Se sabe, hasta el cansancio, que el tema que aglutina a las barrabravas es el dinero. El manejo de una enorme cantidad de entradas cada domingo hace que se destine una parte para la "tropa", pero hay otra porción, la más importante que se vende (o revende), generando un mercado que puede llegar a decenas de miles de pesos mensuales.
El asunto viene a cuento porque esta tarde, en poder de Adrián Rousseau la policía encontró 50 entradas para el partido de River y Vélez. El conocido barrabrava es el rival de Alan Schenkler en la lucha por controlar ese mercado de entradas y favores diversos del que los dirigentes millonarios, cada vez que son requeridos por la justicia, declaran bajo juramento no saber nada.
¡Qué generosidad, entonces, la de Rousseau! Haber comprado esas localidades (seguramente dos horas antes eran muchisimas más) para repartirlas entre sus seguidores, es un gesto de un hincha de bien, y hasta explica por qué llegó al liderazgo de los "Borrachos del Tablón".
Imaginar que esas entradas puedan haber sido entregadas a Rousseau por algún directivo de River es dudar de su palabra, algo impensable. Por eso llamó la atención la expresión del ministro del Interior Aníbal Fernández, cuando esta tarde se enteró del nuevo choque de la barra de River y el tema de Rosseau: "me tienen las pelotas llenas con que dirigentes les den entradas a la barra", dijo el funcionario sin medias tintas y con la locuacidad que un domingo a la tarde (futbolero) puede permitirle.