CULTURA
manuel molina en movil

Todas las ideas todas

Manuel Molina (1988) creó una colección de objetos que exploran los desvíos de la teoría estética de Adorno y de otras tradiciones artísticas y filosóficas, en clave de camping. Cargada de apropiaciones y de citas a otros artistas, desde Oscar Bony hasta Tracey Emin, pasando por Kandinsky, la instalación de Manuel explora la complejidad de nuestros hábitos de consumo y producción.

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La vida como hecho natural. La carpa de camping, el picnic al aire libre, la pileta de lona son sustitutos de una vida en interiores. | movil

La presencia de Manuel Molina en Móvil puede ser comentada, al principio, como un chiste fácil. Por caso y para esta ocasión, el artista incorporó el nomadismo y la distancia a su trabajo artístico. No lo vivió como contingencia sino que del “padecimiento” de esa lejanía, de la incomodidad del andariego, pero también con la libertad del que se arregla con poco, sacó las mejores ventajas. De la Córdoba natal a Oberá, Misiones, hay una mudanza. Esos dos puntos enhebraron sus investigaciones sobre Theodor W. Adorno, la teoría estética y los materiales para llevarla a cabo. Todas las ideas con las que me he acostado, la desbordante instalación, se gestó en ese tránsito. En el entredós del campo y la ciudad, las ideas fueron tomando consistencia y fueron germinando en tubos de ensayo que mezclaron filosofía, estética y materialidad artística. Móvil le dio un laboratorio y, también, un lugar para que pudiera plantar sus obras. En Móvil, entonces, se fijan las ideas.

Las primeras están en un cedulario que se puede (y debe) leer antes de ingresar a la inmensa sala de dimensiones fabriles que, a propósito de la obra de Molina, indican una nueva vuelta de tuerca para la relación entre el arte y la sociedad. La fábrica de amianto, debidamente limpiada por su alto grado contaminante, hoy es espacio de arte: talleres de artistas y el proyecto que Alejandra Aguado y Solana Molina Viamonte llevan adelante con Móvil desde hace algunos años. En esos gráficos y textos, Molina describe cada obra que luego está realizada. Esa mediación de la palabra y del dibujo carga de una consistencia teórica a lo que luego será, en definitiva, objetos industriales derivados del petróleo. Plásticos, acrílicos, telas sintéticas son las materias primas para esta obra. Al mismo nivel que estos subproductos, está el corpus de reflexiones filosóficas que Molina maneja con la destreza de un cirujano que hace incisiones como citas, sutura injertos, pasa de lo sublime y el absoluto y nos salva del tedio de la vida.

En el título está la obra: Todas las ideas con las que me he acostado remeda a Todas las personas con las que me he acostado, la tienda de camping con la que Tracey Emin ligó, palabra por palabra, a los que fueron sus amantes y les dio cobijo en esa famosa carpa, conocida por The Tent. Donde hay erotismo en Emin, puesta en escena del cuerpo que goza o sufre, en Molina hay tarea intelectual y pensamiento. Hay un plagio à la Pierre Menard, el autor del Quijote, el cuento de Borges que pone en escena la ficción de la ficción de copiar palabra por palabra ese clásico.

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En la precariedad está su fortaleza: la carpa de camping, el picnic al aire libre, la pileta de lona son sustitutos de una vida en interiores. Dormir, comer, bañarse, acciones del vitalismo más escueto, de la vida como hecho natural, la distinción que nos deja del lado de la zoé y reserva lo político para la bios, se enraizan en el terreno de la sala. Brotan como plantas que exhiben una potencia que, en poco tiempo, va a dar nuevos retoños. “El hombre moderno es un animal en cuya política está puesto en entredicho el ser viviente”, recitaremos como mantra después de que Foucault nos haya inoculado el virus de su pensamiento. Crecerán en sentidos y dejarán esa nuda vida para que se introduzcan, como zarzas, los mecanismos y cálculos del poder.

Tallos por los que va a circular la savia de la historia del arte contemporáneo. El del siglo XX todavía, intuyo por la presencia doctrinal de Adorno y la acuarela de Kandinsky, la primera que realiza el artista ruso y desrealiza el cordobés, como si fuera un rompecabezas que hace estallar el sentido en fragmentos. Como aparece Oscar Bony en la genial Familia Oberá, una pieza con envases de Off y mosquitero que en su juego de palabras, juego del lenguaje, evapora a la sintomática familia obrera del artista misionero.

Ese siglo pasado que pensó el arte en su propia distancia con respecto a lo real. En la mostración del procedimiento, en la eficacia del semblante, en la idealización de su materialidad. La propuesta de gestos artísticos impensados anteriormente: la incorporación de desechos, la cita, el plagio. En definitiva, el siglo que creyó en la eficacia del desconocimiento.


Todas las ideas con las que me he acostado

De Manuel Molina. Curaduría de Cuauhtémoc Medina, Alejandra Aguado y Solana Molina Viamonte.

En Móvil, Iguazú 451, Parque Patricios, CABA.

Viernes y sábados de 15 a 19.

Hasta el 3 de junio.