Si nos detenemos sobre los resultados, sobre el marcador final tras cada partido, la conclusión es unánime: el año de Los Pumas fue malo y muy distinto a los anteriores. Los datos son contundentes: Argentina consiguió apenas dos victorias en 2017 –en junio ante Georgia, en Jujuy, y en noviembre ante Italia, en Florencia– y sumó diez derrotas.
Pero que más allá de tries o de conversiones, o de victorias y derrotas, la situación debe ser analizada dentro de un contexto, sobre todo en un deporte que pregona tres preceptos irrenunciables: proyectos, paciencia y respeto por el trabajo, más allá de los resultados. Es un tiempo en que la Unión Argentina de Rugby apuesta a la profesionalización de sus selecciones nacionales sin romper con la base amateur que la caracterizó (el rugby de clubes). Por eso mismo, el vicepresidente de la UAR, Néstor Galán, intenta minimizar la caída: “Fue un año de algunos cambios donde lo que más hicieron Los Pumas y Jaguares fue reafirmarse en los torneos”.
Hay que entender que el plantel de Los Pumas es prácticamente el mismo que el de los Jaguares, la franquicia argentina que se insertó en el competitivo Súper Rugby, y que demostró no ser suficientemente nutrido como para disputar dos frentes distintos en el más alto rendimiento. Esto puede explicarse, en parte, por la decisión de que Daniel Hourcade no cuente con aquellos jugadores argentinos que se desempeñen en Europa, como Juan Imhoff, Juan Figallo o Facundo Isa, entre otros. Si bien esta política adoptada por la UAR buscó potenciar y planear un proceso de trabajo con jugadores que hablen un mismo lenguaje rugbístico, pocos fueron los profesionales que tuvieron esa oportunidad.
Si bien para Galán la decisión de no utilizar jugadores del ámbito europeo fue un “acierto”, no descarta que “en el año mundialista haya cinco o seis jugadores que vuelvan a jugar en Los Pumas, pese a hacerlo en Europa”.
Plantel corto. El conjunto nacional fue el seleccionado que menos cantidad de jugadores utilizó durante todo el año: 34. A eso le agregó un problema: sintió la incapacidad de desarrollar nuevos talentos. De los cuatro debutantes con la albiceleste en 2017, sólo Emiliano Boffelli jugó más de un partido. Quizá por esas razones se explica que Los Pumas fuera el equipo con mayor cantidad de jugadores con asistencia perfecta (7).
Tampoco funcionó la experiencia de Argentina XV, un seleccionado “B” que es utilizado como plataforma previa a Los Pumas. Durante este año, los dirigidos por Felipe Contepomi no pudieron alzarse con la América Rugby Championship, donde apenas disputaron un puñado de encuentros. Pese a las buenas intenciones, hay una marcada diferencia técnica y física entre ambos seleccionados y por eso mismo desde la UAR pensaron una solución a corto plazo: a partir de 2018, Argentina XV participaría de la Currie Cup, un tradicional certamen sudafricano que le daría roce internacional.
Lo cierto es que, en este 2017, a Los Pumas les costó salir de perdedores y eso repercutió en la cabeza de los jugadores, del staff e incluso de los hinchas. No obstante, hay que aclarar que se enfrentaron a los mejores: en tres ocasiones ante Inglaterra (2° del ranking mundial); dos ante Nueva Zelanda (1°), Australia (4°) y Sudáfrica (5° en el momento de los partidos, ahora 6º); y en una oportunidad lo hizo frente a Irlanda (3°). Es decir, Los Pumas disputaron diez partidos frente al top five real del mundo. Sólo pudieron festejar cuando salieron de ese círculo: en los triunfos ante Georgia (12°) e Italia (14°).
En cuanto al juego, se pudo ver un equipo nacional más frontal y menos ambicioso a la hora de atacar, con respecto al año anterior. Pero también hubo mejoras en la comparativa 2016-2017: mayor cantidad de tries, de carreras y de disciplina. Los Pumas demostraron ser un equipo que comete muchos penales, por eso hay que rescatar que se logró bajar poco más de un penal por encuentro. Pero las estadísticas también nos ayudan a reflejar la involución en el juego: sin un buen control de pelota es difícil imponer el juego propio, y Argentina eso lo sufrió al conectar menos pases y contabilizar más pérdidas que el año pasado. Por otra parte, la defensa no dio muchas garantías ya que se erraron en promedio cuatro tackles más por partido y se hicieron dos menos. De estos detalles, los mejores del mundo sacan provecho y no perdonan.
“A pesar del año inestable en resultados, logramos mejorar ciertos aspectos del juego, por supuesto que esto es difícil de ver ya que a todos nos gustan los resultados expresados en triunfos”, resumió el capitán, Agustín Creevy. Mientras que el tercera línea Juan Manuel Leguizamón entiende que este cambio en la forma de jugar es parte de un aprendizaje. “Son pruebas de cómo jugarles a los mejores donde uno elige las mejores opciones. Hay pequeñas evoluciones que hacen que vayamos creciendo”, dijo el santiagueño.
La UAR ingresó tarde al profesionalismo del rugby y le demandará mucho tiempo y trabajo instalarse entre los primeros puestos. En mayor o menor medida, esta circunstancia incide en los resultados, que bajo una mirada “futbolera” son comparados con el Mundial de Inglaterra 2015, donde Argentina llegó a semifinales. Un Mundial que quedó lejos por el tiempo y, sobre todo, por los últimos resultados.