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Entrevista al psicólogo forense Reid Meloy

La mente psicópata en los ojos de un asesor del FBI

En esta charla exclusiva con PERFIL, el estadounidense Reid Meloy adentra al lector en la mente de los delincuentes violentos, enumera las herramientas empleadas para evaluar la psicopatía y revela lo que realmente significa asesorar al FBI.

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Pocos nombres resuenan con tanta fuerza en el campo de la psicología forense como el del doctor Reid Meloy. Certificado por la Junta en Psicología Forense (ABPP), el doctor Meloy dedicó décadas a la consultoría en casos penales y civiles en los Estados Unidos y Europa. Con una sólida trayectoria académica como exprofesor clínico de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de California, en San Diego, y como miembro docente del Centro Psicoanalítico de San Diego, su influencia abarca tanto la práctica clínica como la teoría psicoanalítica.

Es miembro de la Academia Estadounidense de Ciencias Forenses y expresidente de la Academia Estadounidense de Psicología Forense. Su carrera está marcada por reconocimientos de gran prestigio, entre los que se incluyen el Premio Nacional al Logro de la Asociación de Profesionales en Evaluación de Amenazas (1998), el Premio Manfred Guttmacher de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense (2022) y el Premio a la Contribución Distinguida en Psicología Forense (2022).

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Su trayectoria académica también incluye designaciones como profesor visitante en la Universidad de Yale y en el Hospital Psiquiátrico Universitario de Zúrich, la histórica Clínica Burghölzli. Con más de 260 artículos revisados por pares y 14 libros publicados, el Dr. Meloy no solo es un académico prolífico, sino también un asesor clave de organismos de seguridad, incluyendo la Unidad de Análisis de Conducta del FBI, donde su experiencia en contraterrorismo, contrainteligencia y conducta criminal ha sido valorada durante las últimas dos décadas.

Además, realiza el taller “Lista de verificación de psicopatía revisada, cuya próxima edición virtual será el 6 y 7 de noviembre.

­—¿Cómo eligió esta carrera?

—Cuando era un joven psicólogo se me dio la oportunidad –en la vida no existen certezas, solo oportunidades– de establecer una unidad psiquiátrica de internación en un centro de detención de máxima seguridad. Esto me introdujo a la fascinante disciplina de la psicología y el derecho, y además me brindó la posibilidad de aprender de individuos que habían cometido los crímenes más atroces imaginables. El trabajo nunca fue aburrido, y resultaba tanto emocional como intelectualmente muy desafiante. Abandoné el servicio público tras 15 años y desde entonces me dedico a la práctica de la consultoría forense.

—Según el psicoanálisis, ¿cuál es el origen de la psicopatía?

—La psicopatía tiene una gran heredabilidad. En otras palabras: se transmite en las familias y no existe cura para ella. El psicoanálisis, como tratamiento, típicamente no funciona, pero la teoría psicoanalítica nos ayuda a comprender este nexo entre biología y psicología. He tratado de explicar esto en mi primer libro, The Psychopathic Mind (La mente psicpática), y en otros escritos e investigaciones a lo largo de los años.

—¿En qué consiste el instrumento de detección psicopática hare psychopathy checklist?

—Es un instrumento estandarizado de observación psicopática que consta de dos factores: deficiencias afectivas/interpersonales y conducta antisocial crónica. Con datos completos sobre un individuo, se puede obtener una puntuación que indica si la persona es levemente, moderadamente o gravemente psicopática. Es el instrumento de evaluación mejor validado en el campo de la psicología forense y la justicia penal, con miles de estudios publicados desde su creación, hace más de cuarenta años.

—¿Puede hacerlo cualquier persona?

—No. Debe ser un profesional de la salud mental con licencia, como un psicólogo o un psiquiatra.

—¿Qué otras herramientas diagnósticas o pruebas se utilizan para detectar la psicopatía y realizar diagnósticos diferenciales?

—Se utilizan muchas pruebas clínicas válidas para comprender individualmente las diferencias en cada caso, tales como el Rorschach, el Personality Assessment Inventory, entre otras pruebas cognitivas y neuropsicológicas. Un psicólogo competente empleará múltiples exámenes, además de una entrevista extensa y una revisión de todos los datos disponibles sobre el sujeto, incluyendo informes oficiales y entrevistas con personas que lo conozcan bien.

—¿Qué tan significativa es la crueldad animal infantil en el desarrollo de un asesino serial o un delincuente violento?

Lamentablemente, la crueldad hacia los animales no es un predictor del asesinato serial; nada lo es, excepto que la mayoría de los asesinos seriales presentan personalidades psicopáticas. Sin embargo, la crueldad animal, en particular contra animales domésticos y en casos de múltiples abusos, es un signo ominoso en la infancia que puede predecir posteriores conductas antisociales violentas en la adolescencia o en la adultez. Realizamos un gran estudio sobre crueldad animal y conducta delictiva adulta en el FBI, dirigido por la doctora Tia Hoffer, una excelente investigadora y exagente del FBI.

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—¿Qué motiva a un “stalker” (acosador)?

