Un informe privado concluyó que durante la gestión de Alberto Fernández la inversión extranjera en el país cayó un 80%. Esto se debe a múltiples factores, pero principalmente al cepo cambiario y las condiciones macroeconómicas propias de la Argentina.
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) publicó los datos del balance cambiario correspondientes a marzo de 2023, en los que se destaca que en el acumulado del último año móvil los ingresos de divisas por inversión directa de no residentes alcanzaron los US$ 519 millones.
El dato configura una caída del 80% respecto al mismo dato de diciembre de 2019, cuando asumió Fernández. La disminución en la inversión extranjera directa en Argentina se ha visto afectada por la incertidumbre económica y política del país, así como por la pandemia de COVID-19 y la crisis económica global. La información se desprende de un documento realizado por la Fundación Libertad y Progreso.
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“El Gobierno de Fernández ha implementado medidas para atraer inversión extranjera, pero aún se espera una recuperación significativa en este ámbito”, sostiene el informe.
Los principales bloqueos a la inversión extranjera
El persistente endurecimiento del cepo cambiario, sumado al cambio de reglas de juego y la incertidumbre económica, golpearon directamente a los flujos de inversión extranjera directa.
“Esta caída se refleja en un peso cada vez menor de la inversión extranjera dentro del balance cambiario. Entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019, los ingresos netos por inversión extranjera promediaron US$218 millones mensuales. Este promedio cayó a US$65 millones (-70%) en el período diciembre 2019 – marzo 2023”, sostiene el relevamiento.
Eugenio Marí, Economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso, señaló en diálogo con PERFIL que, existen dos grandes factores que han afectado la inversión extranjera en Argentina.
El primero es el cepo cambiario, que ha significado controles a la salida de capitales, lo que ha generado una disminución en el ingreso de inversión extranjera al país. Además, en los últimos tres años, Argentina ha experimentado un empeoramiento drástico en su entorno macroeconómico, lo que ha alejado aún más la inversión extranjera.
“Después el otro factor, es que estamos hablando de un país que multiplicó prácticamente por cinco los niveles de inflación, donde las reglas del juego no son claras y están a la orden del día, los múltiples tipos de cambio, etc”.
Las consecuencias de esta situación son tanto financieras como productivas. Por un lado, al no ingresar divisas por inversión, hay menor disponibilidad de dólares en un momento en el que Argentina los necesita con urgencia. Por otro, para que la economía crezca y se desarrolle se necesita inversión, por lo que todo lo que golpee esa inversión va a impactar directamente en el crecimiento y en el bienestar de los argentinos, según explicó Marí.
Lautaro Moschet, Economista de la Fundación, agrega que “la falta de inversión extranjera directa es la demostración explícita de la desconfianza que hay en nuestro país a la hora de hacer negocios. Los cambios sobre la marcha en cuanto a las regulaciones y los controles de capital desalientan fuertemente este fenómeno. Para peor, esto va en dirección opuesta a lo que nuestro país necesita”.
El mercado da por descontado un cambio de gobierno
En cuanto a un eventual cambio de gobierno, Eugenio Marí señaló que, el mercado espera que se produzcan cambios en las reglas del juego, pero aún no está claro cuáles serán las reformas estructurales que implementará el próximo gobierno.
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“Una Argentina que salga del cepo cambiario, que acomode los precios relativos, que apunte a un Estado con déficit cero y que reestructure su deuda, sería una Argentina atractiva para los inversores extranjeros, ya que significaría rentabilidad”, concluyó.
El informe sostiene que en marzo de 2023, los ingresos por inversión extranjera en Argentina alcanzaron los US$ 38 millones, lo que representa una caída del 56% interanual. Sin embargo, esta tendencia negativa se viene verificando desde el tercer trimestre de 2019. De hecho, el declive es el más pronunciado y prolongado desde el período 2012-2015.
LR
