ESPECTACULOS
Julián Weich

“Abordar la muerte desde el humor causa gracia o nervios”

El conductor y actor, después de 18 años, con Velorio a la carta vuelve a pisar un escenario para hacer reír y reflexionar sobre la vida y la muerte.

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Mirada. Weich analiza la televisión, habla de su participación como embajador de Unicef y cuenta sus otras actividades solidarias. | néstor grassi

Pocos podían prever el retorno de Julián Weich a los escenarios. Instalado en la conducción hace tanto que algunos casi olvidaron sus inicios actorales en ficciones televisivas populares como Pelito (1983) o Clave de sol (1987). Desde fines de enero está solo viernes y sábados a las 22.30 en el teatro Regina con la comedia negra Velorio a la carta, de Andrea Szyferman. Lo acompañan en el elenco: Fabián Arenillas, Celeste Campos, Nicolás Maiques y Alejandra Majluf, con dirección de Diego Reinhold.

—¿Qué te impulsó a ser actor?

—Arriba de un escenario hacerle creer a otro que uno es otra persona, que uno está actuando básicamente. Me sedujo el juego de la mentira. Cuando conocí el teatro a través de mi primer maestro que fue Lito Cruz, enseguida me identifiqué como actor. Me sentía cómodo, era fácil, no me costaba hacerlo y creo que estoy cerca de poder hacerlo bien. No me era algo ajeno o lejano. Después se me armó mi carrera de golpe, pero fue medio como involuntario, se juntan las casualidades.

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—¿Por qué volvés al teatro?

—Leí la obra y me divertí. Me tentó hacer humor negro, aunque no es alevoso, es más sutil. La muerte genera muchas cosas, hay gente que le tiene pánico, a otras no le provoca nada y también puede intrigar. Es como un capítulo aparte en la vida del ser humano. Abordarla desde el humor va a causar gracia o nervios. Seguro que genera algo, nadie es indiferente a la muerte, nos une a todos.

—Ya en la primera escena aparece un ataúd: ¿cómo es trabajar junto a él?

—Nadie dijo “qué impresión, nervios, ni qué asco”. Creo que tiene que ver con que es de utilería, lo hace que sea distinto que si fuera uno de verdad. Aquí la muerte se la vincula con el amor, una excusa. Es un vodevil, con juego de puertas. Hay una frase que digo: “Venimos con la vida, es lo único que no ponemos dentro del cajón”. Tiene un buen mensaje y te deja algo para pensar.

—Hace 32 años que sos embajador de Unicef. ¿Qué panorama tenemos en este 2024 con dos guerras?

—La situación es mucho peor de lo que uno se imagina. Es muy difícil de opinar sobre todo con lo de Israel, porque lo de Ucrania y Rusia, son dos ejércitos que se están peleando. En cambio Israel enfrenta a un terrorismo. Es un lugar muy chiquitito y está mezclada la religión. Hubo más de cien muertes de compañeros de Unicef, ellos trabajan donde hay niños, sin importarles quiénes son. No es algo fácil de entender. Cualquier explicación va a estar teñida, es muy complicado el tema.

—¿La pandemia nos podía hacer mejores?

—Creo que nos dio la oportunidad de ser mejores, el que la aprovechó pasó de escalón, el que no, se quedó. Toda crisis en la vida es para aprender, si lo hacés avanzás sino aprendés o te quedás o vas a retroceder. Me parece que la pandemia fue una lección mundial, ahora cada alumno decidió qué hacer.

—Te tocó muy de cerca…

—Estuve como un año para recuperarme físicamente, después de haber estado quince días en terapia intensiva. Tardé bastante en poder hacer deportes, me costó pero salí adelante. A nivel familiar no tuve ninguna pérdida. 

—¿No hacés publicidad de tu vida?

—Vivo la vida para mí, hay muchas cosas que cuento y otras que no. Tengo dos hijos adoptivos en Mozambique y hace diez años que los conocí. Participo de muchos eventos solidarios. Estoy acostumbrado después de 38 años de estar expuesto en los medios a entender que la gente a veces piensa de una manera y que no todo el mundo lo hace de forma uniforme. Hoy muchos en lugar de pensar agreden.

—¿Se agravó con la grieta?

—Ahora se ve todo por las redes. Tenés la opción de leerlo, de hecho leo todo lo que me critican, los que me aplauden, pero no me engancho, ni contesto. Elijo tomarlo como una opinión y nada más.

 

Entre la televisión y las ONG

Ya sabe Julián Weich que no continuará en este 2024 con el programa Vivo para vos que conducía junto a Carolina Papaleo, por el 9. Su experiencia televisiva le permite analizar: “Hoy lo único que se está buscando es tener rating, con exageración. Ves los noticieros y están hechos para asustarte, no para informarte. Una noticia de un minuto la hacen durar media hora porque están buscando que suban los números. La muerte de alguien en televisión es en cámara lenta, dura una eternidad, analizan por dónde entró y salió la bala, habla el médico, los testigos y hasta el que fabricó el arma”.

Continúa: “Si hubiese una ficción nacional y llega a los 5.2 no le alcanza, ni siquiera consigue recuperar el dinero invertido. La gente hoy está mirando plataformas, o YouTube o Twitter, no está con la televisión abierta, porque con el crecimiento de las redes se quedó, no reaccionó frente a la aparición de ellas. No pudo subirse al tren”.

No se queda con las críticas, sino que desde 2013 creó junto a varios amigos Conciencia, definida como “la primera marca de consumo masivo con impacto social que dona el 50% de los dividendos a cuatro ONG”, ellas son: Fundación Huésped, Asociación Cooperadora del Hospital de Niños, Techo y Fundación Ruta 40. Venden agua, arroz, arvejas, fideos y puré de tomates, también cepillos dentales realizados con tapitas de plástico recicladas y otros de madera biodegradables. “El producto pintura y los termos se venden en todos los supermercados del país y los alimentos en los Maxiconsumo, aunque esta inflación también nos golpea”, finaliza Julián Weich sin perder esperanza.