Uranga, la localidad santafesina, tiene 927 habitantes. Esto le imprime un ritmo de vida propio a sus habitantes que cuentan con sólo una escuela, un club y un restaurant para ir a cenar, por ponernos en tren de contar como se organiza un pueblo pequeño del interior del país. Pero Uranga también tiene una pyme familiar pujante a la que no le hacen mella las grandes empresas. Porque, entre otras cosas, en 2020 duplicó su dotación de personal, su producción y sus ventas, aún (o gracias) la pandemia.
La empresa se llama La Valenziana, tiene 30 años de historia y muy buenas noticias para contar, porque en 2019 daba empleo a algo más de 100 personas y, gracias a reconvertirse rápidamente en medio de la cuarentena tuvo "un crecimiento enfermizo", como lo describe Rodrigo Díaz que ejerce el rol de director de la compañía.
“Comenzamos la pandemia con muchísima preocupación. El primer mes no sabíamos como iba a reaccionar el mercado pero nos reconvertimos rápido en todos los sectores y eso nos llevó a crecer en ventas a niveles enfermizos y también en empleados ya que pasamos de algo más de 100 a superar los 200”, detalló a Perfil.
Al referirse a la reconversión explicó que contaban con un equipo de ventas tradicional con viajantes en relación de dependencia. “Dejaron de viajar y comenzaron a atender de forma remota. Además de proveerlos con los planos de armado de los muebles para facilitarles la venta, les proporcionamos videos de montaje y armado producidos en tiempo récord por nuestro equipo de diseño”, explicó.
Más allá de haber reaccionado “a tempo”, el empresario también atribuye un toque de “suerte” al buen momento que transitan: “Por el tipo de productos que vendemos nos tocó estar del lado de la vereda del sol”, dijo, al indicar: “fabricamos muebles para personas que tienen recursos para irse de vacaciones, comprar ropa o comer afuera, con lo cual disponen de dinero para comprar. Si bien hicimos todo para aggiornarnos, nos ayudó el hecho de producir para un tipo de cliente con poder adquisitivo”, dijo.
La contracara del salto abrupto en los pedidos fue organizarse para hacer los envíos. Con la demanda concentrada en corto tiempo, la logística para producción y entrega tuvo sus complicaciones en los primeros meses. “Llegamos a tener plazos de entrega de hasta 180 días en ciertas líneas de muebles”, indicó Díaz. Y si bien casi el 80% de los envíos los realizan con camiones propios, hubo momentos en los cuales faltaron insumos para el embalaje. “Nos financiaron nuestros clientes”, admitió. “Cuando empezaron a pasar los meses de pandemia y faltaron insumos, no había cartón para embalar muebles en todo el país, y para stockearnos debimos hacer preventa con pagos anticipados – aún malvendiendo- para conseguir la materia prima y seguir creciendo”, admitió.
Esto se relaciona con el escaso financiamiento local para capital de trabajo de las empresas. Para Díaz “Vemos más créditos disponibles para inversiones pero no para capital de trabajo”. “Al incorporar tanto personal y tener las naves ya preparadas se necesita acumular materia prima”, expresó.
Nueva estrategia de expansión local y en países limítrofes
La empresa elaboró hace tiempo una estrategia de crecimiento y la plasmó en un plan 2015 -2025. “Teníamos un universo de clientes muy grande y buscamos achicarlo de forma sustentable, circunscribiendo la venta en locales exclusivos para poder trabajar mejor la marca y no competir con productos sustitutos”, explicó el presidente de la compañía.
Tal como indicó Díaz, la inversión promedio por cada local propio que planifican requiere entre 60.000 y 80.000 dólares. "La facturación promedio mensual se sitúa entre los 30.000 y los 40.000 dólares por cada local, eso nos llevó a una facturación total de la empresa en $800.000.000 en 2020 y tenemos previsto llegar a los 1.000 millones durante este año", expresó.
Hoy cuentan con unos 15 locales propios, algunos oficiales y también referentes en localidades y clientes estratégicos que son representantes mientras se mantienen en la línea propia: “El camino es darle fuerza a la marca a través de locales exclusivos”, agrega el empresario.
En vista de este año que ya despegó, Díaz explicó que “el esquema de trabajo contempla la apertura de locales en lugares del país en los que no estamos como en Mendoza; Córdoba Capital, Villa María y Venado Tuerto; Tucumán; Santiago del Estero; así como en las ciudades de Pergamino y San Nicolás en la Provincia de Buenos Aires; Posadas en Misiones; Rafaela en Santa Fé; y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y algunos en Asunción del Paraguay y en Montevideo con socios locales”, admitió.
¿Hay alguna clave para el éxito? “Tener los pies sobre la tierra, contar con una estrategia sustentable y una cuota de osadía, porque no es fácil crecer en pandemia. Lo mas importante es que todos los que integramos la empresa estamos hechos 'de buena madera', y creo que eso es fundamental para que los negocios terminen saliendo", acepta convencido Díaz.
“Durante 2020, en plena pandemia, hemos crecido exponencialmente a través de la generación de empleo genuino, y hoy podemos decir orgullosamente que somos más de 210 colaboradores”, agregó Díaz. “Actualmente estamos trabajando muy fuertemente en la sustitución de importaciones a través de nuestro equipo de investigación y desarrollo, agregando valor; así como en la ampliación del sector tapicería y desarrollo del sector metalúrgico”, finalizó
Un Rumano, un español y tres brasileños en Uranga
La capacitación de personal y la disponibilidad de mano de obra calificada siguen siendo uno de los cuellos de botellas de la producción en el interior argentino. La Valenziana no escapa al fenómeno y Díaz admite que "es un desafío más que importante porque son localidades chicas que no tienen conectividad. No hay personal calificado, tenemos que formarlo y cuando necesitamos alguno muy capacitado tenemos que salir a buscarlo al mundo". Con esa metodología han logrado con mucho esfuerzo tentar a gente de otros países. "Tenemos tres personas de Brasil en el área de atención al clientes y calidad en terminación; el jefe de diseño es de España y los supervisores son de Rumania", indicó.
Resulta poco común que alguien haya tomado la decisión de vivir en la Argentina, y más en especial en una localidad con apenas 1000 habitantes. Pero el presidente actual de Valenziana lo explica claro: "No les ofrecemos un trabajo, sino una forma de vida. Acá nos conocemos todos, mandamos a los chicos al mismo colegio e incluso muchos somos familia. Bueno, en realidad somos familia, y así nos gusta verlo también en la empresa", concluyó.