“Si no impulsamos el acuerdo con el Mercosur en este contexto, no lo vamos a hacer nunca”, aseguró el Embajador de la Unión Europea ante la Argentina, Amador Sánchez Rico, en una conferencia organizada el pasado 26 de abril por el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Belgrano (CESIUB).
El funcionario -quien desde hace siete meses ocupa el cargo de representante diplomático ante nuestro país- subrayó que, dado el contexto geopolítico y el impacto de la guerra en Ucrania sobre las cadenas de suministro de energía y de alimentos, es el momento oportuno para la ratificación del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. “Si no somos capaces de impulsar el acuerdo ahora, no vamos a ser capaces de hacerlo nunca”, enfatizó.
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El embajador analizó las derivaciones de la invasión de Rusia a Ucrania, de la que ya se cumplen dos meses. Hizo hincapié en que la respuesta más importante por parte de la Unión Europea se dio en materia de sanciones, y en la activación de ayuda humanitaria y de suministro de armamento bélico a Ucrania, lo que calificó como “histórico”, considerando que la UE se creó de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. “Ya hemos suministrado material por 1.500 millones de euros sólo a través de las instituciones de la Unión Europea”, puntualizó.
“No estamos en guerra contra Rusia y nuestras sanciones no van en contra del pueblo ruso. Sólo intentamos venir en apoyo de Ucrania”, explicó. No obstante, concedió que los resultados del conflicto son un shock económico, 5 millones de refugiados, un aumento de los gastos militares y un incremento de los precios de la energía. Pero enfatizó: “Es el precio que estamos dispuestos a pagar para estrangular la economía del Kremlin, y reducir la dependencia energética”.
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En el mismo sentido, analizó que el gran desafío de la UE es independizarse del gas y el petróleo rusos. “No fuimos capaces de hacerlo desde el 2014, con la anexión de Crimea, e incluso algunos países incrementaron sus importaciones”, admitió. Pero puntualizó que el objetivo de la UE es reducir a dos terceras partes la dependencia del gas y el petróleo de Rusia, de dos maneras: “La primera es la diversificación del suministro con socios más estables como Noruega y los Estados Unidos. La segunda es mediante las energías renovables”.
A la hora de entrever el futuro del conflicto, afirmó que “el Presidente Putin es el único que puede parar la guerra. Es su guerra. Ojalá las negociaciones que se están llevando a cabo puedan llegar a un punto de quiebre”. No obstante, admitió que “el Presidente Putin tiene fobia a que el modelo democrático y de defensa de derechos humanos penetre en Rusia y, por lo tanto, necesita de una barrera, con títeres, como en el caso de Bielorrusia, o una zona de inestabilidad, como en Ucrania”. Por eso, no descartó que “aspire a una guerra de dos o tres años, para mantener la zona de conflicto”.
LR