Solitaria, hasta el límite de coquetear con el autismo. Sentimental, aunque no se permite el llanto fácil. Amigota, aunque la enoja la hipocresía de alguna de sus colegas. Esquemática y luchadora constante. Amante del buen comer y los viajes de placer. Reflexiva hasta el hartazgo. Pensante y directa. Soñadora medida. Experta del arte culinario de los restaurantes de Puerto Madero. Sanguínea en el ring, amable y pícara en la vida. Adicta al BlackBerry con línea directa a un amante que pronto será su novio oficial, dice. Así es Carolina Duer, la Turca. Así es la campeona mundial supermosca OMB. Una rubia infartarte, de brazos marcados, ojos chispeantes, mirada felina, boca picante y, comentan, manos que duelen…