—El stalking puede estar motivado por múltiples sentimientos y fantasías, incluyendo su utilización como preparación de un ataque, o como resultado de una fijación intensa sin base en la realidad. Los stalkers más peligrosos son exparejas íntimas de la víctima acosada, como un exesposo o exnovio. Cada vez más, las fuerzas de seguridad reconocen la gravedad de estos casos y su potencial de violencia. Desafortunadamente, en Sudamérica se ha tardado en reconocer la seriedad del acoso. Estamos tratando de colaborar en este esfuerzo con la formación de la Asociación Latinoamericana de Profesionales en Evaluación de Amenazas (alatap.org). Cualquier profesional puede unirse.

—¿Por qué hay “stalkers” que no tienen interés en que sus víctimas sepan que están siendo observadas?

—Los stalkers suelen alimentarse de sus fantasías y obtienen gran placer al creer que controlan a la víctima simplemente observándola. Sin embargo, la mayoría eventualmente se acercará a la víctima e intentará contactarla.

—¿Presentan algún trastorno de personalidad específico?

—No existe un diagnóstico específico para un individuo que stalkea; pueden presentar diversos trastornos mentales y de personalidad. El trastorno de personalidad más común entre los acosadores es el trastorno límite de la personalidad.

—¿Cómo es ser consultor del FBI?

—Ha sido uno de los grandes placeres de mi carrera trabajar como consultor para la Unidad de Análisis de Conducta del FBI durante los últimos 23 años. Los agentes son algunas de las personas más inteligentes, valientes, creativas y tenaces que he conocido. Son duros como el acero y poseen una gran curiosidad intelectual.

—¿Qué caso lo ha impactado más?

—Desde una perspectiva histórica, me sentí honrado de haber sido el psicólogo forense del fiscal federal en el juicio a los autores del atentado de Oklahoma City, Tim McVeigh y Terry Nichols, en 1995. Desde una perspectiva emocional, los casos más perturbadores y horribles en los que he trabajado son los homicidios sexuales de niños. Esas imágenes siguen permanentemente grabadas en mi memoria. Me enseñaron que no existe límite para la crueldad que los seres humanos pueden infligirse unos a otros. Dicho esto, también aprendí que no hay límite para nuestra capacidad de fe, esperanza, bondad y amor.

*Autoría y traducción.

La marca de Caín

Reid Meloy

Prefacio. Cuando era joven, una psicóloga recién graduada en el estado de California, Kathy Wachter-Poynor, la directora del Departamento de salud mental público, me ofreció un programa psiquiátrico escaso para delincuentes mentalmente enfermos en un lugar de máxima seguridad. Mi emoción, compensada afortunadamente por una tremenda, simple y fiera ambición, ahora ya controladas por los años de experiencia, me llevó a este valle de sombras de la muerte. Afortunadamente, llegué a temerle al mal.

Llegué rápidamente al conocimiento de que poco se sabía clínicamente acerca de los hombres que empezaba a tratar. En esos días (...) se daba mucha fe ligera a diagnósticos descriptivos sin ningún escrutinio psicoanalítico contemporáneo ni psicodinámico. Los términos se aferraban a la anacronía, palabras como psicópata eran usados aún sin investigación psicológica clínica ni psiquiátrica, y la palabra psicópata parecía tener un estatus en el mundo popular, de British Columbia hasta Sudáfrica.

Hice lo que haría un historiador clínico: llamé a los autores. Me enfoqué en el Worcester Connecticut, un instituto psiquiátrico fundado en 1833, el primero de su clase en los Estados Unidos; un hospital de investigación, entrenamiento, y tratamiento. Comencé a entrevistar psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, policías, guardias y prisioneros; y a revisar archivos, incluso casos clínicos del siglo XIX. Había más de cien años de archivos y, para mi sorpresa, documentos médicos, diarios de enfermeros y otros. Me encontré con miles de páginas de datos clínicos y de investigación de muchos hombres severamente perturbados.

La historia que contaban era profunda y muy humana. Me interesaba cada vez más. Me convertí en un historiador clínico, archivista y entrevistador de campo. He entrevistado personalmente a más de mil hombres mentalmente trastornados, en más de 25 años de carrera clínica e investigación. La historia oral de cada hombre me enseñó mucho más que los exámenes psicológicos y neurológicos. Mis herramientas clínicas se convirtieron en grabadoras, libretas y empatía por lo dicho, tanto como por el silencio. Comencé a entender cómo el paciente llegaba hasta allí, y por qué algunos no se iban.

La siguiente fase de mi carrera se desarrolló en el Hospital Psiquiátrico del estado de Nueva York, luego en la prisión de máxima seguridad de la ciudad. Mientras que desarrollaba mis investigaciones, el resultado recibió el generoso apoyo de la Fundación de Justicia Criminal de la Universidad John Jay, y ganó el entusiasmo de Paul E. Stepansky, director gerente de la Prensa Analítica, en mi opinión, la primera casa editora de libros psicoanalíticos.

Lo que a mí me importa del psicoanálisis es el riesgo y el premio. Lo que nos importa a los que encontramos al psicópata en nuestros hospitales, prisiones, reclusorios y comunidad es la seguridad y la comprensión.

Extracto del libro La marca de Caín.