritores como tal y esa situación tan particular que es escribir y hacer literatura. Y por otro, actúa la voluntad de mostrarme a mí mismo quién soy en esto que estoy haciendo. Entonces, es un juego de fuerzas ocultas que, luego, aparecen organizadas en un discurso. Creo que en esa ecuación está la idea de la perduración”.

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Si bien el libro es un conjunto de ensayos de una época, mantiene ese gesto fundamental que hace que toda obra sobreviva: que el lector pueda reconocerse no solo como lector –sostuvo el autor–, sino “como ser, como alguien que existe en la ocasión que le brinda aquello que lee”. Lego, ergo sum, pero ¿qué tipo de lector se acerca al discurso crítico? ¿La crítica literaria es para todos? Jitrik se reconoce como un autor para un público muy particular, aunque todo depende de la noción de público que se tenga. “Hay crítica. Sobre todo, en ámbitos como el universitario. Allí descubro cosas muy importantes y valiosas. Pero la crítica, hay que saber, es otro tipo de lectura. Y también hay una cuestión de época. Por ejemplo, la gran explosión teórico-interpretativa que se dio en Francia, entre los 60 y los 80, es excepcional. Los textos de crítica aparecían literariamente apetecibles. Entonces, tenían un público más grande. Un tipo como Roland Barthes era muy leído, vendido y apreciado por muchísima gente, más allá de la universitaria. Hoy, esto no es así. El discurso crítico está enclaustrado en las universidades, aun así conserva su vigencia con mucho fervor e inteligencia”, señala.

Por otra parte, y como hace cincuenta años, Jitrik deja en claro en su obra de qué se trata la crítica. Lejos de la teoría del gusto y aquella figura que sentenciaba lo que estaba bien o mal, la crítica no se erige como mero comentario de valor. Se trata de ver algo en los textos y tomar posición, mediante los instrumentos y herramientas de diversas disciplinas, como la semiótica, la lingüística, la filosofía, el psicoanálisis, la sociología. “En la literatura hay un en-sí que es sospechable. No se sabe muy bien qué es, pero ese en-sí es iluminado por aquellas miradas y saberes externos que actúan, y le dan un sentido y existencia. La crítica apunta a descubrir en los textos aquello que no se ve a primera vista, sus planos escondidos, lo que está más allá. Pero si el lector de crítica no percibe estas cosas, no puede tener una reacción o un reencuentro con aquello que se dice”, advierte.   

Con un registro erudito y ameno, Noé Jitrik condensa en estos ensayos algunos de los grandes temas literarios que, tal vez, hoy se transformaron en otro tipo de búsquedas artísticas e intelectuales. Por ejemplo, la identidad nacional en la literatura. Se sabe que tuvo una gran relevancia durante la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, aquel discurso hoy parece ser solo una preocupación pasada de moda. Aun así, la literatura sigue siendo una posibilidad para pensar el mundo, el país y a nosotros mismos. En este sentido, la obra de Jitrik todavía tiene muchas cosas para decir: “Los que venían de afuera, como Ortega y Gasset, no se cansaban de decir: ‘¿Ustedes qué son?’. Y eso perturbó a algunos escritores argentinos, como Mallea o Martínez Estrada. Hubo un intento de responder aquella pregunta y eso dominó la escena literaria durante algunas décadas. Ese discurso se agotó, ya no dice nada”. Y concluye: “Hay textos que nos siguen hablando y otros que no. Lo que importa en el trabajo crítico es seguir buscando. Me gusta el concepto de entropía, casi sinónimo de desorden, porque en la literatura ese desorden es lo que los textos siguen produciendo. Hay textos que ya carecen de entropía y no producen nada. Y otros, como las novelas de Pérez Galdós, son un estallido de cosas que todavía permiten pensar un poco más. Hoy, los problemas son otros: no de identidad, sino de permanencia, de saber dónde estamos y qué podemos hacer con esta barahúnda que es la Argentina”.