El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), creado por el Gobierno argentino para atraer capitales internacionales, generó un fuerte contraste entre las facilidades otorgadas a grandes corporaciones y las condiciones restrictivas que enfrentan las PyMEs locales, según un informe elaborado por Focus Market.
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Desde la consultora explican que el régimen busca funcionar como un acelerador de inversiones estratégicas, pero también deja en evidencia la falta de un esquema similar que apoye a la mayoría del entramado productivo nacional. “El gran desafío ahora es cómo lograr el crecimiento de la inversión privada local”, afirmó Damián Di Pace, director de Focus Market.
Un régimen hecho para grandes jugadores
Desde julio de 2024, el RIGI permitió aprobar proyectos por más de 15.700 millones de dólares, concentrados en energía y minería. Con beneficios como reducción del impuesto a las ganancias, exenciones de exportación, eliminación de aranceles y libertad para disponer de divisas, el régimen consolidó un marco altamente atractivo para inversiones de largo plazo.
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Estas condiciones excepcionales buscan atraer capital intensivo y posicionar a Argentina como destino competitivo, aunque en simultáneo aumentan la distancia entre grandes proyectos globales y las empresas nacionales que no acceden a estas facilidades.
Las PyMEs enfrentan el escenario opuesto
Las PyMEs —el 99% del tejido productivo y más del 60% del empleo formal— operan bajo una presión fiscal efectiva del 45%, una burocracia que demanda más de 4.496 horas para abrir una empresa y otras 2.156 horas anuales para cumplir obligaciones formales.
Si bien en 2025 unas 62.116 PyMEs accedieron a crédito mediante SGR y programas públicos, la cifra resulta insuficiente frente a un universo de más de 600.000 firmas. A esto se suman la rigidez laboral y costos como la energía industrial, que promedia 96 USD/MWh, por encima de países regionales competidores.
Focus Market destaca que la brecha quedó plasmada en un cuadro comparativo donde las PyMEs aparecen con desventajas estructurales en financiamiento, acceso a divisas, carga tributaria y capacidad de crecimiento.
La discusión por un régimen similar ya cuenta con un antecedente: el proyecto RIMI, presentado en noviembre de 2024.
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El RIMI propone beneficios escalonados desde inversiones de 150.000 dólares, con amortización acelerada, devolución anticipada de IVA, reducción del IVA energético y exenciones a exportaciones, pero aún no fue tratado en Diputados, lo que prolonga la desigualdad entre grandes inversores extranjeros y empresas locales.
Los cinco pilares para equilibrar el sistema
Según Focus Market, un RIGI PyME debería apoyarse en cinco pilares clave: simplificación tributaria, estabilidad fiscal por una década, acceso al crédito en moneda local y extranjera, incentivos a la reinversión productiva y estímulos para exportar e integrarse a cadenas de valor de grandes proyectos.
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Un esquema de este tipo podría movilizar parte del ahorro privado argentino, estimado en 250.000 millones de dólares entre depósitos y efectivo fuera del sistema formal. Incluso una porción del 5% al 10% podría convertirse en entre 12.000 y 25.000 millones de dólares para inversión productiva nacional.
“La experiencia del RIGI demuestra que los incentivos bien diseñados funcionan. El desafío pendiente es trasladar esta lógica a las PyMEs locales”, señaló Di Pace, al advertir que mantener postergado el RIGI PyME profundiza la brecha entre grandes inversores y el sector que sostiene más de la mitad del empleo formal en Argentina.
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